25 dic 2009

Para el tango se necesitan dos Por Demián Verduga


Dos referentes que serán claves en los próximos tiempos de la política argentina hablaron sobre la estabilidad política y los consensos que tendrán que buscar oficialistas y opositores.

La Historia guarda un lugar para los grandes jefes de Estado. Del mismo modo, hay etapas en las que también hace un sitio importante para los grandes parlamentarios. Los próximos dos años en la vida política argentina serán una de estas etapas. Agustín Rossi y Ricardo Alfonsín están llamados a ocupar un rol central. Rossi lo viene haciendo en Diputados con las iniciativas centrales del Gobierno, como la ley de medios. Por su parte, Alfonsín, por cuestiones históricas, ideológicas y personales, será el puente más sólido para buscar acuerdos entre la UCR y el kirchnerismo. Miradas al Sur habló con ambos sobre los tiempos que se avecinan. El compromiso para garantizar la estabilidad política. Los proyectos más importantes que quiere impulsar cada sector y con cuáles hay posibilidad de acuerdo. Un diálogo que abordó todos los costados de un tablero político complejo, donde las alianzas entre las distintas fuerzas irán cambiando en cada proyecto.

–La composición del nuevo Congreso Nacional distribuye el poder político. En la Argentina, a veces, esto terminó generando inestabilidad política y puso en riesgo cuestiones básicas como el respeto por el turno constitucional. ¿Cómo creen que será esto los próximos dos años y qué responsabilidad le cabe a cada sector?
Rossi: El gobierno de Cristina es fuerte. En ese sentido, me parece tan fuerte como antes de la jura de los nuevos diputados. Pero también es cierto que si la oposición impulsa una agenda con la pretensión de cambiar, por ejemplo, el presupuesto nacional, genera incertidumbre. La mayoría circunstancial del día de la jura tiene que traer consigo una mayor responsabilidad por parte de la oposición. Espero que ahora que sus iniciativas pueden tener efectos concretos en la vida cotidiana de los argentinos, haya también una actitud de mayor responsabilidad. Por otra parte, no creo que esté en juego el turno constitucional. Me parece que hay un relato, construido sobre todo por las corporaciones mediáticas, que pretende instalar la idea de que a partir del año que viene empieza a gobernar el Parlamento. Ese relato puede llevar a ciertos equívocos por parte de la oposición. La Argentina es un país presidencialista y más allá de la composición de la Cámara sigue gobernando la Presidenta.
Alfonsín: Creo que nuestra cultura política, como sociedad, todavía tiene rasgos autoritarios. Uno de esos rasgos es la impaciencia. Una parte de la sociedad quiere cambiar un gobierno en el momento en que le dejó de gustar y eso no es así. De todos modos, no es algo que le pasa sólo a este gobierno. Fue así en el ’87 con Raúl Alfonsín y en el ’97 con Menem. El Gobierno no puede usar este tema para victimizarse. El radicalismo va a jugar un rol importante para garantizar la gobernabilidad. Pero no sólo para que la Presidenta termine su mandato sino para impulsar los cambios que hagan falta. Y esperamos que el oficialismo esté dispuesto a dialogar.
–La utilización del veto presidencial se ha instalado en el centro del debate político. ¿En qué caso se justifica y en cuál no?
Alfonsín: Hablando de estabilidad, plantear el uso sistemático del veto termina siendo destituyente. Espero que no se lo use de ese modo. En alguna norma puede ser, pero no como una política permanente. Nosotros hemos reclamado consenso y lo hicimos con sinceridad. Esperamos que la discrepancia no siga siendo vista como un desafío a la autoridad. Ninguna fuerza política tiene mayoría en el Parlamento, así que no hay otro camino que el diálogo. Creo que es bueno que haya más equilibrio de fuerzas. Sabemos que no nos vamos a poner de acuerdo en todo, pero tenemos que buscar la mayor cantidad de coincidencias posible.
Rossi: Es importante aclarar que el veto está en la Constitución, no es un invento de este gobierno. No podemos tomar los elementos de la Constitución que nos gustan y despreciar los otros. El veto es un elemento intrínseco del régimen presidencialista. En un modelo parlamentario, cuando cambia el Parlamento cambia el Gobierno. Entonces nunca hay un Ejecutivo que tenga que gobernar con minoría en el Congreso. En cambio, en el presidencialismo es una situación que se da. El veto es un factor equilibrante. Lo que pone sobre la mesa es que la oposición no puede impulsar iniciativas sino construye un consenso con el ejecutivo. Esta norma obliga a la oposición a consensuar con el oficialismo. Del mismo modo, el Gobierno tendrá que consensuar porque no tiene mayoría en la Cámara. Como dije, el veto es algo que está en la Constitución. Es un instrumento defensivo para que un presidente no tenga que gobernar con leyes que no comparte.
–Reformar el Consejo de la Magistratura y discutir la coparticipación federal son dos cuestiones en las que hay bastante coincidencia dentro de la oposición. ¿Qué piensan de estos temas?
Rossi: Son dos cosas muy distintas. En el caso del Consejo de la Magistratura, nosotros creemos que el actual funciona mucho mejor que el anterior. Reivindicamos que tenga 13 miembros y no 20, como antes, y también que la mitad más uno de los representantes venga de las mayorías que forma el voto popular. Ahora, es un tema que estamos dispuestos a discutir. Puede haber iniciativas intermedias entre el anterior Consejo y el actual. Me parece que no se puede sostener algo a rajatabla, aunque reivindicamos lo que se hizo, estamos dispuestos a hablar.
Alfonsín: El Consejo de la Magistratura hay que modificarlo, aunque el anterior también tenía deficiencias. Debemos plantear un sistema donde no sea estrictamente necesario contar con la mayoría parlamentaria –que en general es del mismo signo que el ejecutivo– para remover un juez o nombrarlo. Lo importante es que nadie tenga una mayoría que se pueda imponer por sí misma. Este es un tema en que será central buscar consensos.
–Y la coparticipación…
Rossi: Es otra cuestión. El que quiera proponer un cambio en el presupuesto nacional tiene que traer también la propuesta de cómo se va a reemplazar ese ingreso.
Alfonsín: Entiendo lo que dice el oficialismo sobre esto. Pero, por qué no se hizo la misma consideración con los recursos de las provincias, es decir, antes de quitarles los recursos pensar qué problemas les iba a generar. Tenemos que coparticipar el 100 por ciento del impuesto al cheque, hoy se coparticipa sólo el 30 por ciento. Para nivelar eso proponemos que se cree un impuesto a la renta financiera.
–¿Cuáles son las iniciativas centrales que tienen para el próximo período parlamentario?
Rossi: La reforma a la Ley de Entidades Financieras es central en nuestra agenda, es uno de los temas que vamos a impulsar desde el Parlamento el año que viene.
–¿Cómo ven esto en el radicalismo?
Alfonsín: Bien, lo tenemos que discutir. Hay que poner las entidades financieras al servicio de la producción y buscar una manera de bajar las tasas de interés. Estamos dispuestos a debatirlo si lo impulsa el Gobierno.
–Hay un tema del cual se habla hace años en la Argentina y es el de la necesidad de una reforma tributaria, ¿qué posición tendrían frente a eso?
Rossi: Lo digo a título personal, yo creo que hay que discutirla. Es un debate que siempre se postergó con el argumento de que la economía estaba mal. Después, cuando la situación mejora no se la hace por el temor de que vuelva a producir una crisis. Tenemos que ser capaces de discutir una reforma. Nuestro espacio político ha derrotado tabúes discutiendo cosas que parecían imposibles como la ley de medios. Tenemos que animarnos a dar el debate de la reforma tributaria.
Alfonsín: La reforma tributaria me parece un tema importante. Pero dejemos claro que este gobierno tuvo condiciones para haberla impulsado hace mucho. Estamos dispuestos a discutirlo y acompañarlo. Lo dijimos durante la campaña.
–La democracia argentina cumplió 26 años. Es imposible desligar al peronismo y el radicalismo de las materias pendientes. ¿Qué aspectos de estas dos culturas políticas tienen que ver con las cuestiones que la democracia no pudo resolver hasta ahora?
Alfonsín: Los argentinos tenemos una cultura política muy poco democrática y todavía mucha intolerancia. Nos hemos enfrentado muchas veces como si fuera una cosa de vida y muerte. En el caso del radicalismo, se nos visualiza como un partido vinculado a la defensa de las instituciones. Pero para nosotros la justicia social es central y creo que es una idea que no pudimos instalar en la sociedad. A mi criterio, el peronismo tiene un déficit muy grande en materia republicana, a pesar del esfuerzo que hizo en su momento Antonio Cafiero. Me parece que la confrontación los dos partidos fue más bien por esto, por la el respeto a las instituciones que para los peronistas muchas veces son una molestia. Ahora, nosotros tenemos que reconocer que en esa lucha contra este aspecto del peronismo se sumaron a la UCR sectores conservadores que nosotros no fuimos capaces de aislar. Esos sectores no vinieron a luchar contra “lo malo”, a mi criterio, del peronismo sino contra lo bueno: su preocupación por la justicia social y por los más débiles.
Rossi: Está claro que ambas fuerzas funcionaron como partidos ómnibus, donde se subían distintos tipos de ideas para llegar al poder. Eso es lo que terminó provocando, en el caso del peronismo, que durante los ’90 se traicionaran los principios del peronismo histórico. Son partidos donde los límites ideológicos son difusos. En los ’90, ambos partidos acompañaron el modelo neoliberal, más allá de los matices. Creo que después vivieron procesos distintos. En el caso del peronismo ha llegado a una instancia de división donde un sector sostiene y participa del gobierno actual y hay otro que expresa políticas antagónicas. Yo preferiría un sistema de partidos donde las fuerzas políticas se agrupen por perfiles ideológicos más claros. No se trata de que no haya diferencias, pero dentro de un marco más claro. Tanto en el peronismo como en el radicalismo hay figuras que ideológicamente no tienen las coincidencias mínimas.
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