Nuestros
sentimientos se ven conmovidos por los ataques de Israel sobre la población
civil de la Franja de Gaza. Conmovidos por saber que la mayoría de los
masacrados son niños, adolescentes y civiles inocentes con el claro propósito
de aterrorizar a la población indefensa.
El bloqueo
militar inhumano y la balcanización del territorio de Gaza, mediante la
colonización ilegal (producida también en Cisjordania) y la existencia del muro
de separación, habían hecho inviable la
construcción económica de Palestina como país soberano, y determinado la precarización de su vida
cotidiana. Ahora el terrorismo de Estado, mediante el bombardeo indiscriminado
por parte de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, acabará produciendo
la expulsión del territorio o la desaparición del pueblo palestino.
Enmarcada por la
profunda crisis internacional, toda la región sufre una marcada inestabilidad,
a través de la cual los EEUU intentan reconfigurar su diseño estratégico y garantizar
sus políticas de dominación aprovechando los conflictos existentes y azuzando a
sus socios a ocupar los espacios en una inconfesable política de expansión.
Dimensión del neoliberalismo y su época caracterizada por la unipolaridad
norteamericana que arguye y empuja numerosos retrocesos civilizatorios. Este
retroceso implicó la consolidación de la hegemonía de derechistas y
ultraderechistas guerreristas en el poder estatal israelí y el debilitamiento
del peso y la opinión de los sectores de izquierda, progresistas, laicos y
pacifistas. En el mundo árabe procesos nacionalistas y antiimperialistas, y
liderazgos socialistas y laicos del movimiento popular fueron derrocados y/o
sustituidos por otros de concepciones integristas y de clara sumisión al Imperio,
en franca evidencia de la imposibilidad de su propia vida política de avanzar
en senderos de construcción capaces de colaborar con la resolución del
conflicto y alcanzar una paz duradera. Este devenir no fue natural sino que
conjugó el fortalecimiento de corrientes fundamentalistas con la infaltable
promoción, financiamiento y apoyo del imperialismo para derechizar la región,
fomentar la guerra y obturar cualquier alternativa de pacificación. La
injerencia de los países centrales ha, también, provocado el descompromiso de
los gobiernos de la mayoría de los países árabes con los palestinos.
La única manera
de impedir estos crímenes de guerra y detener esta masacre es una firme
respuesta internacional que sea capaz de establecer una situación de paz entre
Israel y Palestina, configurando una relación basada en el reconocimiento de
Dos Naciones y Dos
Estados. Creemos
que el Gobierno nacional, desde su lugar actual en el Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas puede contribuir a encontrar una salida positiva a este
conflicto que preocupa a los argentinos, teniendo en cuenta que existen en
nuestro suelo importantes comunidades como la árabe y la judía, que se sienten
involucradas de una u otra manera en esta dolorosa situación.
Carta Abierta
sostiene que para detener la violencia y alcanzar una resolución posible que
respete los derechos de ambos pueblos, para que esa tierra prometida sea la
promesa de paz y convivencia tan ansiada, resulta fundamental recuperar de la
maraña trágica de expedientes truncos de esta historia extensa de
desencuentros, los acuerdos de 1967. Dos Pueblos, Dos Naciones, Dos Estados, en
el principio de resolución pacífica de los conflictos entre naciones y en el
respeto a las Resoluciones de las Naciones Unidas. Una región en paz, respeto
de los DD.HH. y enriquecimiento mutuo, para dar por terminada esta secuencia
insostenible, insoportable, de sangre, dolor y odio.