27 ene 2010

El Banco Central y el proyecto nacional Por Alejandro Vanoli


Los hechos vinculados con la salida del presidente del Banco Central obligan a un análisis respecto de las misiones y funciones del banco y a las políticas que llevó a cabo el BCRA, su interacción con las políticas económicas y los efectos que éstas han provocado en el país.
Una lectura lineal e interesada parece reflejar que la responsabilidad de una política monetaria, cambiaria y financiera exitosa, corresponde exclusivamente a un Banco Central independiente, técnico y racional que se constituye en un dique de contención sobre los excesos demagógicos de la política y de los heterodoxos populistas.
Lo cierto es que la política llevada a cabo por Redrado (MR) desnuda preconceptos ideológicos obsoletos y ha sido funcional a ciertos intereses rentísticos en desmedro de los sectores productivos. En verdad la ejecución de la política monetaria, cambiaria, crediticia y regulatoria presentó serias insuficiencias, cuando no errores que implicaron no sólo pérdidas directas para el Banco Central sino restricciones para la recuperación poscrisis global.
Errores posibles por las limitaciones de la normativa vigente y la delegación de funciones monetarias y cambiarias en el presidente muchos años atrás, delegación que el directorio del BCRA sabiamente ya ha revocado.
El crecimiento económico y social desde el 2003 desde una perspectiva general, así como la acumulación de reservas y la solvencia del sistema financiero, son mérito de la política económica en el marco de un proceso político que lo encuadró y no del presidente del Banco Central.
Falencias ideológicas. Para la sabiduría convencional de la “profesión” o de los economistas “serios”, el BCRA debe velar exclusivamente por el valor de la moneda y lograr una inflación baja, lo que supone una política monetaria restrictiva, control del gasto publico, contención de los salarios, supresión de los instrumentos heterodoxos en el control de la inflación, etcétera.
Ese discurso soterrado desde la crisis y recuperación pos 2003, progresivamente retornó en “un in crescendo” de comentarios semipúblicos en el exterior por parte de MR, hasta recientes apariciones públicas incluyendo los últimos informes del Banco Central, que sugerían un ajuste ortodoxo.
Lo cierto es que esas políticas neoliberales macro han sido las responsables de la decadencia argentina 1976-2002. Por el contrario, fueron las políticas procrecimiento, recuperar el consumo popular y la inversión publica, la política de tipo de cambio alto, la acumulación de reservas, la dura negociación con los acreedores privados, la cancelación de la deuda con el FMI y el fin de los programas de ajuste, las políticas de ingresos y defensa estatal del empleo, la firmeza en la defensa del interés nacional y los bolsillos populares, ante los sectores transnacionales concentrados, las responsables de la recuperación del país.
En esa línea el Gobierno nacional fue coherente en sostener la actividad en el 2009 y sabiamente desoyó los consejos de los gurúes que pedían enfriar la economía. Más allá de los devastadores efectos que esa política hubiese causado en la actividad económica, las políticas restrictivas son claramente ineficaces para reducir la inflación, especialmente en países subdesarrollados.
Como recordó J. Olivera padre del enfoque estructuralista de la inflación, la pretensión de sacrificar crecimiento para bajar la inflación, no sólo es inconsistente desde una visión estructuralista sino aun también –dada la oferta de dinero– desde la supuesta ortodoxia de la teoría cuantitativa del dinero. Más aún en una economía subdesarrollada con débiles canales crediticios que no afectan el consumo suntuario, dinero escaso y altas tasas de interés afectan a la demanda agregada especialmente por el lado de la inversión, pudiendo producir tensiones inflacionarias a mediano plazo con estancamiento económico, si la caída de la oferta de bienes supera la reducción por el lado de la demanda.
Cuando MR afirmó la necesidad de desacelerar el gasto, no aclaró a la gente que estaba proponiendo menos gasto en infraestructura –vital para el crecimiento de largo plazo– salud, educación o seguridad, esenciales para la equidad y la calidad de vida. O más impuestos sobre los bolsillos populares. Alternativamente más deuda y por ende mayores tasas, si no se usan las reservas.
Errores en las políticas monetarias y cambiarias. En lo que respecta a la política cambiaria y manejo de reservas., el BCRA retrasó el tipo de cambio real actuando tardíamente ante el aluvión de ingreso de capitales especulativos en el primer semestre del 2007. Este escenario obligó a esterilizar la liquidez excedente convalidando subas en la tasa de interés. Las pérdidas de tipo de cambio real devinieron en retraso nominal en parte del 2008 y del 2009, afectando la competitividad del país y obligando a una corrección posterior que en un contexto global de incertidumbre activó los reflejos atávicos de los argentinos que asimilan devaluación con crisis.
En ese marco y a diferencia de otros bancos centrales que bajaron agresivamente las tasas de interés, coherentemente con otras políticas expansivas de corte fiscal?ante la gravedad de la crisis global, el BCRA aplicó tardíamente y en forma homeopática recortes necesarios en las tasas de interés, a pesar de la recuperación de la demanda de pesos. Se indujo encubiertamente una política monetaria contractiva y en aras del cumplimiento de un “programa monetario”, se promovió una sistemática baja de la base y de los agregados monetarios en relación con el PBI,?a contramano de la expansión monetaria global, generando un dilema entre?cumplirlo con restricción de crecimiento o incumplirlo dando pie a una mayor incertidumbre.
El BCRA tuvo además serias fallas de pronósticos económicos, pérdidas en operaciones con futuros?cambiarios y también en administración de reservas por tener una elevada exposición a dólares estadounidenses a contramano de la desdolarización llevada a cabo por otros bancos centrales.
Además MR rechazó mayores controles a la salida de capitales en el 2008 y 2009 y sólo profundizó las restricciones a las operaciones de “contado con liqui” cuando la CNV estableció mayores requisitos para operaciones con títulos valores con países de baja tributación.
Ausencia de coordinación. Lejos de la pretensión del virtual ex presidente del BCRA en el sentido de que las políticas fiscal y de ingresos debían acompañar el supuesto combate a la inflación del banco, es la política monetaria la que debió haber acompañado el esfuerzo pro recuperación del resto de las políticas. La falta de acompañamiento de la política monetaria obligó a estresar la política fiscal. La política fiscal argentina según consta en el Informe de Comercio y Desarrollo de Unctad 2009 fue de las políticas fiscales contracíclicas más contundentes en términos de PBI y cualitativamente más eficaces dado que son esencialmente políticas sociales, crédito a pymes e infraestructura en lugar de rescates a los bancos, como ocurrió con la política fiscal expansiva de muchos países del G-7.
Escasa transformación del sistema financiero y patrón de crédito. En estos años el Banco Central hizo muy poco en el objetivo de propender a brindar mayores servicios financieros a los usuarios especialmente los más pobres y a evitar los mayores costos de operar en el sistema financiero. El patrón crediticio sigue siendo escaso en el monto y caro en términos de tasas, con plazos cortos y excesivo sesgo a los préstamos de consumo de sectores medios altos.
Los avances registrados en concepto de cobertura de servicios y mayor y mejor crédito a los sectores productivos han sido responsabilidad de la ANSES, los bancos públicos, las líneas subsidiadas por los ministerios nacionales y provinciales y algunos bancos privados nacionales.
Es my importante también discutir las políticas de crédito que aseguren, mas allá de los logros obtenidos desde le 2003 en cuanto a mayor financiamiento a la economía real, mayor nivel y democratización del crédito con orientación hacia las pymes, con sentido federal y hacia las economías regionales, bregando por una mayor inclusión de personas que no cuentan con una adecuada prestación de servicios financieros.
En ese terreno se pudo haber implementado, aun en el marco de la actual Carta Orgánica vigente, cambios en las normas crediticias para fomentar la inversión y en la política de encajes diferenciales, para facilitar el acceso al crédito para las economías regionales y pymes.
Reforma necesaria de las malas herencias del neoliberalismo: Carta Orgánica del BCRA y Ley de Entidades Financieras
La experiencia de lo sucedido en estos años y mas allá del análisis de las políticas efectuadas por MR en el Banco Central, lleva necesariamente a la ineludible discusión sobre la conveniencia de modificar la Ley de Entidades Financieras (LEF) de 1977, la Carta Orgánica del BCRA de 1992 y la ley de convertibilidad que parcialmente continúa vigente.
Dichas normas son obsoletas en un mundo que está revisando el funcionamiento del sistema financiero y los objetivos de políticas públicas. El BCRA debe volver a tener un doble mandato, no sólo la estabilidad de precios sino también el crecimiento con pleno empleo, como establecía la carta orgánica modificada en los ’90 y como es incluso el mandato vigente de la Reserva Federal de los Estados Unidos.
Se debe discutir seriamente el modelo de negocio bancario, en un contexto local de secular subdesarrollo financiero que profundiza las desigualdades económicas y en un entorno global donde se repiensa integralmente la regulación para canalizar el crédito a la economía real, evitando los desbordes de una hipertrofia financiera que generaron fraudes y crisis.
Las políticas neoliberales globales y los errores en la regulación del sistema financiero global, incluyendo las normas internacionales de Basilea 2 generaron la más grave crisis financiera mundial desde 1930.?Cabe recordar que se anunció en forma entusiasta la adopción por la Argentina de ese paradigma hoy cuestionado y en revisión que implicaba libertades a los bancos para definir sus modelos de riesgo y delegación de facultades de supervisión en las calificadoras de riesgo que fueron ineficaces para prevenir las crisis.
En ese sentido hoy en el mundo desarrollado se discute los vínculos entre banca comercial y banca de inversión,?una mayor y mejor regulación y supervisión pública que aseguren un eficaz control de los grupos económicos, mediante una integración de la regulación y la supervisión de las normas prudenciales y de conducta, tanto para los bancos como para los servicios financieros no bancarios y una coordinación más eficaz de?la política monetaria con la regulación prudencial, para evitar las groseras falencias que provocaron la actual crisis y que incluye en dichos países, un mayor control de los poderes públicos sobre la autoridad monetaria y los reguladores. Desde el Consejo Monetario Nacional brasileño, a los modelos de regulador único nacional, o de integración de un regulador prudencial único de bancos y no bancos y un gemelo de protección al inversor existen modelos alternativos para asegurar consistencia y coordinación.
¿Qué Banco Central y qué estrategias necesitamos?. Las políticas del BCRA deben estar,?en un marco de independencia –no de autismo–?con solvencia técnica, al servicio de las políticas económicas por un sentido elemental de consistencia de las mismas y porque la política monetaria no debe apartarse del sentido del voto popular ni del bienestar general.
Por cierto que como ocurrió en otras cuestiones trascendentes, la batalla cultural para poder cambiar –mas allá de las personas– la estructura legal del funcionamiento del Banco Central y del sistema financiero, además de la matriz de las políticas monetarias y financieras es una de las cuestiones trascendentes para que se pueda ampliar y consolidar en el tiempo un proyecto nacional, popular y progresista. Avanzar con pragmatismo y racionalmente?por lo que falta,?es el mejor camino para consolidar lo mucho ya conseguido desde el 2003.
http://www.elargentino.com/nota-75334-El-Banco-Central-y-el-proyecto-nacional-.html