13 jul 2010

¿Más interrogantes sobre la economía mundial? Por Eduardo Luis Curia


Eduardo Luis Curia
En nuestra nota anterior, aludíamos a diversos elementos que entorpecían el cabal reordenamiento de la economía mundial. Se trata de una cuestión “marco”, de especial magnitud, que se proyecta sobre la propia recuperación mundial que se vino gestando desde meses atrás, emergiendo de la reciente crisis planetaria.
Recuérdese que una de las primeras discusiones suscitadas desde el vamos fue acerca del formato de la recuperación: si sería en forma de V, a manera de rápida y sostenida recuperación; si lo era en forma de U, con trazo más parsimonioso, o si sería en forma de W, asociándose el repunte a altibajos. Tal como lo manifestamos en otro artículo, la irrupción de la problemática concerniente a la Unión Europea (UE), muy ligada a la cuestión griega y afines, insinúa, como mínimo, un trazo de tipo W. No obstante, la W supone que una primera recaída luego del ímpetu inicial se trastrueca en un nuevo avance, y así. Ocurre que hoy vuelven a bosquejarse en el análisis indicios de que la confirmación definitiva de la recuperación dista de hallarse del todo asegurada, siendo que las sombras del eventual arraigo de una baja performance económica mundial se yerguen con más intensidad.

Puede afirmarse que Paul Krugman se coloca a la cabeza de los que expresan serios temores sobre el particular. De todos modos, economistas y analistas como N. Roubini y M. Wolf no van demasiado en zaga.

Por lo demás, si se presta atención a las conclusiones derivadas de la reciente reunión del G-20, se puede deducir que las cuestiones de fondo que conciernen a la problemática sustantiva de la recuperación y del ordenamiento mundial siguen abiertas. Tales conclusiones, más bien, ofrecen un manto de tenor retórico, en la acepción disminuida de este término, que encubre los tópicos sustantivos aún irredentos.

Es verdad que las tribulaciones principales de variado tenor tenderían a concentrarse en las naciones y/o áreas líderes, como sería el caso de los Estados Unidos, de la Unión Europea con una especial alusión a Alemania, y de la propia China. En este plano conspicuo, como lo vimos en notas previas, la dinámica de la demanda global, con particular hincapié en el papel de la política fiscal, incluida la ligazón con los esquemas cambiarios, son los aspectos que se posicionan estelarmente.

Primariamente, ante todo esto, los países vinculados con el grupo BRIC y otras naciones de menor desarrollo, como sería nuestro caso, parecen mostrarse de manera más airosa en líneas generales, más distantes de las tensiones que se registran a nivel de los actores de mayor peso.

De todos modos, no conviene pasarse de listos. Si los entuertos y trabas que se verifican en los máximos niveles mundiales no pudieran zanjarse aceptablemente, y, a la postre, prevalecieran los pronósticos más pesimistas sobre el funcionamiento hacia adelante de la economía global, sería ilusorio recaer en la idea del total aislamiento propio y de la imposibilidad de ser “salpicados” por el giro de los acontecimientos.

Por supuesto, durante la crisis planetaria, las naciones de menor desarrollo que se inclinaron, como receta, a la acumulación de reservas y a contar con posiciones aceptables de cuenta corriente, tendieron a destacarse bastante en cuanto a la capacidad de resistencia y de amortiguamiento de los impactos negativos procedentes de la crisis. Argentina, con sus más y con sus menos, puede insertarse en este grupo de referencia.

Si, Dios no lo quiera, las inhibiciones para articular un ordenamiento mundial relativamente probo, fueran contumaces y, a la par, la recuperación mundial “vacilara”, la aludida receta conservaría su validez. Pero es verdad que nos veríamos ante un reto renacido de cierta intensidad.

Coordinación y coincidencias escasas. Decíamos que, de alguna manera, debajo de las declaraciones de circunstancias del G-20, “la procesión va por dentro”. La ausencia, en lo efectivo, de coordinación y de coincidencias básicas de criterios a nivel de países y de bloques líderes, perfila un riesgo no trivial para la marcha de la economía mundial.

Por de pronto, hay discusiones acerca de los alcances de la reglamentación que debe presidir la actividad bancaria y financiera. Estados Unidos avanzaría con más firmeza, pero el punto no es del todo definitorio. Por otra parte, la administración de la demanda, en lo relativo a dirección, cantidad y tiempos, es un factor principalísimo, donde se advierten fisuras palpables.

Otra vez los Estados Unidos lucen adoptando una postura más proclive a moderar el retiro de los estímulos de la demanda, y, en especial, en lo que concierne a la cuestión del déficit fiscal, por más que en ese país ya se acotaron algunas ayudas a los estados federales. Lo que sí, en la instancia, el temor a un posible rebrote inflacionario es asumido en Estados Unidos más suavemente.

Lo que resalta es la postura de Alemania, que opta por una óptica más ultrista en lo atinente a la reducción del déficit fiscal. De este modo, surgen interrogantes sobre la “funcionalidad” de un tal planteo, tanto para la economía intrazona de la Unión Europea como en lo que hace, en una esfera más amplia, a la economía mundial. De paso, recuérdese la condición de superávit comercial externo “machazo” de Alemania, que alcanza un 6% del PIB. Tiene superávit con los Estados Unidos, y déficit con China. En la Unión Europea en proporción, su mayor superávit es con Grecia.

Obsérvense los matices. Si bien la economía americana recibe no pocas críticas, los Estados Unidos revelan una mayor comprensión del rol de la demanda y de su calibramiento en el actual período en el seno de las naciones líderes. Obviamente, siguiendo de cerca esta cuestión, cual una “cataplasma caliente”, nos topamos con el tópico de los esquemas cambiarios, donde pesa el caso del yuan chino.

Mucho se habla de la necesidad de una mayor revaluación de la moneda china, frente a la “tímida” movida en ese rumbo verificada recientemente, y de la importancia de que enfatice su consumo. Hasta se aduce que sus salarios no aumentan lo suficiente. Pero, por un lado, si sumamos la inversión, el despliegue de la demanda interna china no deja de ser respetable, y, por otro lado, se entiende que China no acepte así porque sí liquidar el enfoque estratégico que la llevó de la periferia al centro mundial y que le permitió emplear productivamente colosales excedentes de mano de obra.

Es bastante factible que en China, varias décadas atrás, en la época de difusión de los minihornos siderúrgicos en las granjas y localidades y de otras cosas por el estilo, el “coeficiente de Gini” fuera más bajo (más igualdad) que en el presente. Pero, a no dudar, el gigantesco desarrollo productivo verificado en el último período largo respondió a un formato estratégico distinto, que potenció notablemente las bases absolutas de bienestar material, algo crucial en perspectiva. En rigor, no sorprende cierto “izquierdismo infantil” que poco o nada comprende de los procesos de acumulación y de desarrollo.

Con ánimo de síntesis, bien puede esbozarse la idea de que, comparativamente, en cuanto a los problemas de coordinación y de funcionamiento que son atinentes a los grandes líderes económicos mundiales y a áreas conexas, la experiencia que actualmente atraviesa la Unión Europea y que cobra destacada condensación en el rol prevalente y “ejemplificador” de Alemania, es la que despide una mayor responsabilidad relativa en términos de una perspectiva dinámica de la economía mundial con dudas, sin olvidar, claro, las otras facetas concurrentes.

En realidad, la recuperación económica mundial se ve en estos momentos algo ensombrecida en lo que hace a su visual por factores como los comentados en esta nota. Tenemos las anotadas vicisitudes, con su particular densidad, que acontecen en la Unión Europea, y existen atisbos de algún amortiguamiento de ritmo en los Estados Unidos –aunque los recientes datos sobre desempleo traducen un matiz más optimista– y China.

A su vez, si en la resultante más efectiva marcháramos en la dirección indicada por los pronósticos más hostiles, sería difícil que no fuéramos salpicados. Ante sensibles interrogantes como los perfilados, las fórmulas propias de amparo estratégico del país a través de criterios tales como la acumulación de reservas, la preservación de los superávits externos y el énfasis en la generación comercial de divisas siguen siendo recomendables. Entonces, en este último punto, deberíamos ser cuidadosos en el respeto puntilloso de esos criterios. 
http://www.elargentino.com/nota-98366-Mas-interrogantes-sobre-la-economia-mundial.html