22 ago 2010

La Villa Rodrigo Bueno pone en jaque a un nuevo barrio de lujo Por Claudio Mardones

La puja entre una urbanización popular y el negocio inmobiliario en Puerto Madero

Los vecinos quieren la radicación definitiva. Y buscarán garantizarla con un proyecto de ley que presentarán esta semana. El gobierno porteño, en cambio, impulsa Solares de Santa María, un emprendimiento de la empresa IRSA.  La interminable puja por la tierra y el techo dentro de la Ciudad de Buenos Aires sumará desde esta semana un nuevo conflicto que ha permanecido en estado latente durante años, pero que recrudeció hace un mes, cuando el jefe de gobierno Mauricio Macri presentó un proyecto de ley ante la Legislatura porteña para autorizar la construcción de una segunda versión de Puerto Madero en las 70 hectáreas que pertenecieron durante tres décadas a la Ciudad Deportiva del club Boca Juniors.Se trata del barrio de lujo Solares de Santa María, un emprendimiento inmobiliario impulsado por la empresa IRSA que llevará los precios de esas tierras vírgenes a unos 600 millones de pesos.
Mientras el proyecto es debatido entre asesores, lobbistas y diputados, los demás vecinos de esos predios que integran la Reserva Ecológica Sur, observan con preocupación el avance del proyecto. “Esta vez vienen en serio. En 2006 hubo un plan para erradicarnos y cuando se descubrió que estaban pagando 100 subsidios truchos, todo se detuvo, pero ahora que están a un paso de conseguir los permisos para hacer otro Puerto Madero, no nos vamos a quedar de brazos cruzados”, cuenta Luis Espinoza, mientras se esfuerza para evitar que la tos le arruine la entrevista.
 HUMEDAD. Espinoza, como sus cuatro mil vecinos, habitan la Villa Rodrigo Bueno de Costanera Sur, uno de los asentamientos irregulares que más crecieron en los últimos años. Para Luis, la tos es una vieja compañera que no lo abandona. Es lógico: lleva más de 15 años viviendo al lado del Río de la Plata en el último confín porteño de la ribera sur. Allí, durante el invierno y a escasas tres cuadras de Puerto Madero, la humedad cala los huesos y comprime las vías respiratorias de todos sus habitantes. Quizás por eso, la mayoría de los 197 niños de 3 años y los 1200 menores de 18 que habitan en sus cuatro largas manzanas, tienen graves problemas respiratorios que son atendidos en una salita de San Telmo.
“Esto era un yuyal cuando llegué, pero ahora, luego de 20 años de aguante, quiero quedarme a vivir acá con mi mujer y mis cuatro hijos, porque quiero ver nacer a mi nieto en el barrio donde se criaron sus padres”, dice Jesús, uno de los vecinos más conocidos de la manzana 1. Para “Mario Bros”, como le dicen sus vecinos en honor al enorme bigote que usó durante más de una década, la única salida “es bancar los trapos, defender lo que nos pertenece y evitar que nos saquen del barrio que hemos construido”.
RADICACIÓN. A diferencia de otros combates cuerpo a cuerpo que les ha tocado enfrentar en 2006 y 2007 para evitar la erradicación compulsiva, esta vez el primer frente de defensa será legislativo. Este miércoles, a las 16, la asamblea de vecinos de la Villa Rodrigo Bueno debatirá la redacción final de un proyecto de ley para conseguir “la reurbanización, con criterios de radicación definitiva” del barrio que comenzó como un asentamiento casi selvático en 1986 al lado del Río de la Plata.
Luego de las deliberaciones, el proyecto será presentado por la diputada de la Coalición Cívica Rocío Sánchez Andía, presidenta de la Comisión de Vivienda de la Legislatura Porteña.
El borrador fue confiado a este diario por los vecinos del barrio y cuenta con el apoyo de Proyecto Sur, el bloque Peronista y el Frente para la Victoria. Establece la creación de una Mesa de Planeamiento Participativo integrada por los representantes de cada manzana del barrio, los titulares de seis comisiones legislativas, un enviado del Instituto de Vivienda de la Ciudad y otro del Ministerio de Desarrollo Urbano. Significa un duro freno al ambicioso proyecto impulsado por el jefe de Gobierno Mauricio Macri y fogoneado por Augusto Rodríguez Larreta, hermano del jefe de Gabinete porteño y gerente de relaciones institucionales de IRSA. A los funcionarios de la ciudad, como para los diputados del PRO que se han comprometido en un polémico y confuso lobby a favor de la erradicación del barrio, la iniciativa vecinal cayó como una patada en el estómago.
No es para menos. Tiempo Argentino tuvo acceso al texto completo del convenio que Macri quiere aprobar dentro de la Legislatura Porteña y entre sus puntos, establece la cesión gratuita de los viejos terrenos de la ciudad deportiva a cambio de que la empresa desarrolle su proyecto, y no venda nada hasta que se haya construido toda la lujosísima urbanización del futuro barrio vip que buscará igualar el esplendor de Puerto Madero.
 LOS TÚNELES. Naturalmente, el texto solamente habla de urbanizar las futuras estructuras y no dice una palabra de la compleja geometría de Rodrigo Bueno, integrada por cuatro largas manzanas y cruzada por pasillos que, gracias al desnivel de sus tierras, parecen verdaderos túneles que conducen a las profundidades del barrio, es decir, la zona donde el Río de la Plata baña las precarias casas y las llena de basura y ratas. Pero las limitaciones del proyecto también tienen otro secreto. La propuesta firmada por Macri, y fogoneada hasta el cansancio por el diputado PRO Cristian Ritondo, entrega un terreno de 70 hectáreas cuando originalmente la Ciudad Deportiva tenía 40 hectáreas.
Como atenuante, los dueños del megaemprendimiento sostienen que la mitad de esas tierras serán para espacios públicos, pero sólo podrán ser disfrutados por los selectos clientes del real state que recorre Puerto Madero en busca de nuevas oportunidades.
Sin embargo, esos nuevos horizontes están vedados para los habitantes más pobres de Puerto Madero, es decir, las 990 familias que viven en el barrio Rodrigo Bueno.
La ausencia de alternativas para ellos roza el absurdo gracias a una vieja ley que proviene del menemismo. En 1989, cuando el entonces presidente Carlos Menem creó la Corporación Puerto Madero para trasformar los viejos docks en lujosas estructuras, estableció que el 12% de su presupuesto debía ser destinado a viviendas sociales. Eso nunca se hizo, a pesar de que la muestra más clara de la emergencia habitacional porteña se erige, a duras penas, a tres cuadras de las mega torres de 46 pisos que dominan la vista porteña.
Mientras tanto, la geografía de la Rodrigo Bueno sigue dominada por la precariedad. En su primer tramo, compuesto por las manzanas 1 y 2, parece que hubo un bombardeo. En 2006, cuando avanzó la primera parte del plan de erradicación que terminó en un caso de corrupción, los vecinos que aceptaron los subsidios destrozaron sus propias viviendas. Los que se quedaron cumplieron el acuerdo y jamás volvieron a ocupar las casas abandonadas.
Desde los hierros retorcidos y las paredes rotas que quedaron del último éxodo se ve la vieja casa de la Ciudad Deportiva.
“Ahí adentro tienen un bunker para desalojarnos”, señala preocupada Mayra Sánchez, que ha visto con sus propios ojos las cuadrillas de trabajadores que salen a desmalezar las tierras donde se construirá el mega proyecto. Ella quiere quedarse pero ve los avances de la constructora y se le congela la sangre. “Este es otro barrio de la ciudad y no nos podrán barrer así de fácil”, advirtieron los delegados Marino Sosa, Ricardo Melgarejo y German Succso.
Para ellos se trata del nuevo round de una vieja pelea donde se pone en juego el techo de sus hijos. Ya están acostumbrados a pelear con el fantasma del desalojo y a convivir con el temor de transformarse en otro grupo más de desplazados porteños. Los miedos arrancaron hace varios años, cuando nadie reparó, salvo ellos, en la escandalosa venta de los terrenos de Ciudad Deportiva a IRSA. La voz de alerta la dio el diputado Facundo Di Filippo, ex presidente de la Comisión de Vivienda y principal impulsor de una solución para evitar el meganegocio que les podría costar la expulsión.
Del otro lado del mostrador, en las oficinas del gobierno porteño, optaron por el silencio ante las consultas de este diario. Si bien sus voceros anunciaron en enero la urbanización de la Villa 31 de Retiro, y hace 15 días confirmaron la transformación de la 17 de Lugano, de la Villa Rodrigo Bueno no se animan a decir una palabra. Para diputados, constructores y funcionarios “en ese lugar la villa es inviable” y tienen millones de poderosas razones para sostenerlo. Están en un problema: hay 4000 vecinos que piensan todo lo contrario y se preparan para dar pelea. El problema es que sus hijos no paran de toser y la comuna sólo está interesada en que se vayan a enfermar a otra parte. <

Las fotos fueron registradas desde el piso 46 de la torre El Faro de Puerto Madero. Tiempo Argentino agradece a su administración y al Depto de Prensa de la Corporación Puerto Madero.