21 ago 2016

El relato del "narcorrégimen" y la pugna transnacional por recursos venezolanos por Franco Vielma

Venezuela está inmersa en una trama geopolítica como pocas veces se ha conocido por país alguno en este lado del mundo. Los intereses incalculables, inestimables, que se ciernen sobre Venezuela son expresión de una situación-contexto mucho  más intrincada pero no menos visible: el mundo es un espacio con recursos cautivos en disputa por las potencias. 


Sin partir de ese principio, es imposible comprender la magnitud real de la amenaza persistente contra Venezuela y su centro de gravitación política: el chavismo. Entendiendo esta fuerza política como la única expresión de la dirigencia venezolana que dio un giro a su geopolítica, y reorientó estratégicamente su base de recursos en función de nuevos espacios no tradicionales de poder, en los últimos 100 años.


El mundo que vivimos

Bajo los pies de los venezolanos se encuentran enterrados unos 300 mil millones de barriles de petróleo. Sólo en la Faja Petrolífera del Orinoco Hugo Chávez, el Bloque Boyacá posee más crudo que toda Norteamérica combinada (desde Alaska al Golfo de México).

Este cálculo, que convierte a Venezuela y a la Faja como el reservorio de crudo más grande del planeta, se basa en una medida de 20% del factor de recobro a los yacimientos petrolíferos. Esto es, el cálculo de lo que sería extraíble en crudo extrapesado de los pozos en la Faja. Pero nuevas tecnologías podrían cambiar la ecuación radicalmente, al punto de llevar el factor de recobro de los nuevos yacimientos de crudos extrapesados hasta un 40%, lo que casi duplicaría la base nacional de reservas llevándola a no menos de 550 mil millones de barriles de crudo, lo que haría de Venezuela la fuente de recursos fósiles más grande de todo el planeta, con proyección de duración más que confiable.

En términos de cuantía de recursos, Venezuela cruzará el umbral reorientándose hacia una nueva base de riqueza en el Arco Minero del Orinoco. Ahí también se cierne en contexto la trama global, la geopolítica y las pulseadas de gran calado. Aunque el tema del Arco Minero es parte de una discusión que debe ser profunda, rigurosa y pertinente, sucede con esos recursos lo que ya sucede desde hace mucho con el petróleo.

El factor "glocal" de los recursos venezolanos yace en no sólo la facultad venezolana de intervenir o no su base de recursos; yace también, o no, en la posibilidad de que se elimine a Venezuela como actor de poder (político) emergente regional y también como expresión de poder global, entendiendo que nuestra base de recursos y reservas estratégicas no están confiscadas por una sola potencia como solía ser antes del chavismo y que servirían con creces para ayudar a definir el destino de centros de poder y naciones.

Venezuela está justo en medio de dos placas tectónicas en choque. Sobre Venezuela se ciernen sólo dos posibilidades en su destino: o se declara tierra confiscada y arrasada por los factores del viejo poder euronorteamericano, o se convierte en una confiable base de recursos acorde a los nuevos centros de poder emergentes en articulación con los nuevos factores-países de poder regional, que intentan superar su condición periférica.

Los viejos dilemas del "sistema-mundo" que postulara Braudel se imponen entonces en la dinámica interna venezolana. Ese es el mundo en que vivimos, ese es el mundo en el que vivimos los venezolanos.
Han hecho mucho, por mucho menos

Vivimos en el mundo donde Irak fue invadido para desactivar armas de destrucción masiva que nunca existieron. Donde Gadaffi fue capturado y asesinado por una turba mercenaria con apoyo aéreo de la OTAN, porque supuestamente bombardeó a su población civil, y nunca lo hizo. Paradójicamente, los días en que asesinaron a Gadaffi era la OTAN la que bombardeaba población civil.

El Estado paramilitar global impuesto por la OTAN envía un mensaje por vía de las armas
Según la Dirección de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés), las reservas de petróleo de Irak eran calculadas en el año 2003 en 112 mil millones de barriles. Podríamos decir que EEUU capturó para sí suficiente petróleo con esa invasión, pero apenas diez años luego de Irak fueron por Libia y sus modestas reservas de 65 mil millones de barriles. Son estas expresiones de las llamadas "guerras de rapiña", o guerras abiertamente perpetradas por recursos.

La actuación declaradamente voraz de EEUU en esos países no obedeció a la captura de materias primas y energías para un breve período. Se trata de un abordaje sistémico de las fuentes de recursos para el largo plazo, en desaliento a las potencias emergentes como Rusia, China e India, que mediante el comercio y otras armas propias de países industrializados han competido con EEUU en la captación de recursos para el largo plazo.

El Estado paramilitar global impuesto por la OTAN envía un mensaje por vía de las armas: en el futuro accederán a recursos quienes ellos quieran, bajo las condiciones que ellos quieran. La posibilidad alternativa a esa fatalidad yace precisamente en los reservorios de recursos aún no sometidos y confiscados. Venezuela está en esta corta lista.

Indudablemente, la cuantía de los recursos venezolanos implica el interés trasnacional en sus diversas expresiones y frentes. La abierta y demostrada criminalización y desestabilización frecuente de EEUU contra Venezuela y el chavismo intenta quebrar el principio pluricéntrico y multipolar en el que se desenvuelve la política exterior venezolana, su relacionamiento con el mundo acorde a su base de recursos, y su visión del desarrollo en un contexto de agotamiento y caída de los centros tradicionales de poder.
¿Intervenir Venezuela? ¿Con qué argumento?

A Al-Assad lo acusan de "tirano, asesino de civiles" y para derrocarlo EEUU armó a Al-Nusra haciéndolos llamar "opositores moderados" bajo el emblema de Ejército Libre Sirio. También EEUU creó al Estado Islámico, poniéndolo a operar desde otros países invadidos como Afganistán e Irak para luego ir a Siria.

Son estos relatos nuevos, propios y acordes para esa región del mundo plagada históricamente de tiranos, que han sido derrocados o no uno tras otros según sea su nivel de entreguismo a los gringos. Y claro que eso incluye a los países monárquicos, clericales y totalitarios adonde EEUU no le molesta la falta de democracia, como sucede en los países aliados de los gringos del Golfo Pérsico.

¿Qué queda para América Latina y el Caribe? ¿Serviría reeditar el relato de las repúblicas bananeras tropicales regidas por férreos dictadores? Podría ser, o al menos así denominaron a Chávez.

Ahora, para Venezuela han repensado el concepto, han creado una denominación más "novedosa" de régimen en un país que "debe ser democratizado". Han pensado en la figura de "narcorrégimen". La crearon en tiempos de Chávez y la han reeditado y relanzado durante la presidencia de Maduro como calificativo criminalizador y demonizador del chavismo.

El "Cartel de los Soles", los "narcosobrinos", las acusaciones contra Néstor Reverol, el llamado "país ruta del narcotráfico", la vuelta de hoja que Venezuela dio a su antigua colaboración con la DEA, son parte del relato del "narcopaís" regido por una cosa nostra chavista que paradójicamente contrastan con el irrefutable e imbatible hecho de que Venezuela es el único país de América Latina que da de baja en el aire y en tierra a toda aeronave narcotraficante que intente eludir nuestros radares y mecanismos de control aéreo. Y que ha aumentado exponencialmente su decomiso de drogas.

Este plan continuo de satanización está orientado sobre el desplazamiento del poder político en Venezuela

¿Cuáles serán las variantes que vendrán en el marco del relato demonizador del chavismo? ¿Qué expediente irán a fraguar? Entendamos que la parafernalia de "la verdad" impuesta desde los centros de poder hizo lucir a Pinochet como un "visionario" que instauró el "orden necesario" en Chile y que al mismo tiempo consintió el ascenso de los Somoza en Nicaragua.

Sin ir tan atrás en el tiempo, el golpe en Honduras, el golpe parlamentario en Paraguay, el golpe institucional contra Dilma en Brasil y en la misma Venezuela, el ascenso de facto del máximo jefe de la patronal venezolana Pedro Carmona Estanga, mientras Chávez era encarcelado por asesinatos que nunca ordenó.

Todos estos "democratizadores" tuvieron dos relatos acompasados, el demonizador de sus predecesores y el que enalteció a los que asumieron el poder made in USA. He ahí que "la verdad" floja, fofa, impuesta en los relatos basados en la captura teledirigida del poder, es cuestión que legitima o no las posiciones de poder frente a esa cosa inmensa y ambigua que llamamos "opinión pública" internacional.

Sobre Venezuela hay una agresión de espectro total, una situación de asedio no convencional donde tiene lugar una clínica de masas, un estado permanente de manipulación y de la imposición del relato fragmentador del chavismo ante sí mismo y ante todo el conglomerado de opinión a escala nacional e internacional. Dado que toda acusación y expresión del relato de "narcorrégimen" es débil, carece de pruebas y está plagada de seudoinformación e infomercenarios, lo políticamente coherente es inscribir este plan continuo de satanización dentro un marco orientado al desplazamiento del poder político en Venezuela.

Aunada a la parafernalia de la desestabilización política, económica, social, emprendida desde medios de comunicación, espacios políticos e instancias internacionales, Venezuela cruza el umbral a un punto de mayor confrontación entre las fuerzas institucionales y regulares del chavismo y las fuerzas difusas de la intervención.

Mafias, paramilitarismo, desestabilización política interna y la caotización económica inducida, son parte del horrendo mosaico infringido por la fragmentación de las formas de estabilidad interna.

En el plano externo, los intentos de aislamiento internacional, las declaratorias continuas de "país forajido" por la diplomacia sucursal de Washington y la deslegitimación.

El relato del "narcorrégimen", que se germina de manera progresiva y persistente, se acelerará a nuevos ruedos y hará confluir las formas de asedio internas y externas, y será prefacio de nuevas acciones injerencistas e intervencionistas contra Venezuela.