La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la independencia
de EE UU.Pero como fuera analizado en nuestra columna del pasado 5 de
julio, en realidad se trató de un proceso incompleto: la independencia
económica (y cultural) de la metrópolis se alcanzó recién en 1865, con
la derrota del sur esclavista, subdesarrollado y secesionista.
Eran los Estados sureños ligados a la industria textil inglesa, que para 1860
explicaban el 11% de la producción industrial de la Nación, a pesar de
tener el 36% de la población total (Walter Licht. Industrializing
America.Pág. 36). Entre 1776 y 1865, Gran Bretaña, si bien muy
golpeada en sus posesiones norteamericanas, seguía interactuando
fuertemente con las clases dominantes de los Estados separatistas,
clases que trababan, no sólo el despegue de las fuerzas productivas
estadounidenses, sino que amenazaban balcanizar la nación.El triunfo
de la Unión cristalizó la segunda independencia de EE UU.Ahora,
pasemos a la independencia "argentina", celebrada días atrás.Con
motivo del 196º aniversario, la presidenta de la Nación comenzó su
discurso recordando la importancia estratégica de la exitosa política
de desendeudamiento pergeñada por Néstor Kirchner. El ex presidente
fue quien nos propuso "romper las cadenas que durante décadas se
habían tejido sobre las posibilidades del pueblo argentino; [?] esa
deuda externa feroz que nos obstruía, que obturaba toda posibilidad de
crecimiento y desarrollo; esa dependencia [del FMI] que nos daba
clases a nosotros y al mundo". El kirchnerismo rompió las cadenas de
opresión económica y financiera que nos ataban al centro financiero y
especulador occidental. La transformación fue revolucionaria y
fortaleció al modelo iniciado en 2003. Este fue uno de sus pilares, ¿y
el otro? A propósito del ejemplo estadounidense y de nuestro proceso
independentista, al pueblo argentino (y latinoamericano en general)
aún le queda por alcanzar su segunda independencia.En efecto, la
presidenta viene señalando una y otra vez este estratégico concepto,
sobre todo en sus últimas alocuciones. ¿De quién o quiénes tenemos que
independizarnos esta vez? ¿Cuáles son las barreras que, parafraseando
a Cristina Fernández, siguen obstruyendo el crecimiento y desarrollo
del pueblo y la economía nacional? CUANDO LAS BARRERAS NO ESTÁN EN EL
PROPIO MODELO. Invitado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche
unas semanas atrás, tuve el honor de brindar una charla sobre la
renacionalización de YPF. Coincidí en la mesa con Alejandro Robba,
subsecretario de Coordinación Económica del Ministerio de Economía,
quien comenzó su exposición con una gran verdad: "Para profundizar el
modelo, debemos remover todas y cada una de las barreras que surgen de
las mismas metas del modelo de crecimiento acelerado, empleo formal e
inclusión". Escuchándolo, me vinieron dos ref lexiones: ¿y si las
barreras provienen del modelo opuesto, esto es, el prohijado desde los
sectores separatistas, subdesarrollados y esclavistas (de millones de
argentinos) que, como en el Estados Unidos previo a 1865, aún siguen
vigentes y poderosos? ¿Cómo se sortean o eliminan tales barreras?
¿Cómo vencer a los sectores históricamente vinculados a una Argentina
semicolonial, benefactores de industrias foráneas pero productores en
masa de pobreza y exclusión fronteras adentro? EL AÑO DE LA SEGUNDA
INDEPENDENCIA.En 2013, la sequía dejará su lugar al benevolente
fenómeno climático del Niño y sus regulares precipitaciones.Un mínimo
de 50 millones de toneladas de soja producirá la cosecha 2012/13, con
un precio internacional de la oleaginosa que, con seguridad, batirá
nuevos records.Si multiplicamos las 50 millones de toneladas al precio
promedio del primer semestre de este año (521,4 dólares por tonelada),
la producción sojera nacional se ubicará por encima de los 26 mil
millones de dólares o 117.315 millones de pesos (paridad a julio).
Esto, claro, sin contar con la "industrialización" de la cadena
sojera. Igual comportamiento se está registrando con los precios del
maíz y del trigo. Además, 2013 será un año fundamental por las
elecciones legislativas en el país (renueva la mitad de diputados y un
tercio de senadores) y la continuidad de la recesión en Europa y
Estados Unidos.En fin y por donde se lo mire, 2013 será medular en
nuestra segunda independencia.Los meses que restan de este año, así
como los primeros del siguiente, deberán ser testigos de decisiones
vitales a la resolución de la cuestión nacional, todo lo cual nos
lleva a responder las preguntas formuladas más arriba. De los 117.315
millones de pesos que podría generar la soja en 2013, al Estado le
corresponderían, en concepto de retenciones, unos 35.194 millones (las
exportaciones totales de granos en 2011 rondaron los 31.000 millones
de dólares). Más del 60% de la renta quedará en poder de las grandes
exportadoras, los pooles de siembra y el sector concentrado y
reaccionario de los productores.El país de los 40 millones se perderá
una ingente masa de capital, pues como es sabido, la ubérrima Pampa
húmeda jamás estuvo ni estará interesada en desplegar su energía
interior hacia la diversificación de la economía agrícola del
país.CRISIS INTERNACIONAL GRANOS, Y OPORTUNIDAD HISTÓRICA. No obstante
y como magistralmente enseñó Abelardo Ramos, la reacción agropecuaria
sí consiguió diversificar mínimamente la economía del país ?por
supuesto, siempre muy tímidamente y en función de sus propias
limitaciones e intereses de clase?.Y lo hizo siempre "a través de las
grandes conmociones del régimen capitalista mundial". ¿Acaso no fue
este el origen de la Junta Nacional de Granos, luego profundizada en
su rol nacional, popular e industrializador por el general Perón? El
IAPI fue clausurado a partir de 1955. Dos décadas más tarde, con el
tercer gobierno de Perón, se intentaría recrearlo, de la mano de la
nacionalización del comercio exterior e interior agrícola en 1973, con
la creación paralela de una Empresa Nacional de Granos (Ley 20.573).
Pero la ley promulgada en diciembre de ese año por el gran líder
argent ino y lat inoamericano sería abrogada el 5 de abril de 1976 por
el Decreto Ley 21.288 firmado por Martínez de Hoz y Videla.HACIA UNA
EMPRESA NACIONAL DE GRANOS. Las únicas barreras al modelo vigente
provienen de las fuerzas internas vinculadas a la Argentina
semicolonial, fuerzas que juegan, como la han hecho desde el
derrocamiento del Plan de Operaciones de Moreno y Belgrano, un rol
primario en la obstaculización de la segunda independencia argentina y
unasureña.La puja distributiva debe retomar las consignas y acciones
de 2008 y de fines de 2007 (Kirchner aumentó en enero y noviembre las
retenciones a las exportaciones de granos), aprendiendo de las grandes
lecciones arrojadas por el conflicto de la 125.Se impone una nueva Ley
Agraria de la Democracia, que reactualice la 20.573. Una ley que cree
una Empresa Nacional de Granos con participación de las provincias y
las cooperativas (desde FECOFE a las de Coninagro y Federación
Agraria), asociada estratégicamente a las grandes exportadoras en
porcentajes según los cultivos (pero nunca menor al 51 por ciento).Una
ley que asimismo profundice el federalismo de masas con más recursos
para el Fondo Solidario de la Soja, que permita llevar a cero las
retenciones a las exportaciones para los pequeños y medianos
productores.La masa de recursos que permitió alcanzar las grandes
conquistas sociales y productivas de los últimos años provino de la
estatización parcial de la renta agraria. Como las cadenas externas
cortadas por la política del desendeudamiento, la captación de renta
agraria comenzó a cortar las cadenas internas que obstaculizan a la
Argentina de los 40 millones. Informalmente quedaría demostrado que
los productos y subproductos del agro son y deben declararse de
utilidad pública; falta ahora que se los declare por ley. El excedente
social estratégico para liberar las fuerzas productivas del país y
modernizar su economía, en un contexto de reindustrialización
sostenida con justicia y equidad social, es la renta agraria.
Publicado en Tiempo Argentino