Para justificarse, el terrorismo de Estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.
Desde 1948, los
palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni
respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su
libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes.
Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo
castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó
limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido
en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El
Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y
desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia
es un lujo que no todos merecen.