22 dic 2009

Nuevos paradigmas de la década Por Martín Redrado


Una nueva década llega a su fin, despidiéndose nada menos que con la crisis internacional más virulenta de la historia. Luego de un despliegue de política monetaria y fiscal sin precedentes, la economía mundial parece haber tocado fondo. Aunque una salida exitosa aún no está asegurada, los banqueros centrales podemos extraer valiosas lecciones para el diseño y la conducción de una política monetaria y financiera en la próxima década. A diferencia de lo que ocurrió durante los últimos diez años, la estabilidad sistémica dejó de ser un instrumento en los países desarrollados para convertirse en un objetivo per se. La tasa de interés como único instrumento de política está hoy bajo exhaustivo escrutinio. Por otra parte, el rol estabilizador de las redes de liquidez tanto en moneda local como en extranjera en todo el arco emergente pasó a ser insoslayable para enfrentar cualquier turbulencia.

La crisis que despide a esta década pone en evidencia que no hay receta única. Existen principios universales y aplicaciones particulares. Se clarificó la interrelación entre los objetivos de estabilidad monetaria y estabilidad sistémica, derivada de una realidad menos lineal. En países como la Argentina, con mercados financieros poco profundos e instrumentos limitados, la política anti-inflacionaria requiere del esfuerzo conjunto, coordinado y convergente de todos lo brazos de la política económica (política fiscal, salarial, de competencia, etc.). Asimismo, la trayectoria particular de la economía en cuestión y las condiciones iniciales de las que se parte afectarán naturalmente nuestra elección de política.
El enfoque de política monetaria que lleva adelante el BCRA debe comprenderse en las circunstancias concretas de la economía argentina. No hay una solución óptima in abstracto. Especialmente cuando enfrentamos complejos dilemas de política económica. Los costos y beneficios de las políticas se hacen más difusos, creando desafíos significativos para los banqueros centrales. Ahora, no sólo incluyen a los países emergentes, como usualmente ocurría: también vemos al mundo desarrollado en jaque. Esto pone de manifiesto la importancia del “enfoque de administración de riesgos” en el diseño de estrategias precautorias de política monetaria y financiera.
De esta forma, cada vez es más necesario que el mandato de los bancos centrales incorpore consideraciones de riesgos macrofinancieros y evite el surgimiento de vulnerabilidades sistémicas. Y aquí se observa que la teoría no pudo avanzar a la velocidad de la praxis. En cierto modo, podría decirse que esto ya está incorporado, implícita o explícitamente, en varios casos en Latinoamérica. Así, por ejemplo, la preocupación por la dolarización financiera en Perú, por los impactos del alza de las tasas de interés en la evolución de la deuda pública en Brasil o la necesidad de administrar la flotación para atender al comportamiento del canal de transmisión vía tipo de cambio en nuestro país son buenos ejemplos del modo en que se procura atender consideraciones que exceden el objetivo exclusivo de la evolución de los precios. Merced a la experiencia de crisis recurrentes, en nuestra región esta lección fue trabajosamente aprendida.
A nivel de los países emergentes, otra lección que arrojó la década que termina es la importancia de seguir estrategias prudenciales. La crisis demostró de manera contundente que varias de las políticas que el BCRA aplicó en la Argentina, como la acumulación de reservas, la flotación administrada y una regulación estricta del sistema financiero, son vitales para prevenir o, según el caso, atravesar con éxito las crisis financieras de grandes dimensiones. El BCRA fue pionero en señalar las virtudes, en ausencia de un prestamista de última instancia a escala global, de una estrategia prudencial de “autoseguro”. La disponibilidad de un importante stock de reservas internacionales por parte de numerosas economías emergentes minimizó los impactos del fuerte ataque especulativo que en los momentos de mayor dramatismo sufrieron muchas monedas y las consecuencias que podrían haberse derivado de ello.
El uso de la flotación de sus monedas es otro gran avance. En los países en desarrollo, combinar la flotación cambiaria administrada con altos niveles de reservas permitió que los necesarios ajustes de los tipos de cambio frente a las turbulencias globales ocurrieran sin nerviosismo bancario o cambiario, en contraste con lo que ocurría pocos años atrás. Ésta es, sin duda, una nueva lección que contradice la visión tradicional por la cual un país que flota no requiere poseer reservas en grado sustantivo. La nueva experiencia muestra que los países que logran flotar con mayor confianza son los que poseen niveles de reservas que transmiten confianza a los mercados sobre la capacidad de evitar saltos bruscos.
Así, el consenso parece gradualmente empezar a moverse en la dirección de acomodar los objetivos de estabilidad financiera sin que éstos dañen el compromiso con la estabilidad de precios. Lógicamente, la definición ex ante de compromisos entre objetivos plantea dilemas de política que parece difícil que puedan acomodarse sin dificultades en un esquema de reglas explícitas de intervención. La definición de los términos precisos de esos compromisos parece pasar por los márgenes de maniobra disponibles, la credibilidad de las autoridades, el grado de profundidad y sofisticación de los mercados financieros de la economía en cuestión y las propias actitudes frente al riesgo del público.
La incorporación de estos instrumentos a los marcos teóricos de política monetaria y financiera es el desafío que tenemos por delante. Esto permitirá, de cara al nuevo decenio, que nuestras políticas sean más efectivas en dos frentes: por uno, para minimizar la probabilidad de futuros eventos de este tipo, y por el otro, para reducir el impacto sobre la economía real una vez que tienen lugar, de manera de alcanzar un crecimiento económico sostenido con inclusión social.
* Redrado es presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA).
http://www.elargentino.com/nota-70867-Nuevos-paradigmas-de-la-decada.html