29 jun 2012

ACERCA DEL PARO GENERAL Y DEL IMPUESTO A LAS GANANCIAS Las mentiras del discurso hegemónico en 5 puntos esclarecedores Juan Ignacio Pividori: CPN y Magíster en administración pública

Tras un supuesto reclamo justo, Moyano, al igual que otros dirigentes sindicales, enarbolan la bandera de la supresión del mínimo no imponible en el impuesto a las ganancias y el cobro de asignaciones familiares sin topes. Tratare de desnudar este pretendido discurso progresista con datos reales y concretos, para ver como las fuerzas neoliberales siguen agazapadas esperando dar el golpe de muerte a un gobierno popular.

1) Moyano dice que jamás un gobierno peronista le cobró a los trabajadores. Es mentira. Hagamos historia: el impuesto a las ganancias nace en 1932 bajo el nombre impuesto a los réditos y fue instaurado por el gobierno conservador de aquella época. Es uno de los primeros avances sobre las provincias, debido a que hasta ese momento la mayor recaudación del estado nacional (gobernada por los conservadores de la década infame) provenía de los impuestos aduaneros. Con la crisis del 30 esto se revierte, pasando la Nación a cobrar impuestos que les correspondía a las provincias, mediante un fallo histórico de la corte de aquella época que interpretó que la Nación podía cobrar impuestos directos por un tiempo limitado. De allí que periódicamente el congreso deba prorrogar este impuesto
En el año 1973 fue Perón quien modifica el impuesto a los réditos por el de ganancias, imponiendo cuatro categorías para su cobro: Rentas de la tierra, de los capitales, de las empresas y del trabajo personal en sus diferentes formas (asalariados, profesionales, cuantapropistas)
El nombre que se le dio no es menor, ni una simple cuestión semántica, porque debido a ello es la gran confusión que produce entre los mortales comunes y que es aprovechado por los medios hegemónicos para bombardear al gobierno. No quiero caer en cuestiones técnicas para no aburrir, pero debo aclarar que la ley dice: “ARTICULO 2° - A los efectos de esta ley son ganancias, sin perjuicio de lo dispuesto especialmente en cada categoría y aun cuando no se indiquen en ellas: 1- Los rendimientos, rentas o enriquecimientos susceptibles de una periodicidad que implique la permanencia de la fuente que los produce y su habilitación..”
Económicamente se entiende por renta el flujo de dinero que perciben los factores de la producción, es decir los capitalistas (bajo la forma de intereses, dividendos y/o utilidades) y los trabajadores (salarios, jornales, honorarios). Es decir que más allá de la confusión en el nombre, es claro que el espíritu de la ley dictada por el gobierno peronista apuntaba a gravar a aquellos sectores sociales (en el marco del aún vigente estado de bienestar) que tenían suficientes ingresos como para contribuir al sostenimiento del estado.

2) Sostiene Moyano que existe discriminación para los hijos de algunos trabajadores. Esto lo fundamente en el hecho que superado un determinado nivel de ingresos los trabajadores no perciben salario familiar. Aquí corresponden realizar algunas consideraciones: a) En primer lugar aquellos que no perciben asignaciones porque superan una escala de sueldo y que a su vez quedan alcanzados por el impuesto a las ganancias, antes de que el estado les liquide lo que les corresponde pagar por sus “supuestas ganancias” les descuenta las deducciones por cargas de familia que son de $ 14.400 anuales para la esposa y de $ 7.200 anuales por cada hijo. Es decir que los hijos de los trabajadores con sueldos más elevados están subsidiados por el estado en $ 600 por mes. b) en el caso de las asignaciones veamos el siguiente cuadro
Se observa que de lo que paga la Anses en asignaciones, que incluyen las familiares y la universal por hijo, los recursos no provienen solo de aportes, sino también de impuestos, entre otros el de ganancia.
Entramos en la misma discusión del 82 % móvil. Y en esa trampa nos quiere meter el neoliberalismo: Si aumentamos el mínimo no imponible, el estado recauda menos, pero a su vez pedimos que todo el mundo cobre las asignaciones. Gobernar es tomar decisiones a partir de la realidad. Si YO tuviera que decidir entre pagarle $250 (el monto de la asignación por hijo) a un tipo que gana $ 10.000 por mes o aumentar al doble la asignación universal que hoy cobran los que se cayeron del sistema, no tendría ninguna duda en que decisión tomar. Al margen de la cantidad de marchas que me realicen los neobarionuevos.

3) Vamos a los números reales de la liquidación de ganancias: Para ver en cuánto se perjudica un trabajador (para aquellos que les gustan los números, al final está un ejemplo de liquidación, con todos los datos necesarios para que puedan entender la mecánica de la misma).
Hoy un trabajador soltero, que cobra $ 8.000 mensuales pagaría $ 331 por mes y un casado con 2 hijos que gane $ 10.000 mensuales pagaría $287 por mes. Hablo en potencial porque solo considere como deducciones las cargas de familia, pero la ley del impuesto a las ganancias admite otro tipo de deducciones que explicare en los párrafos siguientes.
Deteniéndonos en estos importes me pregunto y les pregunto: es tanta plata $ 300 por mes? Cuánto paga este tipo por el seguro de su auto, que con ese ingreso es muy probable que lo tenga? Y cuánto de telefonía móvil y fija? Cuánto la cuota del club de su hijo? O cuánto gasta en un salida mensual? Claro, me dirán que esa es una opción personal. Y esto es un criterio liberal y burgués para resolver el problema. A nadie le interesa pagar impuestos. Pero con ese impuesto (ganancias) no solo se aporta a el sistema de jubilaciones, sino que una parte significativa se destina a rentas generales (“la caja” que argumenta la oposición) y con ello se pagan esos mismos sueldos que este sujeto recibe y luego cuestiona y se mantienen hospitales, vacunas, escuelas y etc, etc.
Una consideración más: Para un monotributista que tenga ventas brutas (no ya ingresos, porque las ventas brutas es antes de deducir los costos de la mercaderías y los gastos) similares a este sujeto, le corresponde pagar un impuesto de $ 550 mensuales. Si ese monotributista decide tener un empleado, debe pagar aún más. Sin embargo un trabajador que decida pagarle a una persona para que le limpie la casa (servicio doméstico) deduce los aportes de su declaración de ganancias. Qué es más injusto? De qué se quejan? El monotributista no tiene estabilidad y escasa cobertura social. Es un paria al lado de aquellos en relación de dependencia
Como conclusión de este punto y para ser más contundente: este tipo paga solo el 4 % si es soltero y el 2,8 % si es casado. No paga ni siquiera el porcentaje que le descuentan por obra social y agremiación.

4) La supuesta injusticia del impuesto
Les presento a consideración unos datos relevantes:
Esta es la verdadera lucha que se debe emprender. La de combatir el trabajo en negro, que perjudica a todo el sistema.
Y continúo con esta que sigue
Si sumamos el decil 8,9 y 10 veremos que el 21,8 % de las personas se llevan el 51,8 % del ingreso del país.
Por ello es importante cobrar impuesto a los ingresos más altos, caso contrario esta brecha aún se amplía más. En el año 2003, ese mismo porcentaje de personas se llevaba el 60,5 % de los ingresos. Falta, pero se mejoró y los datos están a la vista

5) Que pasa con la coparticipación y las injusticias regionales si aumentamos el mínimo no imponible. Es importante también analizar que por ser el impuesto a las ganancias coparticipable, si el Estado aumenta el piso, deja de percibir importes considerables de dinero, que se traducen en menores ingresos para las provincias.
Al levantar el piso, los trabajadores que estaban alcanzados y pagan menos, verán aumentar sus ingresos en términos reales. Esto se traduce en mayor consumo. Pero quienes se verán más beneficiados?
Los más beneficiados son los de la región pampeana, porque si bien los ingresos más altos se dan en la patagonia, esos ingresos se compensan por los mayores costos de vida. El norte, perdedor de la guerra civil de la época constitucional, no solo no se beneficia con la suba del mínimo no imponible, sino que además se perjudica en menor recaudación, acentuando la brecha de desigualdad. Demás esta por decir que los ingresos altos son del orden del 15 % promedio. De esto estamos hablando: defendemos un paro por tan solo el 15 % no ya de todos los trabajadores, sino de los formalizados (remitirse al cuadro anterior del Anses)
Reflexión final: Solo reflexionemos como el discurso “progresista” juega a favor de la hegemonía del pensamiento liberal, bajo un supuesto reclamo justo
Juan Ignacio Pividori
CPN y Magíster en administración pública