28 feb 2010

Pequeñas delicias de un paÍs condenado al Éxito Por Carlos Boyadjián

Este año la economía volverá a crecer y habrá una leve mejoría en el mercado de trabajo. La fuerte demanda de Brasil y los precios de las commodities serán los principales motores. Los cucos: el ruido político y el rebrote inflacionario.
por primera vez en el último medio siglo la Argentina ha podido soportar de pie y sin consecuencias catastróficas una crisis económica y financiera internacional de proporciones sólo comparables con la gran depresión de los años 30.

Acostumbrados a resfriarnos –y hasta a caer en cama– cada vez que alguien estornudaba en otra parte de este mundo globalizado, cuesta comprender que los peores efectos de la crisis hayan quedado atrás y, cabe aclararlo, sin impactar de modo sustantivo e irreversible las principales variables macroeconómicas del país, como el nivel de actividad, el consumo, el empleo, la recaudación o el tipo de cambio, por citar sólo algunas.

No es que el país sea un vergel ni nada que se le parezca. Pero ciertamente, hay que poder separar la paja del trigo y ver que pese a todas las dificultades internas y externas la actividad económica se está recuperando en casi todos los sectores productivos, acompañada por una vuelta a niveles importantes de consumo.

Además, a diferencia de lo que ocurre en los países de Europa occidental y en Estados Unidos, el desempleo se mantiene a raya. Un dato nada desdeñable. Se podrá discutir si la tasa real está por debajo del 10 por ciento o si ya supera por poco los dos dígitos. Lo que nadie puede cuestionar a estas alturas (incluso poniendo en entredicho las cifras del Indec) es que ya han quedado atrás los tiempos en que el desempleo afectaba al 25 por ciento del mercado laboral, con las consecuencias económicas y sociales que esto conlleva.

El consenso de los economistas asegura que en 2010 la economía argentina crecerá –los pronósticos van del 2 al 6 por ciento–, inducida, por un lado, por la demanda brasileña de productos industriales –automotores, siderurgia, metalmecánica, química– y por otro, por la recuperación de los precios internacionales de las commodities agropecuarias, que serán, sin duda, un gran incentivo para el campo nacional, en particular para los productores sojeros. En este marco, se proyecta una cosecha de esta oleaginosa cercana a las cincuenta millones de toneladas.

Según algunos pronósticos también habrá en el sector agropecuario una sensible mejoría del empleo tras dos años de retroceso, en especial en el trabajo no registrado, el primero en desaparecer en medio del conflicto de 2008 y la posterior sequía el año último.

Un reciente informe de la consultora Ecolatina asegura que “para 2010 el mejor contexto internacional –Brasil estimulará las exportaciones industriales– y la mayor cosecha aseguran un piso de crecimiento del 3 por ciento”. El documento agrega que “la recuperación estará liderada por el consumo y las exportaciones”, en un contexto en el que “la inyección de recursos públicos impulsará el gasto en las familias carenciadas”.

Roberto Dvoskin, economista y docente de la Universidad de San Andrés, considera que “el modelo económico del Gobierno se basa en la tracción que genera el consumo de los sectores de ingresos medios y altos”. Así, se explica que “los sectores que más rápido incrementan su nivel de ventas son aquellos vinculados a ese perfil de consumidor”.

Entre los sectores que estarán más dinámicos este año, Dvoskin menciona a la industria automotriz y los sectores relacionados como la siderurgia y la metalmecánica. También destaca la recuperación que tendrán los productos exportables del campo, ya que “mientras tengan los niveles de precios actuales (se espera incluso algún crecimiento) son parte central del modelo”, en tanto que le apuesta también una fichita a la construcción.

VIRTUDES Y FALENCIAS
Consultado sobre cuál es la principal virtud del modelo económico, Dvoskin consideró relevante el “no dejar de pensar en una distribución del ingreso que, al menos, no sea regresiva”.

Pero justamente ahí es donde encuentra la principal luz amarilla. “La discusión salarial de 2010 puede ser muy dura. Si los gremios se basan en el índice de inflación el número no debería ser mayor al 12 por ciento. Si, en cambio, a ese número se le quiere agregar el crecimiento posible de la economía, bajo el supuesto de que ante el crecimiento del PBI el Estado puede tener mayores recursos, entonces, la tasa podría llegar al 20 por ciento y esto es inflacionariamente muy peligroso”, apunta.

En su opinión, no es posible mejorar la distribución del ingreso solamente a partir de incremento de salarios; también es preciso hacer hincapié en el destino (no la cantidad) del gasto público. De este modo, “podemos tener una respuesta muy positiva en el mejoramiento de la calidad de vida de los sectores más desprotegidos”, acota el economista.

En el mismo orden de prioridades, Ecolatina sostiene que “los dos desafíos más importantes para consolidar la reactivación son contener el repunte inflacionario y garantizar que el financiamiento de la política fiscal expansiva sea sustentable”. Frente a ello, la consultora sugiere que “una alternativa razonable es que el gasto crezca en línea con el producto nominal”, pero alega que “esta opción no figura en el menú de la política económica”.

Fausto Spotorno, economista jefe de Orlando Ferreres y Asociados, estima que “va a ser un buen año en lo económico pero con problemas en el plano político, que pueden dañar estas buenas perspectivas económicas”. Sin embargo, a su entender, “la inflación es el punto más débil de la Argentina” y se ubicaría en torno al 20 por ciento, según sus proyecciones.

Sobre este punto, Spotorno explica que “la situación fiscal no es demasiado grave siempre que se bajen las tasas de exposición del gasto público, porque si no se reduce habrá tensiones inflacionarias”.

Hay que recordar que en los últimos meses el gasto público contribuyó a morigerar los efectos contractivos de la crisis, “poniendo dinero” –literalmente– en el bolsillo de jubilados, trabajadores en relación de dependencia (asignaciones familiares) y sectores de menores ingresos vía subsidios, programas de empleo y asignación universal por hijo.

Consultado sobre la cuestión de la deuda y el manejo recomendable en este caso, Spotorno no dudó en quitarle dramatismo al decir que “la deuda es manejable”, pero advirtió que “el tema es cómo se financia”. Una vez más, allí volvió sobre el tema del gasto público. “A la larga habrá que pensar en tener una política fiscal más seria. El gasto público entre 2006 y 2008 creció a un ritmo del 20 por ciento anual cuando la economía crecía, aun a tasas chinas, al 8 por ciento. Esto, en el largo plazo, es inconsistente”, remató Spotorno.

“El problema de la Argentina no es económico sino político”, afirma Dvoskin, repasando todo el debate por el uso de reservas para el pago de deuda pública. Pero rescata un hecho sin precedentes en la historia argentina. “Lo bueno es que el mundo empresarial está aprendiendo a convivir con este marco político y parece decir que ‘si estas son las reglas de juego, crezcamos a pesar de ellas’.”

Por su parte, Mariano Lamothe, economista jefe de Abeceb. com, sostiene que “hoy hay incertidumbre política, en parte, debido al tema de la deuda y el pago con reservas, pero esto fue un error que genera incertidumbre en el sector empresarial y afecta las inversiones, en especial de bienes durables”. En su opinión, el mayor riesgo es que el ruido político “vaya a parar las inversiones que se habían decidido en la última parte de 2009”.

Lamothe coincide en que la economía argentina va a ser empujada por el estímulo brasileño con la compra de automotores, siderurgia y metalmecánica, tanto en línea marrón (equipos industriales) como en línea blanca (electrodomésticos). También señala que “la maquinaria agrícola ya había empezado a mejorar una vez terminado el conflicto con el campo en 2008 y hay buenas perspectivas para este año, aunque todavía no a los niveles precrisis”.

Entre los sectores dinámicos “tapados” menciona el desarrollo inmobiliario privado. “Hay muchos emprendimientos a la búsqueda de inversores y allí hay posibilidades reales porque desde 2008 se vio una dolarización de carteras que si la situación es favorable van a volcarse a diversos proyectos”, asevera Lamothe.

Este desempeño positivo de la actividad económica, sin embargo, no se traduciría en forma lineal en una recuperación de los índices de empleo. El experto consigna que “las empresas primero tienden a asegurarse el nivel de actividad y la recuperación de los negocios, así que no habría que esperar nada sobre el mercado de empleo por lo menos hasta la segunda mitad del año”.
http://www.carasycaretas.org/2243/n3.asp