El pasado 9 de
noviembre estaba en el aeropuerto de Santiago de Chile, rumbo hacia la
Universidad de Magallanes (Punta Arenas). Ahí pude leer, en la tapa del diario
“El Mercurio” un título destacado que anunciaba que Mauricio Macri aventajaba
por 8 puntos a Daniel Scioli. Y remitía a una columna de Joaquín Morales Solá
en el interior del periódico. Como es sabido, “El Mercurio” es un diario
centenario, de tendencia conservadora y reaccionaria, como el diario “ La
Nación ” de Buenos Aires del tradicional mitrismo.
Precisamente ahí se
publicó una síntesis de la columna de Morales Solá del día anterior en “ La
Nación ” donde escribió que “Nada es normal en la Argentina de hoy”. La derecha
continental (y sus afamados y afanosos diarios), apoyada claramente por organizaciones
diversas y partidos políticos de Estados Unidos, despliega una intensa prédica
en contra de los proyectos nacionales y populares que se vienen registrando en
América Latina.
La desmesura
“anormal” de Morales Solá es la norma permanente de este personaje del
establishment mediático y político. Solá, también periodista del Canal TN del
Grupo Clarín (el otro medio comunicacional concentrado que lucró con violencia,
junto con “ La Nación ”, durante la dictadura cívico-militar-eclesiástica de
1976) es o se hace el “anormal extremista verbal” que intenta convencer a la
gente de que nada funciona normalmente en el país. Opera, en ese sentido, como
la denunciante serial Elisa (Lilita) Carrió o como el otrora periodista
“progresista” Jorge Lanata, o como el sesudo médico-periodista Nelson Castro.
Quieren hacer creer
y convencer a la población de que todo está mal en el país y, a partir de ello,
fortalecer el intento de restauración conservadora por medio de las propuestas
e ideas de la Alianza política “Cambiemos” (liderada por el partido PRO), como
si cambiar fuera un concepto bueno en sí mismo. Se puede (y se debe) cambiar
para mejorar, pero también se puede cambiar para empeorar, para retroceder,
para conculcar derechos adquiridos.
Esta es la
propuesta objetiva (más allá de los sistemáticos ocultamientos e impostaciones
triviales y falaces, cual cínicos pastores mediáticos) de Mauricio Macri, del
partido PRO, de la Alianza “Cambiemos”. Por cierto, quieren cambiar lo actual
para retornar hacia la infame década neoliberal de los
90; hacia la contracción objetiva del empleo y los
salarios; hacia la eliminación de las negociaciones paritarias
entre el Estado, los empresarios y los trabajadores; hacia la
reprivatización de las empresas públicas como YPF, Aerolíneas Argentinas, AYSA,
el Correo Argentino (que ya Macri había desfalcado cuando lo tuvo bajo su
control privado); hacia el pago a los imperiales fondos
buitres; hacia las ganancias desmedidas de los grandes
exportadores; hacia la mayor concentración de la riqueza en
manos de algunos pocos; hacia una menor distribución de la
riqueza generada por todos los habitantes; hacia las
importaciones indiscriminadas y sin impuestos; hacia la
destrucción de las pequeñas y medianas empresas nacionales; hacia el
sometimiento a las grandes corporaciones económicas nacionales y
extranjeras; hacia el restablecimiento de las “relaciones
carnales” con Estados Unidos; hacia la sumisión antinacional a
los organismos internacionales de crédito y en especial al esclavizante Fondo
Monetario Internacional; hacia la toma de deuda para pagar
deuda y no para inversiones productivas (como ya hizo el gobierno de Macri en
la ciudad de Buenos Aires); hacia una devaluación
brutal; hacia la retracción del consumo interno; hacia la
reducción de los subsidios al gas, a la luz, al transporte público; hacia el
debilitamiento de las políticas sociales, que el neoliberalismo considera como
“gastos”, limitando las prestaciones; hacia el
desmantelamiento presupuestario de las universidades públicas y del capital
científico y tecnológico acumulado; hacia la desvalorización
de la defensa de los derechos humanos; hacia la neutralización
de la unidad latinoamericana en pos de una mayor independencia y soberanía.
Todo esto, y
seguramente mucho más, implicaría el cambio para atrás que propone en concreto
la Alianza de derecha “Cambiemos”, con Macri a la cabeza y el apoyo irrestricto
de la Sociedad Rural Argentina, de la tradicional oligarquía terrateniente, del
establishment financiero, de los grandes bancos, de los diarios “Clarín” y “ La
Nación ”, del resabio aún vigente de los militares golpistas comprometidos con
la violación más atroz de los derechos humanos, de ciertos sectores y
dirigentes máximos del Poder Judicial y de la Iglesia católica aliados a las
tradiciones conservadoras. ¡TODO ESTO REPRESENTA MAURICIO MACRI Y LA
ALIANZA “CAMBIEMOS”!
Carlos Menem, para
llegar a presidente, prometió falsamente la “revolución productiva” y el
“salariazo”. Años después confesó que si hubiera dicho lo que verdaderamente
pensaba hacer no lo votaba nadie. Mauricio Macri promete ahora una vacua y
misteriosa “revolución de la alegría” y pretende inocular la mágica creencia de
la “felicidad” para todos. Los asalariados y los jubilados serán las
principales víctimas de sus propuestas de devaluación, reducción de los
ingresos y eliminación de los subsidios. La promesa de “alegría” del
macrismo de hoy se transformará, sin duda, en llanto irreversible para los
sectores medios y populares de la sociedad. Y sin embargo promete además,
liviana y falazmente, para intentar cautivar el apoyo de la gente, la “pobreza
cero”.
Para el ex
presidente Lula da Silva, la prioridad cero en Brasil es respaldar al gobierno
de Dilma Rousseff. En Argentina, el próximo 22 de noviembre, LA
PRIORIDAD CERO SERÁ VOTAR A SCIOLI. Votar al neoliberal procesado
Mauricio Macri y aún votar en blanco, será votar por el retroceso de la
Argentina y de América Latina toda.
Luego del triunfo
de Scioli, veremos qué y cómo hacer para seguir profundizando lo avanzado en
estos últimos años. ¡Por el crecimiento con inclusión, hacia la justicia
social!
Buenos Aires, Noviembre 16 de 2015.