26 jun 2011

La gestión PRO: cara pero peor Por Alejandro Otero, presidente del Frente Grande de la Ciudad

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Macri dispone para gastar este año de 26.940 millones de pesos. Algo así como 6.500 millones de dólares.
Es un presupuesto equivalente al de Madrid y es más del doble del presupuesto histórico de la Caba.
Esos recursos son el resultado de los mayores ingresos que recibe del Gobierno Nacional y de la política sistemática de impuestazo y endeudamiento que Macri aplicó año tras año desde el inicio de su gestión.
En efecto, el Gobierno de la Ciudad recibe hoy del Gobierno Nacional en concepto de coparticipación y transferencias directas (para el incentivo docente, vivienda y otros fines, o como producto del fondo solidario de los ingresos de la soja) unos 3.000 millones de pesos. Y los ingresos propios de la Ciudad se ven beneficiados por el constante crecimiento de la economía del país.
Sin embargo y desde que asumió el gobierno, subió los impuestos a los consumos populares (alimentos, indumentaria, transporte), a la construcción de viviendas, a los inmuebles y a los automotores. A su vez, el endeudamiento se incrementó un 150% y alcanzó al 31-12-10 los $4.486 millones de pesos. Y si se considera la deuda flotante (deuda con proveedores corrientes, que incrementó en un 130%) supera los $6.800 millones. Endeudamiento que, por otra parte, es irracional por lo costoso y por su destino al financiamiento del gasto corriente. Escandalosa fue, por ejemplo, la tasa de interés que pagó la Ciudad en 2010, la más alta pagada por las jurisdicciones del país: 12,5% anual en dólares. La Ciudad emitió un bono por U$S 475 millones, la mayor parte supuestamente destinada a financiar la expansión del Subte. Pero, el dinero quedó depositado en el Banco Ciudad porque las licitaciones del Subte no estaban avanzadas. Por supuesto, esa “gestión” dio lugar al pago de comisiones a los intermediarios. Sin comentarios.
Así, quien gane en la Ciudad, durante su mandato deberá saldar amortizaciones de deuda por más de $ 2.000 millones. Y puede ser más, pero esperamos que esta vez la Legislatura no le dé curso a la autorización prevista en el Presupuesto del año 2011 para colocar deuda por otros U$S 500 millones.
Hay que reconocerlo, Macri nunca intentó disimular su neoliberalismo tardío. Y con las finanzas de la Ciudad, menos. Para el macrismo, la solvencia financiera que trabajosamente se había gestado en la etapa previa era simplemente un botín. Y también, una fuente de oportunidades de negocios para unos pocos. Y no dudó en ir por ambas.
Año tras año el Gobierno de la Ciudad presentó un presupuesto deficitario para justificar el impuestazo y el endeudamiento. Pero, año tras año, subejecutó (no gastó todo) el presupuesto. Especialmente, en áreas sociales, como vivienda e infraestructura escolar, así como en subterráneos. El resultado es una Ciudad que no gasta los recursos que dispone o los dilapida y los gasta mal y que incrementa sensiblemente su deuda pública. Lo sorprendente es que esto ocurre en un contexto donde la recaudación aumenta por fuerza del crecimiento económico y el alza de los precios. En lugar de aprovechar la coyuntura favorable para resolver alguno de los problemas de larga data que arrastra el financiamiento de la Ciudad, como por ejemplo su fuerte dependencia del ciclo económico o su impacto regresivo entre los que menos tienen, Macri encarece los impuestos
Si Macri no gasta en atender las necesidades básicas de salud, educación y vivienda o en mejorar las condiciones de vida de los más pobres de la Ciudad, ¿en qué gasta tanta plata?
En expandir la estructura, respecto al año pasado duplicó la cantidad de planta del personal de Gabinete y hoy son 1.256 los funcionarios políticos. También gasta en hacerse publicidad y en justificar sobreprecios a los contratistas amigos. Así, lo que entre todos ponemos termina en los bolsillos de unos pocos amigos del poder.
¿Qué expresa esta política sistemática de impuestazo y endeudamiento? Expresa la más rancia práctica del neoliberalismo argentino, que cacarea a favor de equilibrio fiscal y hunde en el desfinanciamiento al Estado para postrarlo en el yugo de la deuda. El sacrificio de los bolsillos porteños es quien paga la cuenta. Así mientras la deuda crece, crece también el esfuerzo (los impuestos) para pagarla. Y crecen también las ganancias de los bancos que prestan y de los mediadores de la colocación de la deuda pública. Así es como pocos ganan y muchos pierden.
La gestión Macri: cara y peor.