Tras un supuesto reclamo justo, Moyano,
al igual que otros dirigentes sindicales, enarbolan
la bandera de la supresión del mínimo no imponible
en el impuesto a las ganancias y el cobro de
asignaciones familiares sin topes. Tratare de desnudar este pretendido
discurso progresista con datos reales y concretos,
para ver como las fuerzas neoliberales siguen
agazapadas esperando dar el golpe de muerte a un
gobierno popular.
1) Moyano dice que jamás un gobierno
peronista le cobró a los trabajadores. Es
mentira. Hagamos historia: el impuesto a las ganancias
nace en 1932 bajo el nombre impuesto a los réditos y
fue instaurado por el gobierno conservador de aquella
época. Es uno de los primeros avances sobre las
provincias, debido a que hasta ese momento la mayor
recaudación del estado nacional (gobernada por los
conservadores de la década infame) provenía de los
impuestos aduaneros. Con la crisis del 30 esto se
revierte, pasando la Nación a cobrar impuestos que les
correspondía a las provincias, mediante un fallo
histórico de la corte de aquella época que interpretó
que la Nación podía cobrar impuestos directos por un
tiempo limitado. De allí que periódicamente el
congreso deba prorrogar este impuesto
En el año 1973 fue Perón quien modifica
el impuesto a los réditos por el de ganancias,
imponiendo cuatro categorías para su cobro: Rentas
de la tierra, de los capitales, de las empresas y
del trabajo personal en sus diferentes formas
(asalariados, profesionales, cuantapropistas)
El nombre que se le dio no es menor, ni
una simple cuestión semántica, porque debido a ello
es la gran confusión que produce entre los mortales
comunes y que es aprovechado por los medios
hegemónicos para bombardear al gobierno. No quiero caer en cuestiones técnicas
para no aburrir, pero debo aclarar que la ley dice:
“ARTICULO 2° - A los efectos de esta ley son
ganancias, sin perjuicio de lo dispuesto especialmente
en cada categoría y aun cuando no se indiquen en
ellas: 1- Los rendimientos, rentas o enriquecimientos
susceptibles de una periodicidad que implique la
permanencia de la fuente que los produce y su
habilitación..”
Económicamente se entiende por renta el
flujo de dinero que perciben los factores de la
producción, es decir los capitalistas (bajo la forma
de intereses, dividendos y/o utilidades) y los
trabajadores (salarios, jornales, honorarios). Es
decir que más allá de la confusión en el nombre, es
claro que el espíritu de la ley dictada por el
gobierno peronista apuntaba a gravar a aquellos
sectores sociales (en el marco del aún vigente estado
de bienestar) que tenían suficientes ingresos como
para contribuir al sostenimiento del estado.
2) Sostiene Moyano que existe
discriminación para los hijos de algunos
trabajadores. Esto lo fundamente en el hecho que
superado un determinado nivel de ingresos los
trabajadores no perciben salario familiar. Aquí
corresponden realizar algunas consideraciones: a) En
primer lugar aquellos que no perciben asignaciones
porque superan una escala de sueldo y que a su vez
quedan alcanzados por el impuesto a las ganancias,
antes de que el estado les liquide lo que les
corresponde pagar por sus “supuestas ganancias” les
descuenta las deducciones por cargas de familia que
son de $ 14.400 anuales para la esposa y de $ 7.200
anuales por cada hijo. Es decir que los hijos de los
trabajadores con sueldos más elevados están
subsidiados por el estado en $ 600 por mes. b) en el
caso de las asignaciones veamos el siguiente cuadro
Se observa que de lo que paga la Anses en
asignaciones, que incluyen las familiares y la
universal por hijo, los recursos no provienen solo de
aportes, sino también de impuestos, entre otros el de
ganancia.
Entramos en la misma discusión del 82 %
móvil. Y en esa trampa nos quiere meter el
neoliberalismo: Si aumentamos el mínimo no imponible,
el estado recauda menos, pero a su vez pedimos que
todo el mundo cobre las asignaciones. Gobernar es
tomar decisiones a partir de la realidad. Si YO
tuviera que decidir entre pagarle $250 (el monto de la
asignación por hijo) a un tipo que gana $ 10.000 por
mes o aumentar al doble la asignación universal que
hoy cobran los que se cayeron del sistema, no tendría
ninguna duda en que decisión tomar. Al margen de la
cantidad de marchas que me realicen los
neobarionuevos.
3) Vamos a los números reales de la
liquidación de ganancias: Para ver en cuánto se
perjudica un trabajador (para aquellos que les gustan
los números, al final está un ejemplo de liquidación,
con todos los datos necesarios para que puedan
entender la mecánica de la misma).
Hoy un trabajador soltero, que cobra $
8.000 mensuales pagaría $ 331 por mes y un casado con
2 hijos que gane $ 10.000 mensuales pagaría $287 por
mes. Hablo en potencial porque solo considere como
deducciones las cargas de familia, pero la ley del
impuesto a las ganancias admite otro tipo de
deducciones que explicare en los párrafos siguientes.
Deteniéndonos en estos importes me
pregunto y les pregunto: es tanta plata $ 300 por mes?
Cuánto paga este tipo por el seguro de su auto, que
con ese ingreso es muy probable que lo tenga? Y cuánto
de telefonía móvil y fija? Cuánto la cuota del club de
su hijo? O cuánto gasta en un salida mensual? Claro,
me dirán que esa es una opción personal. Y esto es un
criterio liberal y burgués para resolver el problema.
A nadie le interesa pagar impuestos. Pero con ese
impuesto (ganancias) no solo se aporta a el sistema de
jubilaciones, sino que una parte significativa se
destina a rentas generales (“la caja” que argumenta la
oposición) y con ello se pagan esos mismos sueldos que
este sujeto recibe y luego cuestiona y se mantienen
hospitales, vacunas, escuelas y etc, etc.
Una consideración más: Para un
monotributista que tenga ventas brutas (no ya
ingresos, porque las ventas brutas es antes de deducir
los costos de la mercaderías y los gastos) similares a
este sujeto, le corresponde pagar un impuesto de $ 550
mensuales. Si ese monotributista decide tener un
empleado, debe pagar aún más. Sin embargo un
trabajador que decida pagarle a una persona para que
le limpie la casa (servicio doméstico) deduce los
aportes de su declaración de ganancias. Qué es más
injusto? De qué se quejan? El monotributista no tiene
estabilidad y escasa cobertura social. Es un paria al
lado de aquellos en relación de dependencia
Como conclusión de este punto y para ser
más contundente: este tipo paga solo el 4 % si es
soltero y el 2,8 % si es casado. No paga ni siquiera
el porcentaje que le descuentan por obra social y
agremiación.
4) La supuesta injusticia del
impuesto
Les presento a consideración unos datos
relevantes:
Esta es la verdadera lucha que se debe
emprender. La de combatir el trabajo en negro, que
perjudica a todo el sistema.
Y continúo con esta que sigue
Si sumamos el decil 8,9 y 10 veremos que
el 21,8 % de las personas se llevan el 51,8 % del
ingreso del país.
Por ello es importante cobrar impuesto a
los ingresos más altos, caso contrario esta brecha aún
se amplía más. En el año 2003, ese mismo
porcentaje de personas se llevaba el 60,5 % de los
ingresos. Falta, pero se mejoró y los datos
están a la vista
5) Que pasa con la coparticipación y
las injusticias regionales si aumentamos el mínimo
no imponible. Es importante también analizar que
por ser el impuesto a las ganancias coparticipable, si
el Estado aumenta el piso, deja de percibir importes
considerables de dinero, que se traducen en menores
ingresos para las provincias.
Al levantar el piso, los trabajadores que
estaban alcanzados y pagan menos, verán aumentar sus
ingresos en términos reales. Esto se traduce en mayor
consumo. Pero quienes se verán más beneficiados?
Los más beneficiados son los de la región
pampeana, porque si bien los ingresos más altos se dan
en la patagonia, esos ingresos se compensan por los
mayores costos de vida. El norte, perdedor de la
guerra civil de la época constitucional, no solo no se
beneficia con la suba del mínimo no imponible, sino
que además se perjudica en menor recaudación,
acentuando la brecha de desigualdad. Demás esta por
decir que los ingresos altos son del orden del 15 %
promedio. De esto estamos hablando: defendemos un paro
por tan solo el 15 % no ya de todos los trabajadores,
sino de los formalizados (remitirse al cuadro anterior
del Anses)
Reflexión final: Solo reflexionemos como
el discurso “progresista” juega a favor de la
hegemonía del pensamiento liberal, bajo un supuesto
reclamo justo
Juan
Ignacio Pividori
CPN y Magíster en administración pública