24 sept 2010

Congreso AEDA-2010: un programa para una Argentina democrática, industrial y moderna Por Federico Bernal


Federico Bernal
En el Bicentenario, y como nunca antes desde la histórica década peronista del ’45 al ’55, los dos modelos antagónicos de país vuelven a la máxima fricción e incompatibilidad. Como en aquella década, no ha sido la agudización de las contradicciones entre modelos sino el equilibrio de sus fuerzas objetivas y subjetivas lo que viabiliza las condiciones para la consolidación de una Argentina moderna, económicamente diversificada y socialmente justa.
Pero si en aquella década histórica las condiciones objetivas incubadas durante la industrialización tímida e involuntaria de la década del ’30 y la Segunda Guerra Mundial posibilitaron el nacimiento del peronismo, la exclusión social, la desindustrialización masiva y el imperio de las corporaciones durante casi medio siglo propiciaron el resurgimiento de ese mismo peronismo histórico. En efecto, desde 2003 a la fecha, el kirchnerismo viene desandando a su modo la Argentina oligárquica y corporativa, reinstalando viejas e instalando nuevas condiciones objetivas y subjetivas para el fortalecimiento de una Argentina democrática, industrial y moderna. El doble rol estratégico de AEDA. En este marco de reconstrucción del país, usinas del pensamiento y el accionar nacional van proliferando y se van fortaleciendo a tono con los logros y desafíos del modelo de desarrollo kirchnerista. Tal es el caso de la Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina (AEDA), espacio reconocido ya como uno de los principales baluartes técnico-políticos del nuevo país que asoma.

En AEDA convive además una importante dosis de heterogeneidad de concepciones y conceptos, diversidad que, lejos de entorpecer la obtención de respuestas y soluciones a las contradicciones, los límites y las dificultades del país soberano puesto en marcha en 2003, promueve una riquísima multiplicidad de metodologías y soluciones en dirección a seguir profundizando y optimizando el camino trazado. Efectivamente, en su segundo congreso nacional desde su fundación en 2008, AEDA desempeña el doble rol estratégico de pensar los lineamientos del programa nacional y popular que, puesto en palabras de su presidente Matías Kulfas, “contribuyan a consolidar un nuevo proyecto económico y social para la Argentina”. ¿Por qué doble rol estratégico? Por un lado, porque AEDA es la respuesta más nacional y más poderosa (generacional y técnicamente hablando) al histórico y bicentenario programa de la reacción; y por el otro, porque en AEDA se va horneando un programa a largo plazo para las emergentes clases y sectores sociales y productivos refractarios de la republiqueta de las vacas y los granos.

AEDA contra el modelo agro-exportador. Para Mariano Grondona: “Durante el milagro argentino (1880-1930), la Argentina fue culturalmente francesa, alemana en su ejército, inglesa en su Marina, demográficamente española e italiana, y nuevamente inglesa en su estilo, en el campo y en el comercio, así como victoriana en sus valores éticos y romana en su tradición religiosa. [Pero el milagro argentino] terminó con la llegada de la década del ’30.

En adelante, la Argentina dejaría de crecer económicamente, mientras unos treinta países, viejos o nuevos ricos, crecían impetuosamente, sobre todo a partir de la posguerra de 1945” (Mariano Grondona. La Nación - 2/09/01 y El Poskirchnerismo, 2009). Resulta siempre útil recordar tan magistral exponente del atraso y la reacción. Los representantes de la Argentina “granero del mundo” no quieren ni pueden permitir ser “Argentina en América”, pues ello implicaría transitar por una senda de desarrollo autónomo, senda cuyo motor fundamental pasa por la presencia de un mercado interno pujante y en permanente expansión. Y un mercado interno que además trascienda las fronteras del país para abrazar a toda la América del Sur, nutriéndose de la complementariedad y el eslabonamiento productivo, científico y tecnológico de la región en su conjunto.

El neoliberalismo criollo quiere convertir a la Argentina en la republiqueta del eje sojero Rosario-Córdoba, donde una élite minúscula excluya y postergue al resto de la sociedad hasta el fin de los tiempos. Por su mentalidad importada, lograr tal cometido bien podría asemejarse con instalar una Europa (occidental) en el corazón de la Patria Grande, tal como se intentó hacer en el Centenario, justamente cuando el “milagro argentino” alcanzaba su cenit. A propósito, así también lo entiende el inefable presidente de la Sociedad Rural Argentina, el señor Biolcati: “Cuando cumplió su primer siglo de vida [la Argentina] era uno de los principales exportadores del mundo. En el Centenario éramos el granero del mundo y una de las naciones más prósperas del planeta. En el primer Centenario, la Argentina ocupaba el 8° lugar entre los países del mundo. Cien años después, estamos disputando el puesto 57” (Discurso inaugural de la 124ª Exposición de Ganadería, Agricultura e Industria - 31/07/10).

Tanto el pensamiento de Grondona como el de Biolcati sirven para identificar los basamentos de la estructura neoliberal en el país. En el congreso de AEDA se describieron los cimientos de una Argentina industrial, inclusiva y socioeconómicamente desarrollada. Así lo expresa Paula Español, vicepresidenta de AEDA: “Hay elementos que deben ser parte obligada de la agenda futura de los países en desarrollo: la complementariedad entre el aprendizaje tecnológico y el desarrollo de capacidades propias de producción; el reconocimiento del rol que juega la industria naciente y su consolidación; la importancia del manejo de las rentas y sus implicancias de economía política; el rol del Estado como regulador, financista y coordinador de la estrategia de desarrollo, entre otros temas clave”.

Trabajar para el surgimiento de estas cuestiones y su real aplicación y arraigo en el contexto productivo nacional implica darle una fortísima y obligada estabilidad a la estructura de la Argentina de nuestros días. Sólo de esta manera habremos de ir eliminando a paso firme y sin aventurerismos de izquierda la obsoleta estructura de dominación oligárquica en el país.

AEDA y el desafío de profundizar el modelo industrial y socialmente justo. Tal como Ma­tías Kulfas, presidente de la asociación, manifiesta: “La realización de un congreso anual que pudiera reunir y aglutinar las diferentes expresiones del pensamiento económico heterodoxo de nuestro país ha sido uno de los objetivos centrales que se plantearon en el momento fundacional de AEDA, en el año 2008. Hoy asistimos a la realización de nuestro segundo congreso, el cual incluirá a más de 100 expositores de todo el país e invitados especiales locales e internacionales”. Si la reacción nos impuso un modelo de exclusión y pobreza a sangre y fuego, la fuerza de las ideas, las sólidas investigaciones y los resultados emanados del congreso de AEDA sientan las bases de un modelo de inclusión, producción y empleo que terminará imponiéndose por el pacífico pero irrefrenable impulso de las grandes mayorías postergadas.

En este país progresivamente antagónico al anhelado por los representantes del “granero del mundo”, resulta imperioso trabajar para el fortalecimiento de una Argentina democrática, industrial y moderna. Por cierto, una Argentina en la cual y como bien señala Iván Heyn, secretario general de AEDA: “La riqueza y el desarrollo no vengan de la mano de la naturaleza, sino del esfuerzo colectivo para realizar actividades productivas más complejas y con alto valor agregado”. Tanto acá como en la China, nada de esto podrá alcanzarse sin un Estado protagonista y rector del desarrollo nacional. En esta dirección avanza AEDA, porque es consciente de que no habrá real y genuina fortaleza del campo nacional en este Bicentenario definitorio sin la construcción de los “Lineamientos para un cambio estructural de la economía argentina”, tal como se ha dado en llamar al presente congreso.

No es de extrañar, por lo tanto, que el evento haya contado con la participación de los economistas Bernardo Kosacoff y Aldo Ferrer, del ex ministro de economía Miguel Peirano, del presidente de ADIMRA, Juan Carlos Lascurain; del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y de la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Desarrollismo nacional, industria, empleo digno y política monetaria subordinada al desenvolvimiento del aparato productivo y la diversificación económica del país se condensaron en tan notables exponentes que, al igual que millones de compatriotas, lejos de tragarse el zapo del “granero del mundo” trabajan, confían y apuestan por una Argentina justa, democrática, desarrollada, plural y dueña de su propio destino.

En momentos de grandes definiciones, donde los argentinos y las argentinas hijas del 17 de Octubre, de diciembre de 2001 y de los festejos de mayo del Bicentenario reclaman la profundización del modelo vigente, no se le puede pedir mejor iniciativa a la Argentina heterodoxa y revolucionaria que un nuevo Plan de Operaciones a la altura del desafío exigido por los tiempos que corren. AEDA construye y aporta en esta dirección. AEDA es la contracara del atraso y el subdesarrollo. Ha llegado la hora del cambio estructural. Ha llegado la hora de eliminar de cuajo y definitivamente los pilares económicos de la Argentina satélite y semicolonial.

Director del Centro Latinoamericano de Investigaciones Científicas y Técnicas (CLICeT)
http://www.elargentino.com/nota-107415-Congreso-AEDA-2010-un-programa-para-una-Argentina-democratica-industrial-y-moderna.html