13 ago 2012

EL ACTUAL SISTEMA MUNDIAL Y LOS CINCO MONOPOLIOS DEL CAPITALISMO Samir Amin

En mi opinión, el debate debería empezar con un debate a fondo de los rasgos novedosos del sistema mundial actual, provocados por la erosión del sistema anterior. Creo que existen dos elementos nuevos, a saber:
1. La erosión del Estado-nación centrado en sí mismo y la consiguiente desaparición del vínculo entre la esfera de la reproducción y la de la acumulación, que acompaña al debilitamiento del control político y social que hasta el momento había sido determinado precisamente por las fronteras de ese Estado-nación autocentrado.
 2. La erosión de la gran factura entre un centro industrializado y las regiones periféricas no industrializadas, es paralela a la emergencia de nuevas dimensiones de polarización.
La posición de un país en la jerarquía global viene definida por su capacidad para competir en el mercado mundial. Aceptar esa evidencia no supone en modo alguno compartir la opinión del economista burgués que considera que dicha posición se debe al resultado de adoptar medidas racionales, una racionalidad -dicho sea de paso- que se mide a partir de las denominadas "leyes objetivas del mercado". Por el contrario, creo que dicha competitividad es un producto complejo en el que confluyen múltiples factores económicos, políticos y sociales. En esta lucha desigual, los centros usan lo que me gusta denominar sus "cinco monopolios", monopolios que constituyen un desafío a la totalidad de la teoría social. Dichos monopolios son:


1. Monopolio tecnológico.
Requiere gastos enormes, que sólo un Estado poderoso y rico puede afrontar. Sin el apoyo estatal, en particular a través de la inversión y gasto militar (algo que el discurso liberal no menciona), la mayor parte de esos monopolios no podrían perdurar.

2. Control de los mercados financieros mundiales.
Dichos monopolios poseen una eficacia sin precedentes merced a la liberalización de las normas y reglas que gobiernan su establecimiento. Hasta hace poco, la mayor parte de los ahorros de una nación sólo podía circular dentro del ámbito, en gran medida nacional, de sus instituciones financieras. En la actualidad, estos ahorros se gestionan de manera centralizada por instituciones cuyas operaciones tienen un alcance mundial. Hablamos de capital financiero, es decir, del componente más mundializado del capital y, sin embargo, la lógica de esa globalización de las finanzas puede ponerse en un brete por la simple decisión política de optar por la desconexión, aun si esa desconexión se limitara al dominio de las transferencias financieras. Es más, creo que las directrices que rigen el libre movimiento del capital financiero se han vuelto inservibles. Antaño el sistema se basaba en la libre flotación de las divisas en el mercado (de acuerdo con la teoría que sostienen que el dinero es una mercancía como cualquier otra) con el dólar actuando de factor como moneda universal. No obstante, considerar el dinero una simple mercancía no es una teoría científica y, por otro lado, la posición preeminente del dólar sólo se debe a la falta de algo mejor. Una moneda nacional no puede cumplir las funciones de algo mejor. Una monea nacional no puede cumplir las funciones de una divisa internacional a menos que exista una excedente de importaciones en el país cuya moneda sirve de divisa internacional, lo que obliga a ajustes estructurales en otros países. Ese era el caso de Gran Bretaña en el siglo XIX, pero no el de Estados Unidos en la actualidad, que en realidad financia su déficit mediante préstamos que el resto del mundo se ve obligado a aceptar. Ni tampoco es el caso de los competidores de Estados Unidos: el excedente japonés (puesto que el alemán desapareció tras la unificación en 1991) no basta para cubrir las necesidades financieras ocasionadas por los ajustes estructuras de los demás. En estas condiciones, la globalización financiera, lejos de ser un proceso "natural"" resulta ser algo permanentemente frágil. A corto plazo sólo conduce a una inestabilidad permanente y no a la estabilidad necesaria para la actuación eficiente de los procesos de ajuste.

3. Acceso monopolista a los recursos naturales del planeta.
Los peligros de la explotación indiscriminada de esos recursos adquieren ahora naturaleza planetaria. El capitalismo, basado en una racionalidad a corto plazo, no puede superar los peligros que conlleva ese comportamiento imprudente e indiscriminado, por lo que acaba reforzando los monopolios de los países ya desarrollados. La publicidad preocupación medioambiental de estos países se limita a no permitir que otros sean tan irresponsables como ellos.

4. Monopolio de los medios de comunicación.
Dicho monopolio no sólo lleva a la uniformidad cultural, sino que abre la puerta a nuevos medios de manipulación política. La expansión del mercado moderno de los medios de comunicación constituye ya uno de los principales componentes de la erosión de las prácticas democráticas en el propio Occidente.

5. Monopolio de las armas de destrucción masiva.
Desafiado y mantenido a raya merced a la bipolaridad de posguerra, el monopolio es una vez más, como sucedió en 1945, posesión exclusiva de Estados Unidos. Aunque se corre el riesgo de que la proliferación nuclear se descontrole, la proliferación constituye, en ausencia de un control democrático internacional, la única forma de luchar contra ese inaceptable monopolio estadounidense.
Estos cinco monopolios, tomados en su conjunto, definen el marco en el que opera la ley de valor mundializada. La ley del valor es la expresión abreviada de todas estas condiciones y no la expresión de una racionalidad económica "pura", objetiva. El condicionamiento de todos estos procesos anula el impacto de la industrialización en las periferias, devalúa su trabajo productivo y sobrevalora el supuesto valor agregado derivado de las actividades de los nuevos monopolios de los que se beneficia el centro. El resultado final es una nueva jerarquía, más desigual que ninguna de las anteriores, en la distribución de los ingresos a escala mundial, que subordina las industrias de las periferias y las reduce a la categoría de subcontratadas. Este es el nuevo fundamento de la polarización, presagio de sus formas futuras.


UN PROYECTO ALTERNATIVO Y HUMANISTA
DE GLOBALIZACIÓN

Contrariamente al discurso ideológico dominante, sostengo que la globalización a través del mercado es una utopía reaccionaria. Debemos contrarrestarla mediante el desarrollo de un proyecto humanista y alternativo de globalización, compatible con una perspectiva socialista.
La realización de ese proyecto implica construir un sistema político global que no esté al servicio del mercado global, sino que defina sus parámetros tal como el Estado-nación representó históricamente el marco social del mercado nacional y no su mera área pasiva de desarrollo. Un sistema político global de ese tipo tendría atribuciones en cada uno de estos cuatro campos:
1.  La organización del desarme mundial a los niveles adecuados, liberando a la humanidad de la amenaza del holocausto nuclear y de otros semejantes.
2.  La organización del acceso a los recursos del planeta de manera igualitaria, de forma que hubiera cada vez menor desigualdad. Debería generarse un proceso global de toma de decisiones que incluyera una valoración (es decir, establecimiento de tarifas) de los recursos, lo que obligaría a reducir las pérdidas y los residuos, y una distribución más equitativa del valor y de los ingresos derivados de dichos recursos. Tal cosa supondría también el inicio de un sistema fiscal globalizado.
3.  La negociación de relaciones económicas abiertas y flexibles entre las principales regiones del mundo, que en la actualidad se encuentran desigualmente desarrolladas. De esta forma se reducirían progresivamente los monopolios financieros y tecnológicos de los centros. Por supuesto, tal cosa supone liquidar las instituciones que actualmente dirigen el mercado mundial. (BM, FMI, GAT, OMC, etc.) y crear otros sistemas para gestionar la economía global.
4- El inicio de negociaciones para la correcta gestión de la dialéctica mundial/nacional en las áreas de la comunicación, la cultura y la política. Ello implica crear instituciones políticas que representen intereses sociales a escala mundial, es decir, el inicio de un "Parlamento mundial" que iría más allá de los mecanismos interestales del actual sistema de las Naciones Unidas.