16 jul 2012

Por una Empresa Nacional de Granos, para defender y profundizar el modelo Por Federico Bernal

La semana pasada se cumplió un nuevo aniversario de la independencia de EE UU.Pero como fuera analizado en nuestra columna del pasado 5 de julio, en realidad se trató de un proceso incompleto: la independencia económica (y cultural) de la metrópolis se alcanzó recién en 1865, con la derrota del sur esclavista, subdesarrollado y secesionista.

Eran los  Estados sureños ligados a la industria textil inglesa, que para 1860  
explicaban el 11% de la producción industrial de la Nación, a pesar de  
tener el 36% de la población total (Walter Licht. Industrializing  
America.Pág. 36). Entre 1776 y 1865, Gran Bretaña, si bien muy  
golpeada en sus posesiones norteamericanas, seguía interactuando  
fuertemente con las clases dominantes de los Estados separatistas,  
clases que trababan, no sólo el despegue de las fuerzas productivas  
estadounidenses, sino que amenazaban balcanizar la nación.El triunfo  
de la Unión cristalizó la segunda independencia de EE UU.Ahora,  
pasemos a la independencia "argentina", celebrada días atrás.Con  
motivo del 196º aniversario, la presidenta de la Nación comenzó su  
discurso recordando la importancia estratégica de la exitosa política  
de desendeudamiento pergeñada por Néstor Kirchner. El ex presidente  
fue quien nos propuso "romper las cadenas que durante décadas se  
habían tejido sobre las posibilidades del pueblo argentino; [?] esa  
deuda externa feroz que nos obstruía, que obturaba toda posibilidad de  
crecimiento y desarrollo; esa dependencia [del FMI] que nos daba  
clases a nosotros y al mundo". El kirchnerismo rompió las cadenas de  
opresión económica y financiera que nos ataban al centro financiero y  
especulador occidental. La transformación fue revolucionaria y  
fortaleció al modelo iniciado en 2003. Este fue uno de sus pilares, ¿y  
el otro? A propósito del ejemplo estadounidense y de nuestro proceso  
independentista, al pueblo argentino (y latinoamericano en general)  
aún le queda por alcanzar su segunda independencia.En efecto, la  
presidenta viene señalando una y otra vez este estratégico concepto,  
sobre todo en sus últimas alocuciones. ¿De quién o quiénes tenemos que  
independizarnos esta vez? ¿Cuáles son las barreras que, parafraseando  
a Cristina Fernández, siguen obstruyendo el crecimiento y desarrollo  
del pueblo y la economía nacional? CUANDO LAS BARRERAS NO ESTÁN EN EL  
PROPIO MODELO. Invitado por la Universidad Nacional Arturo Jauretche  
unas semanas atrás, tuve el honor de brindar una charla sobre la  
renacionalización de YPF. Coincidí en la mesa con Alejandro Robba,  
subsecretario de Coordinación Económica del Ministerio de Economía,  
quien comenzó su exposición con una gran verdad: "Para profundizar el  
modelo, debemos remover todas y cada una de las barreras que surgen de  
las mismas metas del modelo de crecimiento acelerado, empleo formal e  
inclusión". Escuchándolo, me vinieron dos ref lexiones: ¿y si las  
barreras provienen del modelo opuesto, esto es, el prohijado desde los  
sectores separatistas, subdesarrollados y esclavistas (de millones de  
argentinos) que, como en el Estados Unidos previo a 1865, aún siguen  
vigentes y poderosos? ¿Cómo se sortean o eliminan tales barreras?  
¿Cómo vencer a los sectores históricamente vinculados a una Argentina  
semicolonial, benefactores de industrias foráneas pero productores en  
masa de pobreza y exclusión fronteras adentro? EL AÑO DE LA SEGUNDA  
INDEPENDENCIA.En 2013, la sequía dejará su lugar al benevolente  
fenómeno climático del Niño y sus regulares precipitaciones.Un mínimo  
de 50 millones de toneladas de soja producirá la cosecha 2012/13, con  
un precio internacional de la oleaginosa que, con seguridad, batirá  
nuevos records.Si multiplicamos las 50 millones de toneladas al precio  
promedio del primer semestre de este año (521,4 dólares por tonelada),  
la producción sojera nacional se ubicará por encima de los 26 mil  
millones de dólares o 117.315 millones de pesos (paridad a julio).  
Esto, claro, sin contar con la "industrialización" de la cadena  
sojera. Igual comportamiento se está registrando con los precios del  
maíz y del trigo. Además, 2013 será un año fundamental por las  
elecciones legislativas en el país (renueva la mitad de diputados y un  
tercio de senadores) y la continuidad de la recesión en Europa y  
Estados Unidos.En fin y por donde se lo mire, 2013 será medular en  
nuestra segunda independencia.Los meses que restan de este año, así  
como los primeros del siguiente, deberán ser testigos de decisiones  
vitales a la resolución de la cuestión nacional, todo lo cual nos  
lleva a responder las preguntas formuladas más arriba. De los 117.315  
millones de pesos que podría generar la soja en 2013, al Estado le  
corresponderían, en concepto de retenciones, unos 35.194 millones (las  
exportaciones totales de granos en 2011 rondaron los 31.000 millones  
de dólares). Más del 60% de la renta quedará en poder de las grandes  
exportadoras, los pooles de siembra y el sector concentrado y  
reaccionario de los productores.El país de los 40 millones se perderá  
una ingente masa de capital, pues como es sabido, la ubérrima Pampa  
húmeda jamás estuvo ni estará interesada en desplegar su energía  
interior hacia la diversificación de la economía agrícola del  
país.CRISIS INTERNACIONAL GRANOS, Y OPORTUNIDAD HISTÓRICA. No obstante  
y como magistralmente enseñó Abelardo Ramos, la reacción agropecuaria  
sí consiguió diversificar mínimamente la economía del país ?por  
supuesto, siempre muy tímidamente y en función de sus propias  
limitaciones e intereses de clase?.Y lo hizo siempre "a través de las  
grandes conmociones del régimen capitalista mundial". ¿Acaso no fue  
este el origen de la Junta Nacional de Granos, luego profundizada en  
su rol nacional, popular e industrializador por el general Perón? El  
IAPI fue clausurado a partir de 1955. Dos décadas más tarde, con el  
tercer gobierno de Perón, se intentaría recrearlo, de la mano de la  
nacionalización del comercio exterior e interior agrícola en 1973, con  
la creación paralela de una Empresa Nacional de Granos (Ley 20.573).  
Pero la ley promulgada en diciembre de ese año por el gran líder  
argent ino y lat inoamericano sería abrogada el 5 de abril de 1976 por  
el Decreto Ley 21.288 firmado por Martínez de Hoz y Videla.HACIA UNA  
EMPRESA NACIONAL DE GRANOS. Las únicas barreras al modelo vigente  
provienen de las fuerzas internas vinculadas a la Argentina  
semicolonial, fuerzas que juegan, como la han hecho desde el  
derrocamiento del Plan de Operaciones de Moreno y Belgrano, un rol  
primario en la obstaculización de la segunda independencia argentina y  
unasureña.La puja distributiva debe retomar las consignas y acciones  
de 2008 y de fines de 2007 (Kirchner aumentó en enero y noviembre las  
retenciones a las exportaciones de granos), aprendiendo de las grandes  
lecciones arrojadas por el conflicto de la 125.Se impone una nueva Ley  
Agraria de la Democracia, que reactualice la 20.573. Una ley que cree  
una Empresa Nacional de Granos con participación de las provincias y  
las cooperativas (desde FECOFE a las de Coninagro y Federación  
Agraria), asociada estratégicamente a las grandes exportadoras en  
porcentajes según los cultivos (pero nunca menor al 51 por ciento).Una  
ley que asimismo profundice el federalismo de masas con más recursos  
para el Fondo Solidario de la Soja, que permita llevar a cero las  
retenciones a las exportaciones para los pequeños y medianos  
productores.La masa de recursos que permitió alcanzar las grandes  
conquistas sociales y productivas de los últimos años provino de la  
estatización parcial de la renta agraria. Como las cadenas externas  
cortadas por la política del desendeudamiento, la captación de renta  
agraria comenzó a cortar las cadenas internas que obstaculizan a la  
Argentina de los 40 millones. Informalmente quedaría demostrado que  
los productos y subproductos del agro son y deben declararse de  
utilidad pública; falta ahora que se los declare por ley. El excedente  
social estratégico para liberar las fuerzas productivas del país y  
modernizar su economía, en un contexto de reindustrialización  
sostenida con justicia y equidad social, es la renta agraria.
Publicado en Tiempo Argentino