Es indudable que la Argentina de la posconvertibilidad ha salido del infierno, pero a pesar de los años de crecimiento y su despegue impensado por los analistas ortodoxos, queda una extensa lista de asignaturas pendientes ligadas a mitigar las tremendas asimetrías entre los que más tienen y los pobres de toda pobreza, que desde el 2002 a la fecha disminuyeron de casi la mitad de la población a cifras que según diversas fuentes oscilan entre 20 y 30 por ciento.
En el otro extremo de la pirámide social se encuentran esos exclusivísimos argentinos que supieron sortear las crisis recurrentes y sacaron provecho de más de una devaluación. Son los mismos que, de vez en cuando, cacerolean en las paquetas esquinas de Barrio Norte, la Recoleta o la Quinta Presidencial. Que claman por la inseguridad, y que a pesar de la suerte que les ha tocado en la timba financiera no paran de llorar y de quejarse sobre el brutal recorte de las ganancias. Son los mismos que en sus yates a pleno sol, en el asfixiante verano meridional, custodian entre fiesta y fiesta top, sus 12.000 millones de dólares depositados en el sistema bancario uruguayo, lejos de la mano confiscatoria de la AFIP.
Son los que poseen el 75% de las costosas propiedades en Punta del Este. Los que exigen mano dura con la delincuencia juvenil, y se sienten acosados por la falta de seguridad jurídica ante un Estado “confiscador y populista”. Son los que manejan los hilos de los medios de comunicación y los que definen la agenda de los temas importantes. Son aquellos que se indignan por el incremento del gasto público del gobierno y los que admiran al patriota Martín Redrado, en su cruzada “por la defensa de los ahorros de los argentinos”, sensibles partidarios de la autonomía del Banco Central, e indiferentes a todo atisbo de soberanía ante los organismos internacionales y los lineamientos de las potencias económicas.
Que pese al crecimiento de los últimos años, impiden cualquier medida gubernamental que intente tibiamente redistribuir el producto bruto del trabajo colectivo de la sociedad. Los que desde hace muchas décadas pensaron una Argentina para pocos, con salarios bajos, con altos niveles de desocupación y con trabajadores dóciles que no intenten “subvertir el orden”, organizándose por sus reivindicaciones y sus derechos laborales.
Los enamorados de la teoría del derrame como única estrategia de desarrollo, en una sociedad en la cual los ricos cada vez ganen más y necesariamente esas ganancias en una suerte de desborde gotee en la pirámide social. Son los beneficiarios de la estatización de la deuda privada, cuando en el gobierno de los militares Domingo Cavallo nos hizo pagar a toda la sociedad la irracionalidad de la plata dulce de los genocidas. Los que a pesar de sus privilegios sienten que la situación es insostenible, que el gobierno actual es lo más parecido a una dictadura y se regodean con la judicialización de la política.
Pero lo paradojal de este cuadro de situación es que otros miran por las pantallas de televisión el veraneo de los famosos. Son aquellos que laburan muchas horas para apenas llegar a fin de mes, esos a los que ametrallan desde la prensa catastrofista con las noticias desesperanzadoras de todos los días. Esos que son mayoría, y que no tienen micrófono en los medios, ni son asiduos invitados de los programas periodísticos del cable.
O más aún, esos que si es por no tener, ni laburo tienen, que inventan en el día a día su estrategia para el papeo cotidiano, que recibieron como un maná del cielo los 180 pesos por hijo y que lo invierten todo en comida, esos que llegan agotados a su precaria vivienda suburbana, después de malvender en el acopiador lo que juntaron en horas interminables de trabajo, y que pese al calor concentrado en las chapas de su rancho usan el cansancio como el mejor sedante para recuperar energías y salir de nuevo al otro día.
Ese que intenta naturalizar, para no bajonearse, lo que obstinadamente le niega la vida, esa que está regida por los que paradójicamente, cuando vuelvan de sus singulares vacaciones, en sus yates millonarios, incrementarán las usinas de rumores, las cadenas de Facebook, las compras de dólares, la evasión de impuestos, y tratarán de hacer looby con sus contactos e influencias para constituirse en garantes de la libertad de todas nuestras vidas.
http://www.elargentino.com/nota-75488-Paradojas-del-verano-el-malestar-de-los-privilegiados.html