La oposición ha sacado a relucir últimamente todo el arsenal operativo de la vieja política, desde las mañas de un jugador fullero hasta chicanas propias de adolescentes. Todo vale para erosionar al rival, para desgastarlo, y a nadie le preocupan los intereses de la nación, qué va, ni las necesidades del pueblo. Si el embargo de fondos argentinos en LOS Estados Unidos sirve para golpear al gobierno, ¡bienvenido!, aunque nos cueste dinero.
Si la tozudez o los intereses subyacentes en la negativa a dimitir por parte del presidente del Banco Central se convierte en una buena piedra para tirarle por la cabeza al oficialismo, ¡aguante Redrado! Si el Gobierno nombra los funcionarios que le indica la ley de medios, la oposición dirá que abusa de su posición de poder, aunque ella misma se niegue a nominar a los propios, ya que al completarse el cuadro ya no habría obstáculos legales para que los plazos empiecen a correr. Todo es así, enmarañado y caótico, como en botica, porque a río revuelto, se sabe, ganancia de opositores.
El comportamiento de la oposición hacia el Gobierno recuerda el viejo refrán español: “Palo si bogas; palo si no bogas”, o a ese otro que dice “A Dios rogando y con el mazo dando”; incluso invita a parodiar a un clásico: “En el cielo las estrellas / en el campo las espinas / junto todas mis querellas / y se las tiro a Cristina”.
¿Acaso una oposición que sólo apela a la chicana y a la invectiva, cuando no al agravio o al catastrofismo, no muestra en ese acto una patética falta de proyectos alternativos a las políticas oficiales? ¿Dónde está el plan de gobierno 2011-2015 de las fracciones más importantes de la oposición? ¿Qué dicen al respecto Cobos, Duhalde y Carrió? Por ahora nada más que palabras, invocaciones a la institucionalidad, más palabras que no dicen nada, que no comprometen, que no profundizan el análisis hasta llegar al hueso de los problemas, invocaciones a la democracia, más palabras, nada por aquí, nada por allá; saludos a una bandera que todavía no fue izada.
En Gran Bretaña es tradicional que la oposición arme un gabinete “en las sombras”, cuyos miembros cuestionan las decisiones oficiales, ministerio por ministerio, y proponen otras medidas concretas en su reemplazo, sin bla-bla, para que el votante pueda juzgar ambas y escoger. Es decir, la oposición comunica qué es lo que haría respecto de cada tema puntual si fuera gobierno, para que el ciudadano pueda juzgar esos comportamientos con elementos de juicio válidos. Aquí lo único que está en la sombra es la mediocridad de la oposición.
Por ejemplo: ¿qué hubiera hecho la oposición respecto de los militares acusados de terrorismo de Estado? Apurar la continuidad a los juicios, como hizo el Gobierno, o proponer un indulto, como hizo Diego Guelar, dirigente del macrismo, o directamente decretarlo, como hizo Menem, que hoy también forma parte de la oposición, por si alguno lo ha olvidado? ¿Qué hubieran hecho los distintos grupos opositores con los fondos de la Anses: permitir que los bancos continuaran llevándose una formidable cantidad de dinero, como hizo Cavallo en los gobiernos de Menem y De la Rúa, o devolverle ese manejo al Estado? Y ¿qué hubieran hecho con la asignación universal por hijo, ya que se llenan la boca hablando de las necesidades insatisfechas del pueblo: otorgarla, como hizo el Gobierno, o mirar para otro lado? Podríamos seguir multiplicando las preguntas con la certeza de que nadie de la oposición nos daría una respuesta convincente.
Y viéndolo desde la vereda opuesta, ¿acaso el Gobierno nacional nombró a Abel Posse como ministro de Educación? ¿Acaso alguien del gobierno provincial afirmó que la bonaerense es la mejor policía del mundo? Acaso algún miembro del gabinete fue nombrado juez durante la dictadura?
Es fácil repartir mandobles a diestra y siniestra cuando no se está dispuesto a pagar los vidrios rotos, o cuando se tiene o se cree tener la impunidad suficiente para no responder ante la Justicia por los agravios descalificadores que los medios vuelcan una y otra vez. Pero algo es claro cada día para más gente: así no se construye una alternativa política, un modelo de país deseable, votable.
Quizá las distintas variables de ese mosaico llamado oposición todavía estén a tiempo de descubrir que “el ciempiés anda descalzo”, como dicen en Marruecos, y que la sociedad “tiene mil ojos”, como saben en China.
http://www.elargentino.com/nota-75058-Entre-manas-y-chicanas.html