Buenas y malas nuevas se han alternado en el escenario
latinoamericano de los últimos meses del año, en una suerte de reñido y trabado
balanceo de fuerzas, sin bruscos cambios que definan en una u otra dirección el
curso general de los acontecimientos. Luego de un año de malas noticias,
parálisis e incluso retrocesos, se ha producido una breve impasse, lo que
permite vislumbrar que si son suficientemente perspicaces y audaces, el
probable destino inmediato de la región aún está en manos de las decisiones
políticas de sus principales dirigentes. Claro que como una sombra dominante
–sombra de ausencia que definió los contornos del 2013- la desaparición física
de Hugo Chávez, subsiguiente a la de Néstor Kirchner, dejó a Latinoamérica sin
el indispensable liderazgo político.
Comencemos por la pálidas de este último período: la
reunión en Buenos Aires de las delegaciones de primer nivel de Brasil,
encabezadas por el ministro Pimentel y secundado nada menos que por el asesor
fundamental de Lula y Dilma, Marco Aurelio García y por Argentina encabezadas
por el Jefe de Gabinete Capitanich y el ministro Kicillof, más allá de las declaraciones de rigor, no
arrojó resultados favorables. Brasil viene presionando fuertemente por la firma
de un TLC (Tratado de Libre Comercio) entre el Mercosur y Europa. Hace un
tiempo que Argentina viene resistiendo pero ahora la línea de defensa de
Argentina pasa por incluir en el tratado salvaguardias para una lista de
productos de producción nacional. La endebles Argentina se debe al dispar y
enorme peso de Brasil en la alianza y al apoyo que en la cuestión del TLC
Brasil encuentra en la derecha paraguaya, que logró turnar a Lugo en el
gobierno del país hermano, y en la esperable posición uruguaya de la
“izquierda” frenteamplista, que si bien aún está bajo la batuta política del
Pepe Mujica su economía está gestionada por el aperturista Astori, el hombre de
Tabaré Vásquez, que ya fue el ideólogo del fracasado TLC con los EEUU. Tres a
uno. Venezuela, a esa altura no estaba todavía incorporada plenamente,
navegando su inserción en las aguas procelosas del Senado paraguayo. Aunque es
dudoso que su fuerza hubiera alcanzado para equilibrar.
Pero lo peor es que la crisis brasileña, la mas aguda de
la región por su dependencia del endeudamiento financiero volátil, empujó
fuertemente al gobierno del PT hacia una búsqueda de solución mirando a Europa
(debe leerse la Europa rica, es decir Alemania), privilegiándola sobre
Latinoamérica. La burguesía paulista marcha hacia un esperanzado abrazo con la
Merkel, deseosa de encontrar un aliado de fuste en sus forcejeos con los
norteamericanos. Brasil completó ahora este giro proeuropeo con la compra de
los 36 cazas suecos, descartando la oferta norteamericana. Aunque es dudoso el
resultado final de esta apuesta europea de los brasileños, la impaciencia que
los embarga tiene que ver con los poderosos movimientos de protesta que
estallaron este año al ritmo del estrangulamiento provocado por la fuga de capitales
y la recesión económica consecuente.
Pero el TLC del Mercosur con Europa tiende agudizar nuestros problemas de balanza,
incrementando el estrangulamiento externo con la apertura hacia los bienes de
capital europeos. Destacable, porque la otra novedad o al menos su evidencia
plena, es que a ese estrangulamiento peligroso se le suma la fuerte disminución
de las compras brasileñas y la sinuosa continuidad de la crisis económica
mundial.
Las dificultades políticas derivadas del traspié
electoral de noviembre, restan trascendencia a la actuación argentina,
particularmente de Cristina, su cuadro mas brillante, en los foros
latinoamericanos.
Un poco mas lejos, pero cerca, el pueblo hondureño se vio
estafado en su voluntad de cambios expresados en las urnas y el escandaloso
fraude de la derecha hondureña aliada al “amigo americano” no recibió mas que
una opaca repulsa latina, expresiva del relativo decaimiento regional,
contrastante con el denodado esfuerzo, encabezado en ese entonces por Brasil,
en defensa de la legitimidad del gobierno del presidente Zelaya. Incluso Brasil
esta vez brilló por su ausencia.
Afortunadamente también hubo sucesos alentadores que los
días –el tiempo incierto- develará en su
real dimensión. Nicolás Maduro obtuvo un moderado triunfo electoral, suficiente
para colocarlo en un curso ascendente, de recuperación del apoyo de los
venezolanos, que lo afianza en su rol presidencial. La finalmente concretada
incorporación al Mercosur completa la configuración institucional imaginada en
los tiempos de Néstor y Hugo.
Ahora Chile
Pero sin dudas el hecho que merece una especial atención
y una tentativa de análisis preliminar es el triunfo de Bachelet en las
elecciones de 1ª y 2ª vuelta en Chile.
Sobretodo teniendo en cuenta las
primeras declaraciones de la nueva presidenta y de sus probables principales
colaboradores en esta su segunda oportunidad.
Tentativa de análisis cuidadosa especialmente porque algunos
prestigiosos analistas argentinos han sido duros y pesimistas mientras yo me
inclino por abrir un expectante período de observación positiva.
La declaración inicial de Bachelet sobre su política
exterior implica un giro, sino de 1800 al menos de 900. La prioridad será
estrechar los lazos con los países latinoamericanos y dentro de ellos el foco
principal estará puesto en Argentina. Cuando hace mención al necesario
fortalecimiento de las relaciones con los países del Pacífico omite nombrar al
Acuerdo del Pacífico impulsado por los EEUU y vuelve a omitirlo cuando habla de
la importancia para Chile de su relación con México. En lenguaje diplomático,
cierto que oscuro, sinuoso y muchas veces mentiroso, no hay omisiones casuales.
Su probable Ministro del Interior el socialista Ricardo Solari volvió a
plantear como cuestión clave la relación con Argentina. Enfatizó el plano
comercial de esa relación, casi un calco de las miradas iniciales sobre el
Mercosur que hubo entre sus creadores. No olvidó de repasar a las cuestiones
arancelarias que impiden su mayor acercamiento al Mercosur. No por nada el
Chile postpinochetista ha sido el mimado por el neoliberalismo. La economía de
Chile en sus éxitos y en sus arduas limitaciones actuales es tributaria de la
ortodoxia liberal y librecambista. Y eso, por ahora al menos, no cambiará y
creo que nadie sensato podía pensar que en ese plano habría cambios. En
síntesis se ve ahora algo poco previsible antes de las elecciones: Bachelet
propugna una lenta toma de distancia de los EEUU y el neoliberalismo, y un
paulatino acercamiento a la Latinoamérica de la Patria Grande.
No se puede dejar de mencionar que los cambios al sistema
educativo, impuestos por la realidad comicial pero precedidas por las vastas
movilizaciones estudiantiles y apoyadas por la mayoría de la sociedad chilena,
implican una ruptura ideológica con el neoliberalismo. Si Bachelet logra
concretar cambios en la Constitución pinochetista y su alquimia electoral, más
allá del método con que lo realice dará recién ahora término a la larga
transición hacia la democracia. Le restará sí, a ésta y a la sociedad chilena,
terminar con los velos sobre los crímenes de la dictadura y hacer justicia, que
no es poca cosa.
Bachelet declaró que no se dejará condicionar, por las
presiones y divergencias en el seno de la alianza que la llevó a la
Presidencia, resaltando su responsabilidad en el diseño de las políticas y el
gabinete que las implementará. En ese plano se acerca también a las
características mejores de los gobiernos progresistas de la región, que no
cayeron en la trampa de un parlamentarismo falsamente “republicano”, sino que
destacaron liderazgos fuertes como factor aglutinante de lo más progresivo de
sus sociedades. Difiero
por lo tanto de las respetables críticas que Atilio Borón hiciera al respecto.
Argentina y su gobierno actual tienen la oportunidad inédita
de diseñar una política audaz de alianza, de alto voltaje, desde los problemas
de la defensa compartida de los intereses antárticos, la integración productiva
y el crecimiento del intercambio económico pero con el horizonte puesto en
intereses políticos y estratégicos comunes.
*miembro de San Telmo K y de Carta Abierta