17 abr 2012

De La California a Unasur: por una solución definitiva a la problemática petrolera Por Federico Bernal

Durante la primera década de gobierno peronista, la producción de YPF experimentó altibajos. La de 1945 fue un 70% mayor que la de 1938; disminuyó a partir de 1946 y pasó a recuperarse lentamente a partir de 1950, alcanzando recién en 1952 los niveles de 1943. Entre las razones fundamentales de la caída figura, en primer lugar, la merma en la producción privada (los operadores vendían el crudo extraído a la estatal). En segundo lugar, las consecuencias del bloqueo estadounidense entre 1942 y 1949 que prohibió las exportaciones a la Argentina de acero, hierro y equipos de perforación de petróleo. La normal evolución de la exploración y explotación fiscal de hidrocarburos se vio seriamente perjudicada.Según la CEPAL (Informe de 1958), el saldo del balance comercial comenzó a dañarse a partir de 1953. En 1955 registró un saldo negativo de 244 millones. Las importaciones de energéticos –apuntalados por el petróleo y los combustibles– jaqueaban al modelo de acumulación nacional y popular. La sangría de divisas debía ser frenada, no tan sólo por una cuestión meramente financiera, sino para la normal realización del ambicioso programa de desarrollo de la industria pesada. Sesenta y siete años después la problemática se repite: importaciones crecientes de combustibles y gas natural, sumada a la caída sistemática y drástica de la producción de petróleo (10,3%), gas (6,8%) y gasoil (27%), entre otros. Sin embargo y a diferencia de la solución formulada por Perón en 1955, la Argentina del Bicentenario cuenta con más contundentes y mejores soluciones además de, por supuesto, la ventaja de contar con más de medio siglo de veredicto histórico. En este sentido, el autoabastecimiento hidrocarburífero como la soberanía energética en ausencia del Estado empresario y protagonista del sector son una utopía, a esta altura, más pueril que reaccionaria. Como solución y ante la ausencia de petroleras regionales, Perón debió recurrir a la petrolera estadounidense La California, porque la propia empresa YPF estaba atada de pies y manos y carecía de respuesta de corto plazo como la que urgía. Hoy por hoy, la Unasur es potencia petrolera y gasífera. Hoy por hoy, la Argentina cuenta con un Estado probadamente eficiente, sólido y solvente. Visto el difícil escenario internacional así como la sangría por importaciones de combustibles y gas natural exigen una rápida y definitiva solución. Que accionistas extranjeros traben la decisión del Estado Nacional de reinvertir en el país 5700 millones de pesos (utilidades no asignadas de YPF, años 2010 y 2011) es inviable e incompatible con una nación para 40 millones, con una nación moderna, industrial y socialmente justa.


EL RECURRENTE PROBLEMA DE LOS COMBUSTIBLES Y EL AUTOABASTECIMIENTO. En 1946, las compras de combustibles líquidos al exterior demandaron 196,9 millones de pesos, pasando en 1953 a representar 779,8 millones de pesos. En 1951, 1952 y 1953, el impacto creciente sobre la balanza comercial significó el 15,1, el 21,2 y el 22,9%, respectivamente, del valor total de las importaciones argentinas. Gran parte de las importaciones de YPF se satisfacían por intermedio de la Royal Dutch Shell, la Anglo Iranian Company y la Standard Oil. Según Mario Rapoport, “el convenio anglo-argentino de 1949 y el protocolo adicional de 1951 acordaron ciertas ventajas a los intereses británicos” (Historia económica, política y social de la Argentina. 1880-2003). Pero la producción de combustibles no se expandía conforme a las necesidades del país. Su déficit, hacia 1953, se calculaba en un 50 por ciento. Era una cifra inviable en sí misma, sobre todo porque los planes petroquímicos, carboquímicos, así como la ejecución del “Plan Savio” aún no se habían puesto en marcha. A pesar de los innegables adelantos y del proceso de sustitución de importaciones, la balanza de pagos acusó un déficit total de 1427 millones de dólares entre 1951 y 1958. En ese mismo lapso, las importaciones de petróleo sumaron 1689 millones de dólares (Arturo Sábato. Petróleo: Dependencia o Liberación).


LA CALIFORNIA. Frente a esta grave coyuntura, el gobierno de Perón intentó revertir la situación a través del capital extranjero, capaz de incrementar la actividad petrolera nacional con la intención de alcanzar rápidamente el autoabastecimiento y desacelerar la hemorragia de divisas al exterior. En los primeros meses de 1955, se concretó el precontrato con La California Argentina de Petróleo SA. Se trataba de un contrato de locación de obra en el cual el riesgo minero recaía en forma exclusiva en cabeza del empresariado, quien se obligaba a entregar a YPF la totalidad del petróleo extraído. La aplicación y ejecución del contrato significaría en breve plazo la puesta en marcha del autoabastecimiento, con un ahorro de divisas igual a por lo menos la mitad del que ese año se requeriría para importarlo. El Poder Ejecutivo estaba facultado por la Constitución Nacional para firmar y ejecutar el contrato y, sin embargo, prefirió someterlo a la aprobación del Congreso: el acuerdo estuvo terminado en los primeros meses de 1955 y enviado al Parlamento para su ratificación en mayo. Al caer el “dictador”, el contrato quedaría anulado. Pedro Eugenio Aramburu y el frente antinacional irrumpirían en el gobierno, proscribirían al peronismo y retomarían las políticas liberales y oligárquicas vitales a los por entonces desnutridos intereses antiargentinos. Tanto en materia petrolera como de soberanía nacional, basta con mencionar la derogación del artículo 40 de la Constitución al día siguiente del golpe de 1955.


DE LA CALIFORNIA A LA UNASUR. DE PERÓN A CRISTINA. Las razones esgrimidas por el propio Perón para la concertación de ese contrato fueron las siguientes: 1) YPF no tenía capacidad organizativa, ni capacidad técnica, ni capacidad financiera para un esfuerzo de esa naturaleza; 2) Los costos de YPF son absolutamente antieconómicos. Hacer de esto una cuestión de amor propio es peligroso y estúpido; 3) Sostener, hoy, que la Argentina sola pueda realizar el esfuerzo es simplemente sostener un soberano disparate; […] 4) Es necesario contratar su extracción por compañías capacitadas por su organización, por su técnica, por su posibilidad financiera; y 5) Habíame persuadido de la necesidad de conseguir cooperación en las compañías extranjeras para resolver el problema argentino del petróleo. Ironías de la historia, pero 77 años después, las razones para terminar con la ineficiencia privada, la caída sistemática de la producción de hidrocarburos y la sangría de divisas por importaciones (en nuestro caso de gas natural, combustibles y lubricantes) es exactamente la misma, aunque, con una grandísima ventaja a nuestro favor. Adaptemos los argumentos de Perón. 1) Se aplica, desde la A hasta la Z, bajo la actual administración española; 2) Ídem. Además, YPF no es argentina. Seguir creyéndolo es peligroso y estúpido; 3) Ídem; 4) Ídem; y 5) Compañías extranjeras sí, pero regionales, unasureñas. En fin, sustitúyase el bloque estadounidense padecido entre 1943 y 1949 con la nefasta herencia privatizadora del sector hidrocarburífero y la decadente administración de Repsol al frente de YPF. Sustitúyase la industrialización entre 1930 y primeros años del gobierno de Perón por el notable proceso de reindustrialización desde 2003. Y por favor, sustitúyase Repsol al frente de YPF por ENARSA (Estado nacional y provincias), PDVSA, Petrobras, EP Petroecuador, Ecopetrol (Colombia), YPFB (Bolivia), Ancap (Uruguay), ENAP (Chile) y Petropar (Paraguay). Eso sí, recuérdese la inmensa cantidad de ex-ypfianos ingenieros y técnicos desempleados y empleados (en la industria privada local) dispuestos a ser parte de la refundación petrolera en la Argentina.


¡Cuánto hubiera dado Perón por esta inestimable y estratégica diferencia!


http://www.infonews.com/2012/03/25/economia-15493-de-la-california-a-unasur-por-una-solucion-definitiva-a-la-problematica-petrolera.php