27 sept 2010

Argentina: un buen ejemplo para el mundo Por Nelson Ferrer


Nelson Ferrer
Desde septiembre de 2008, momento de la eclosión de la crisis mundial, se han perdido 30 millones de puestos de trabajo. El lunes 13 del corriente, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, sostuvo que “el mercado laboral está en una situación catastrófica” y remarcó que “el problema no se resolverá con las recetas de siempre”.
Tales afirmaciones las realizó en Oslo, en la Conferencia sobre Empleo, que reúne a expertos y mandatarios europeos. Un informe preparado para dicha jornada por el FMI y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) revela que la crisis internacional generó 30 millones de desocupados en los últimos tres años. Estos desempleados adicionales elevaron la cifra mundial de desocupados a 210 millones.
En la Argentina, el nivel de empleo ya superó los niveles que registraba al comienzo de la crisis internacional.
La noticia podría resumirse así: “Mientras que en el mundo se perdieron 30 millones de empleos, en la Argentina se recuperaron todos y se crearon otros nuevos”. Ya en el segundo trimestre del presente año, según informes del Ministerio de Trabajo, se habían creado alrededor de 160 mil empleos formales en las empresas privadas de todo el país. En términos absolutos, se estimaba que desde el inicio de la fase de recuperación hasta junio de 2010, el nivel de empleo alcanzado era tan sólo algo inferior (-0,2%) al observado en el mes previo al inicio de la crisis (septiembre de 2008).

El crecimiento de la actividad económica correspondiente al mes de julio fue más que suficiente para que el empleo registrado se haya incrementado muy por encima del 0,2% que aún faltaba recuperar. Por lo tanto, los datos del tercer trimestre confirmarán que en materia de empleo las secuelas de la crisis habrán desaparecido.

Las estadísticas oficiales que se darán a conocer en octubre constatarán algo ocurrido tres meses antes. No obstante ello, la “noticia” ameritará que se le dediquen las primeras planas de los diarios y los espacios centrales en los noticieros.

Sin embargo, algunos analistas enfatizarán el aspecto negativo que representa el hecho de que en la Argentina, el crecimiento del empleo asalariado registrado no presenta el mismo dinamismo experimentado que la actividad económica. Y habrá que darles la razón, puesto que mientras la producción ya ha retomado el mismo vigor que el observado entre los años 2004 y 2008, el empleo registrado aún se encuentra más rezagado con respecto a las tasas de crecimiento de aquel período.

Según un informe del Ministerio de Trabajo, en 2005 y 2006, el empleo registrado creció prácticamente en la misma magnitud que la actividad económica, ya que la diferencia en la tasa de variación entre ambas dimensiones no superó el punto porcentual. En el período 2007 - 2008, la brecha entre el crecimiento del producto y el empleo aumentó considerablemente, porque mientras la actividad económica creció alrededor del 8,4%, el empleo se incrementó un poco más del 5 por ciento.

En cambio, en el segundo trimestre de 2010 se verificó una marcada distancia entre la expansión de la economía y la generación de puestos de trabajo. Mientras que la actividad económica alcanzó una tasa de crecimiento del 8,9%, el empleo formal sólo creció 2,4% en términos interanuales.

Entre las múltiples causas que pueden explicar este fenómeno está el aumento de las “horas extra” trabajadas (7,6%) y una mejora sensible de la productividad. Sin embargo, las autoridades del Ministerio de Trabajo atribuyen la merma del crecimiento del empleo con respecto al aumento de la producción a factores propios de la salida de toda crisis. Para explicarlo, comparan la situación actual con los períodos de poscrisis, como la del efecto “Tequila” y la devenida con el quiebre de la convertibilidad. No obstante ello, los expertos del ministerio señalan algunas diferencias esenciales entre la salida de la crisis actual y las que hemos referido anteriormente.

– Tres son los aspectos distintivos resaltados en el mencionado estudio:
a) el nivel de empleo privado registrado hoy, después de un año de iniciada la fase de recuperación, es mucho más elevado que pasado el mismo período en las crisis anteriores;
b) la cantidad de puestos perdidos en esta última etapa contractiva es significativamente inferior a la verificada en las otras dos crisis, y por lo tanto;
c) el tiempo transcurrido para recuperar el mismo nivel de empleo que había en el momento precrisis es sustantivamente menor en la actualidad que en las dos etapas contractivas anteriores.

– Cantidad y calidad de puestos de trabajo
“Con respecto al primer punto, es indudable que en la actual etapa, con la implementación sostenida desde 2003 de un patrón productivo orientado a promover el crecimiento económico a través de la expansión de la demanda efectiva y del empleo de calidad, la cantidad de trabajadores formales resulte mucho más elevada que en las crisis anteriores.
En efecto, en junio de 2010, después de transcurrido un año desde el comienzo del proceso de recuperación del empleo, la cantidad de puestos de trabajo es casi un 38% mayor a la verificada en el mismo momento de la etapa de recuperación en la crisis 2001/02; y alrededor de un 25% más elevado después de pasado un año de crecimiento en el período post-Tequila”.

– Destrucción de puestos de trabajo
“Como segunda diferencia, se observa que el impacto en la destrucción de puestos de trabajo fue muy distinto en cada una de las crisis analizadas. Así se destaca que en el crac financiero 2008/09, sólo se perdió un 3% del empleo privado en la fase contractiva (septiembre 2008/junio 2009) y que en la actualidad ya se ha alcanzado a contabilizar prácticamente la misma cantidad de trabajadores que los registrados antes del impacto de la crisis global: el nivel de empleo en junio 2010 estaba sólo un 0,2% por debajo del de septiembre de 2008.

En cambio, en las crisis anteriores, la pérdida de puestos de trabajo durante las fases contractivas fueron de una magnitud mucho mayor: 7,2% con el “efecto Tequila” (diciembre 1994 / marzo 1996); y 12,8% con el quiebre del régimen de convertibilidad (marzo 2001 / septiembre 2002). Asimismo, luego de 12 meses de iniciadas las respectivas fases de recuperación del empleo, la cantidad de puestos de trabajo se encontraba aún en un nivel inferior al existente el mes anterior al comienzo de la etapa recesiva: -3,1% (diciembre 1994 / marzo 1997) y -9,1% (marzo 2001 / septiembre 2003)”.

Tiempo de recuperación. “En tercer lugar, cabe también destacar como diferencia más que importante, el lapso que transcurrió para que el mercado de trabajo vuelva a contar con la misma cantidad de asalariados formales registrados que tenía previo a la fase contractiva.
Luego del “efecto Tequila” fue necesario que pasaran tres años para recuperar el mismo nivel de empleo que había en diciembre de 1994, y después de la crisis 2001/02 el empleo recupera el nivel anterior en febrero 2005, es decir, sólo un mes antes de cumplirse cuatro años de iniciada la crisis. En cambio, en junio 2010, algunos meses antes de cumplirse los dos años desde el inicio de la etapa contractiva, ya se verifica prácticamente la misma cantidad de trabajadores registrados que se contabilizaban en septiembre 2008.

“De este modo, se puede afirmar que a pesar de que en la actualidad el empleo asalariado registrado presenta una dinámica de crecimiento similar a la observada en otras etapas de recuperación económica, la situación del trabajo formal hoy es incomparablemente mejor que en el pasado. Este hecho confirma la relevancia de las medidas y esfuerzos llevados adelante por el Estado nacional para efectivizar el crecimiento del empleo de calidad y sostener el empleo y el vínculo laboral durante la etapa de crisis”, concluye el informe.

Si del análisis precedente se puede esperar que en 2011 el desempleo se reduzca al 6%, confirmando la predicción del ministro Tomada, no es menos importante destacar que en el período sujeto a estudio, los salarios han aumentado considerablemente y su poder adquisitivo ha recuperado terreno con respecto a la etapa anterior al inicio de la crisis. En el último año, los salarios crecieron en promedio alrededor de 27%, mientras que el salario mínimo vital y móvil experimentó un aumento de 23% (a percibirse en dos etapas). El poder de compra de este último se acrecentó un 2,71% anual, lo que lo convierte en salario mínimo vital y móvil líder de la región.

Es la primera vez en los últimos 60 años que los trabajadores argentinos no son los más perjudicados a la salida de una crisis de la magnitud de la que acabamos de dejar atrás.

* Periodista y escritor
http://www.elargentino.com/nota-107554-Argentina-un-buen-ejemplo-para-el-mundo.html