5 oct 2010

Para educar, nos gustan las escuelas Por Alberto Sileoni


Alberto Sileoni, ministro de Educación de la Nación.
El proyecto de Servicio Cívico Voluntario que tiene media sanción del Senado estigmatiza y atrasa.
Se lo presenta como una iniciativa de inclusión educativa, social y laboral, pero su tratamiento comenzó en la Comisión de Justicia y Asuntos Penales, sin pasar por la de Educación. Un derrotero legislativo que devela su espíritu.
Para incluir a los jóvenes que están afuera del sistema educativo, sin duda, muchos más de los que quisiéramos, no hay que inventar soluciones seudopedagógicas. Los caminos están a la vista, han sido construidos sólidamente desde el 2003 y profundizados por la Presidenta de la Nación, que ha tomado a la educación como una prioridad de gobierno. Para incluirlos hay que invertir en educación. Por eso se destina el 6,47% de un PBI en constante crecimiento, por eso concluiremos la gestión con más de 30 millones de libros distribuidos, más de 1.500 escuelas construidas y millones de netbooks para disminuir la brecha que antes que digital es social. Lo que moviliza el proyecto no es una intención educativa, sino un fuerte espíritu estigmatizador, una concepción retrógrada, iluminada por un prejuicio negativo hacia nuestros jóvenes. Antes que educar, el objetivo de la iniciativa es encerrar, sacar de la vista, separar de la sociedad a aquellos jóvenes que resultan peligrosos, porque ni trabajan ni estudian.

Para generar iguales oportunidades el Gobierno nacional les ha dado a miles de jóvenes la posibilidad de realizar los cursos de capacitación que ofrece el Ministerio de Trabajo, a través de los cuales han conseguido su primer empleo, o de incorporarse a alguna cooperativa de trabajo del Programa “Argentina trabaja” del Ministerio de Desarrollo Social.

Para hacerlos cada vez más iguales, se ha construido esa fenomenal política social, de justicia e igualdad que es la asignación universal por hijo, que aumentó su monto, reduciendo la pobreza con dignidad, no a través de la caridad. Por esa medida se han incorporado miles de jóvenes a las escuelas secundarias, sobre todo de las zonas más pobres de nuestro país. Por el Plan Fines, han concluido sus estudios más de 200.000 jóvenes y adultos y a través del Programa Encuentro seguimos alfabetizando en la Argentina.

Ése es el camino. Más trabajo, más educación, sostenida inversión.

El camino para construir una sociedad más abierta, menos prejuiciosa y menos temerosa.
Dejemos los cuarteles para nuestras fuerzas armadas cada vez más modernas y cada vez más incorporadas a la sociedad y a la democracia.

A los educadores, para educar, nos gustan las aulas. Aulas de escuelas, de centros de formación profesional, de institutos terciarios, de universidades. Aulas rurales y urbanas. En islas y en ciudades populosas. Aulas abiertas desde las 7 hasta las 23.

Aulas, maestros, libros, becas, netbooks para chicos con discapacidades, transporte escolar y tornos en escuelas técnicas. Eso es lo que necesita la sociedad argentina y eso es lo que necesitan nuestros hijos e hijas, nuestros jóvenes.

Y eso estamos haciendo. Ese camino estamos transitando.

Un camino abierto, expuesto a la vista de todos, plural, igualitario y justo. El camino que conduce a la escuela.

* Ministro de Educación de la Nación
http://www.elargentino.com/nota-109072-Para-educar-nos-gustan-las-escuelas.html