29 may 2011

42 años despues... por Fernando Abel Maurente

La sensación, para los que vivieron aquella época, era que este segundo ciclo de la “Revolución Libertadora”, la “Revolución Argentina”, iba a extenderse por tres décadas. Así por lo menos lo habían anunciado sus promotores.
A esa sensación asociábamos la imagen del autócrata Onganía acariciando el bastón presidencial, parado frente a un ventanal de la Rosada, mientras su torva mirada recorría una plaza de Mayo semidesierta, convencido de ser el fiel custodio de los valores del occidente. Mientras el incípido general veía pasar los otoños, su ministro de Economía, el ciudadano norteamericano Adalbert Krieger Vasena se ocupaba de hundir al país, entregándolo todo a la voracidad del capital extranjero.
42 años han pasado de ese terremoto social que conmovió al país. La CMM consideró importante recordarlo. Aspiramos a que los jóvenes de hoy puedan comprender el profundo significado que tuvo el “cordobazo”: que la Historia la hacen y la deciden los pueblos. Los acontecimientos convocaron a la generación del 60 a salvar el honor de una Patria encadenada. Esos jóvenes respondieron generosamente e inundaron las calles con su energía revolucionaria: Rosario, Corrientes, Tucumán, Mendoza, Resistencia, Salta precedieron a la rebelión cordobesa
El país estalló y Onganía pagó por los bombardeos a la Plaza de Mayo (Junio de 1955), la masacre de León Suarez y los fusilamientos de militares patriotas (Junio de 1956), la traición frondicista y el Plan Conintes, la usurpación de azules y colorados, la anulación del triunfo peronista (1962) y la caída de Frondizi, el impedimento del regreso de Perón (1964), la ilegitimadad del acto eleccionario de 1963, el golpe del 66, “la noche de los bastones largos”, la extranjerización de la economía, la persecución y las proscripciones, el cierre e intervención de las Universidades, la prohibición de las actividades políticas, el estado de sitio, la ley marcial, la intervención a los sindicatos, el secuestro de Vallese, la eliminación del sábado inglés para los obreros de varias provincias del interior…

En algún momento todo este cúmulo de tensiones tenía que estallar. Los gobiernos usurpadores después de 1955 fueron preparando con la delectación de un orfebre este estallido.

El cordobazo, es importante subrayar, modificó el mapa político argentino.

En, 1968, apenas un año antes, el viejo coronel exiliado en Madrid, estaba convencido que su retorno a la Argentina era imposible. Los argentinos tenían un gran desinterés por todo lo que fuera actividad política, Juan Carlos Onganía paseaba en carruaje con el duque de Edimburgo, ”Operación Jajá” de los hermanos Sofovich y “Matrimonios y algo más” de Moser, concitaban la atención de millones de personas que parecían “ideotizadas” por la “caja boba”. En menos de tres años hubo elecciones y el “tirano prófugo” fue nuevamente presidente. Fue devuelto el cuerpo de Evita y muchos de los que cantaban “ni votos, ni botas..” terminaron ocupando funciones de diputados, senadores o intendentes….Un detalle: Perón jamás reivindicó “el cordobazo”, aunque, sí alentó a los grupos terroristas que actuaban tácticamente, respondiendo (en un principio) a su estrategia. Como buen militar sabía, por profesión, que los grupos terroristas nunca acceden al poder y como buen estratega burgués utilizó sus servicios para negociar con la dictadura militar

Otras de las singularidades del “cordobazo” fue la participación de los obreros mejor pagos del país (a quienes unas semanas antes habíanle anulado el sábado inglés) y los más calificados laboral e intelectualmente, ya que la mayoría de ellos habían cursado el secundario y hasta el terciario capacitándose en áreas técnico- mecánicas

La Historia aún tiene pendientes de investigar el rol que cumplió Vandor en el “cordobazo” y el intento de un sector de las clases medias por socavar la hegemonía del proletariado industrial en la conducción del proceso revolucionario argentino. Los grupos terroristas (ERP-FAR-montoneros) desdeñaban la acción de huelgas y movilizaciones subestimando su poder transformador. Consideraban a la “lucha armada” como un método superior a los métodos de las grandes masas en acción[1] No es casual que todos estos grupos, tristemente célebres, hayan surgido después del “cordobazo”. Toda la bibliografía que ha aparecido hasta ahora muestra a las organizaciones militarizadas, no sólo compitiendo entre sí (a pesar de la aparente solidaridad entre ellas) sino tratando de competir en la conducción del proceso anti-dictatorial, entorpeciendo y congelando la experiencia colectiva (la alianza obrero-estudiantil) y los métodos de lucha de los trabajadores argentinos.