8 ene 2014

Arnaldo Bocco: “… desarmar el monopolio del control económico e ideológico que tiene esta clase financiera de la burguesía, es mucho más revolucionario e importante que la ley de medios”. Reportaje exclusivo de Iniciativa al reconocido economista. Reportaje de Nicolás Salerno Ercolani y Jorge Makarz.

Espacio Iniciativa realizó esta entrevista a este prestigioso economista, quien fue Director del BCRA, Pte. Del BICE (Banco de Inversión y Comercio Exterior) y Director del Banco Ciudad de BA. Es también Docente Universitario. El reportaje se inicia con los principales logros que signan los 10 años del Kirchnerismo para abordar desde el vamos, lo que constituyen, a su entender.  Los temas que todavía están pendientes de resolución  en la Argentina, Subraya por ejemplo la necesidad de una importante reforma del sistema financiero, para “desarmar el actual sistema de dominación donde diez entidades y cuatro operadores,  te controlan casi el  90% del mercado”. También hablará de  los últimos cambios ministeriales con la llegada de Jorge Capitanich y Axel Kicillof,
¿Cuál es su balance de la economía en estos diez años de kirchnerismo?
Este período de kirchnerismo es después de 10 años, curiosamente uno de los períodos más largos de un ciclo donde un proceso económico mantiene con grados de fortaleza importante, una política económica muy diferente a las aplicadas en las anteriores épocas de la democracia.
Tiene componentes con cantidad de avances y algunas deudas pendientes o cuestiones incompletas, producto de la incapacidad del movimiento popular para construir una política económica seriamente alternativa.

Después de 10 de años de kirchnerismo se puede decir que en Argentina existe un neo-estructuralismo de base desarrollista, muy en línea con la filosofía  del peronismo, apegado a la idea de distribución del ingreso, al reconocimiento de derechos sociales y al financiamiento con gasto público de una serie de coberturas sociales para cerrar brechas graves que se arrastraban desde el Rodrigazo a la actualidad.
Hay un proceso muy importante de crecimiento basado en la combinación de iniciativas desde  un enfoque keynesiano, que siguió Kirchner a partir del 2003 centrado en la recuperación del mercado interno y expansión de la demanda, fuerte inversión pública, generación de empleo y en una reducción progresiva de la brecha salarial, siempre teniendo en cuenta  que pasamos por casi treinta años de atraso. Recuperar los salarios y establecer un nivel de distribución del ingreso más equitativo fue muy auspicioso.
Esta situación genera tensiones, sectores que históricamente acumularon niveles muy elevados de privilegios, sumado a la ideología que subyace en la Argentina, que es muy diferente al resto de las burguesías latinoamericanas. Trabajé en muchas publicaciones y en mi trabajo tesis de este tema: la ideología de la clase dominante argentina es muy distinta al resto de los sectores del poder económico de la región, inclusive de la chilena que es la más reaccionaria. La clase dominante argentina fue forjada a la luz de las experiencias del siglo XIX.
No es una clase capitalista moderna, a pesar de que nace como una burguesía temprana, pero el esquema que domina la sociedad argentina es rentístico, asociado con la ideología de la oligarquía agrícola del siglo XIX, que no puja por el desarrollo de las fuerzas productivas sino por la captura de rentas diferenciales.
Y básicamente lo que explica el fenómeno del dólar –esta idea media enferma de la clase media y la clase alta nacional de tener activos en dólares-  ahorrar en una moneda que está debilitada en el mundo, con muchas pocas chances se seguir siendo hegemónica en los próximos 20 años. Eso prueba el tipo de influencia durante el siglo XIX de un capitalismo no competitivo. Esto es un gran obstáculo para un proceso de industrialización, una gran diferencia con lo que pasó y pasa en Brasil.
¿Por dónde pasa esa diferencia?
La burguesía brasileña es mucho más industrialista. A diferencia de lo que fue el peronismo, el proceso de industrialización fue continuo, se abrazó a un modelo que limpió un proceso de políticas neoliberales. Ahora algunos les resulta cómodo decir que tiene políticas neoliberales, Brasil tuvo y tiene algunas políticas neoliberales, pero lo que subyace en el espíritu innovador del empresario brasilero es de puja contra el capital financiero y especulativo.
En Argentina el camino que toman los líderes de la clase dominante es rápidamente pasarse al sector agrícola, aun cuando hayan hecho su fortuna como capital líquido en la industria, buscando diversificar su actividad, o en su defecto tener con las ganancias consolidadas grandes inversiones financieras. Pero eso que hacen las burguesías argentinas no es ser capitalistas en el sentido de lo que hacen los brasileros con su modelo histórico o cualquier otra burguesía capitalista como en Perú o en Chile, que por el contrario por diversificada que esté busca rápidamente internacionalizarse con el tipo de sector con el que creció, ya sea servicios o industria sin perder el origen del país en el que hubo la acumulación originaria de esos excedentes.
Este período en Argentina, Kichner avanzó contra ese sector, desarmó muchas posiciones que venían desde el Rodrigazo o la Dictadura misma. La preferencia que tuvo Alfonsín, con los escasos márgenes que tuvo en materia económica, de llevar adelante una batalla contra las herencias del Proceso y perderla, es un hito histórico que no debe repetirse. Quiso dar lucha contra la deuda externa y no pudo, enseguida fue subordinado por el FMI, quiso más tarde ofrecer batallas por lograr un grado mayor de libertad en la política de estado, pero rápidamente lo abandonó. Situaciones de ese tipo le trajeron consecuencias muy negativas y como sabemos por la historia, se vio obligado a la entrega anticipada del gobierno.
Menem no da batalla, abraza completa la revolución neoliberal que había iniciado la Dictadura militar. Menem captura la experiencia de lo que pasó con Alfonsín y toma alineamiento con el consenso de Washington, pero al principio intenta un transición de una corriente más peronista, con Antonio Erman González, y fracasa. Luego viene Cavallo e inicia el conocido proceso de revolución neoliberal con privatizaciones etc.
El período actual es de recuperación en materia de crecimiento económico, empleo, industrialización y exportaciones. Un dato bien interesante, nosotros desde el 70 al 2000 no pasamos de 25 mil millones de dólares de exportaciones, este año terminaremos con 85 mil millones. Lo mismo con las importaciones. Son cifras muy importantes que hablan de una economía que creció en su producto bruto, sector industrial, no lo suficientemente  como uno quisiera. Hay batallas que deben seguir en curso para seguir estableciendo un sendero de expansión del aparato industrial.
No hay una burguesía industrial clara con el proyecto. No hay una alianza demasiado fuerte del gobierno con los empresarios, la relación está muy teñida de pre-conceptos de ambas partes. El gobierno no creó una burguesía industrial sino una proto-burguesía nacional, pero muy asociada a la obra pública y a grados de libertad que le otorgan los contratos con el Estado .Se parece demasiado a la burguesía del periodo de Alfonsín o Menem que hacían del sector industrial el núcleo duro del desarrollo económico.
Si bien el gobierno tuvo años holgados de superávit fiscal  y comercial y además llevó adelante un proceso de desendeudamiento e independencia de las relaciones internacionales que eran subordinantes para la economía y generaban un proceso de dependencia marcado, hoy eso tiene agotamientos y el proceso lo agarra al gobierno en el último tramo. Tiene que navegar y construir el barco al mismo tiempo.
Tomar la iniciativa de llevar  los dos años restantes sin generar un proceso de dependencia de la situación internacional, con la posibilidad de  un debate que tiene que llevarse a cabo  sobre la base de concitar un avance que remueva obstáculos acumulados  si que ello implique desmontar los beneficios sociales de este período.
Al principio de esta conversación mencionó tareas inconclusas…
Y tiene una tarea pendiente que a mi juicio es determinante. Ninguno de los gobiernos del período democrático reciente tomó seriamente la batalla contra la dominación de la patria financiera. Hay como una especie de “espíritu santo” que lo crea Martínez de Hoz sobre la base del concepto rentístico que mencionamos antes. Hay sectores que hacen del ciclo de acumulación del capital financiero una práctica común. Cuando en una sociedad prima la acumulación de capital financiero se generan burbujas, amenazas muy fuertes contra la idea de la acopio del capital productivo.
Si yo soy un capitalista que gano dinero, invierto una parte y el resto lo stokea en dinero líquido acá o en el exterior, como lo hace el capitalista argentino, evidentemente no tengo un proceso genuino de industrialización funcionando en el país. Entonces los niveles de empleo están condicionados por la política del estado, no están independizados.
La gente pregunta, ¿Cómo se explica en Brasil una tasa de desempleo entre 5 y 6%? porque tiene un independencia el sector industrial. Ese sector, centrado en el mercado interno, con una gran diversificación, una presencia de firmas locales muy importante, le generan independencia conforme a las políticas del Estado, no tiene que estar tan preocupado por el empleo. En Argentina en todos los momentos el gobierno tiene que estar concentrado en el nivel de actividad, el empleo, la inversión reproductiva y la distribución tanto como en la equidad. En nuestro país entre 7/8 puntos porcentuales del PIB destinados a sostener la participación de sectores más excluidos en el proceso de distribución del ingreso. Brasil, tanto como Chile, es mucho más inequitativo, pero el empleo no está asociado estrictamente al papel del estado, sí a políticas de largo plazo del estado. Así como tampoco a subsidios como salario indirecto que haga el estado.
Desarmar la patria financiera es la deuda todavía más importante y menos considerada, porque el capital financiero sigue subordinando a los otros sectores, inclusive al propio Estado. Se ve en estos días la batalla por el tipo de cambio, las relaciones con los fondos buitres. Todo está mediado por una burguesía  con gran capacidad de lobby.
Es un sector social que había colapsado con la crisis del 2001 y el estado se encargó de levantarlo. Por una razón obvia, porque no se puede vivir sin un sistema bancario y financiero. Se capitalizó, se ayudó a recuperarlo y ahora es como un enfermo que estaba en terapia intensiva, pasó todos los pasos de recuperación, se recuperó y ahora juega en primera en el Barcelona. El gasto hicimos nosotros pero le hace crecer el prestigio al club extranjero. Es una  analogía de lo que pasó.
Recuperamos la patria financiera, se le dio a los bancos rentabilidad y solvencia, ahora gana más que el complejo sojero. Actualmente necesitamos recursos para impulsar la capitalización de YPF, para Vaca Muerta –la producción potencial es entre 50 y 100 veces la producción sojera- necesitamos ahora negociar con un capital financiero que es hegemónico. Tenés que decir “mirá yo soy bueno y voy a hacer las cosas bien”, lógico porque vos necesitás que se asocie contigo, y la Argentina lo está haciendo bien, no está regalando soberanía. Pero hoy estamos haciendo lo que en otro contexto podríamos haber realizado de manera y con grados de libertad mucho mejores.
Esa reforma (de la patria financiera), ideológica y de fondo, es el gran desafío del capitalismo periférico que tiene la Argentina. Un capitalismo que impone modas, que te impone hasta donde veraneás. Le quita valor del trabajo y le genera valor al tiempo libre, en el peor de los sentidos, maneja el sistema comunicacional. Lo pongo en palabras fuertes: desarmar el monopolio del control económico e ideológico que tiene esta clase financiera de la burguesía es mucho más revolucionario e importante que la ley de medios.
¿Qué tipo de medidas e instrumentos requiere esta batalla?
Una gran reforma del sistema financiero. Desarmar el actual sistema de dominación donde diez entidades y cuatro operadores que te controlan casi el  90% del mercado. Generar un procesos de expansión del sector con mayor cantidad de entidades y mayor distribución territorial y cambios que van desde una nacionalización definitiva del Banco Hipotecario es esencial. Establecer un sistema de  descentralización  de todo lo que es promoción financiera creando bancos de municipios o provinciales y agencias financieras regionales que administre los ahorros locales, aplicar a fondo la ley del mercado de capitales por citar algunas cuestiones.
Las medidas que tomó Marcó del Pont para que los bancos destinaran parte de sus fondos a préstamos productivos…
La iniciativa que tuvo el Poder Ejecutivo fue reformar la Carta Orgánica, en ese marco lo de Marcó del Pont en ese caso particular fue útil. Permitió volcar recursos a la inversión interna privada, cabe aclarar no siempre fueron a las pymes, a veces fueron a las grandes empresas, de hecho algunas internacionales como las automotrices como Fiat.
En un marco más integral la política de Marcó del Pont la juzgo negativa, parte del  problema del tipo  de cambio le corresponde responsabilidad, no acuerdo en la política que se siguió. No hubo sustancia, ni batalla ni instrumentos, hubo más retórica que política práctica. El Banco perdió liderazgo y el mercado se lo destrozó, por eso el dólar llegó casi a $11 y tuvimos una salida de capitales gigantesca.
¿Cómo ve usted la reorientación del gabinete económico?
Creo que genera expectativas interesantes. La sociedad percibió una serie de iniciativas que conducen a generar una reducción del proceso inflacionario que es una demanda social que se expresó en las elecciones.
Hay trabajos que muestran que casi cuarenta y pico de beneficiarios de la AUH que votaron a la oposición, el 58% de beneficiarios del Procrear votaron a la oposición. Quiere decir que muchos no asociaron la política del estado con la conducta electoral.
Se hizo un esfuerzo muy grande para darle ciudadanía a sectores que estaban excluidos y por otro lado hubo un reconocimiento a sectores medios y medios bajos para darle un crédito barato, naturalmente la gente no percibió que era una política de estado. Lo cual  también tiene un componente positivo porque decir que la democracia empieza a exhibir que hay instituciones que se hacen cargo de las deudas sociales, por aquello donde hay una necesidad hay un derecho y obligación del estado, como decía Evita.
Me parece que esta gestión empezó a tomar notas de cosas que no se hicieron antes como lo señalé respecto al BCRA,  hubo una unificación de criterios en el Ministerio de Economía, para abordar el proceso inflacionario. Y tenemos la fortuna que contrariamente conforme a lo que opinan algunos sectores, inclusive del interior del kirchnerismo, la batalla contra los fondos buitres la vamos a ganar.
La vamos a probablemente a ganar por la acción de una diplomacia indirecta que va a jugar en un alto porcentaje de probabilidad a favor de la Argentina, porque hay sectores preocupados por un posible colapso que pueda tener nuestra economía y por una posible victoria de los buitres, que más pronto que tarde afecte las finanzas internacionales. Eso juega a nuestro favor y puede finalmente ayudar a resolver favorablemente en el desenlace final.
Creo que la nueva conducción económica está muy centrada en la obra pública y las inversiones en energía y transporte (FFCC), como conseguir recursos financieros y comerciales adicionales para reconstituir la base de reservas del BCRA perdida en los últimos tiempos y de ese modo volver a retomar un sendero de expansión que permita en los próximos dos años establecer un modelo no alineado y sustentable en el tiempo. De no regresar a un modelo virtuoso como el anterior al 2011, es probable que haya una crisis que haga que la sociedad  perciba como que los logros alcanzados puedan desarmarse.
El ajuste de no mediar estas correcciones viene por derecha y no por izquierda, no se llama a la centroizquierda para que venga a ajustar, sino terminamos con un voto a Macri o a Massa y una vuelta neoliberal. Es preferible establecer un programa heterodoxo para estos dos años, de tal manera que en el futuro se pueda establecer una discusión en materia de política económica que facilite retener un poder político identificado con los logros de la década ganada.
¿Cuáles son los desafíos pensando más allá del 2015?
Acá existe un sector medio  de la burguesía argentina, pequeño tambero, pequeño productor agrícola, pequeña industria y comercio, que no es ni reaccionaria ni progresista, pero es proclive a seguir políticas nacionales. Llegado el momento un obrero, proletarizado con salario bancarizado e ingresos importantes, termina usando el imaginario de consumo de la clase alta, se va a Europa o Miami.
Ese es un hecho muy desgraciado del imaginario que transmite la burguesía argentina, que empezó con Martínez de Hoz, se agigantó en la época de Menem, no se frenó y ahora vos le ponés un peso en el bolsillo a esa gente y el consumo que hace es suntuario.
Por otro lado como no se le da crédito a esa gente, para invertir en su compañía en su  pequeña empresa, se autofinancia. No se lo somete a una competencia genuina. Ese mismo pequeño empresario en Chile, Bolivia, Perú tiene un estado que le financia su expansión para convertirlo en más eficiente. Acá se tiene que auto-eficientizar él, por eso asocia mucho la decisión cotidiana en la microeconomía a la avivada. Si puede pone sobreprecios o participa en licitaciones con precios más altos. La corrupción pública implica siempre la corrupción privada.
El otro desafío importante es que el progresismo y la izquierda en el peronismo siempre esa preocupado por la pobreza, esto es un gran problema.  No se preocupa por las condiciones de generación de la riqueza. Tanta preocupación por la pobreza, la salida del estado es el asistencialismo, en cambio si estás preocupado por la riqueza, la política es la reforma social con políticas tributarias, financieras para realizar ciertas transferencias de ingreso.
Si continúa la preocupación solamente mirando la cuestión de la pobreza, haciendo políticas asistenciales que tienen límites, porque la inflación se come el poder adquisitivo de esos ingresos. Si se ataca por el otro lado se hace más solvente el crecimiento, rápido la traslación del beneficio social al salario en blanco, la preocupación por el crecimiento del empleo genuino, transparente, formal.
No debiera ser problema que el mundo quiera vivir como en Suecia o Dinamarca donde el estado de bienestar les cobra el 70% a las personas en impuestos. Entre el más pobre y el más rico existen 4 puntos de diferencia, en Argentina hay 15/17 son cuatro veces más. La preocupación debe por los de abajo, desde arriba.