14 mar 2011

La UNASUR honra el legado internacionalista de Néstor Kirchner Por Jorge Arguello

Si la política ha sido definida como el arte de lo posible, la reciente designación de una Secretaría General de la UNASUR alternada entre Colombia y Venezuela nos presenta otra cara menos frecuente y muy noble: la capacidad del político de pensar en el bienestar de las sociedades para un futuro que lo exceda y lo prive de ver él mismo sus mejores frutos.
El esfuerzo pacificador que expresó el ex presidente Néstor Kirchner cuando medió en 2010 para normalizar las relaciones entre Colombia y Venezuela, días después de haber sido elegido primer secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, se convierte ahora en una demostración contundente de esa vocación por hacer de la política herramienta eficiente de una integración regional al servicio de sus pueblos, frente a intereses internos y externos que articulan casi siempre en otro sentido.Aquel 10 de agosto de 2010, apenas 72 horas después de la asunción del presidente Juan Manuel Santos en Colombia, la activa intervención de Kirchner permitió lo que hasta allí parecía un imposible entendimiento con su colega venezolano Hugo Chávez para dejar atrás con un acuerdo ante la UNASUR un largo período de rispideces y denuncias entre los dos países, sobre todo en torno del conflicto planteado hace varias décadas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).


Los gestos no son apenas una expresión sino una parte, y muy importante, de la política. Pero ese apretón de manos de Santos y de Chávez en Santa Marta fue honrado durante los meses que han seguido a la gestión de Kirchner por la firma de más de una docena de acuerdos bilaterales entre las dos naciones vecinas liberadas por Simón Bolívar.

La coyuntura había marcado a fuego los primeros pasos de la UNASUR y, tras el fallido intento de destitución en Ecuador del presidente Rafael Correa, determinó al bloque a aprobar una “cláusula democrática” para evitar que cualquier régimen ilegítimo se instale en un país miembro, un reaseguro impulsado en una reunión previa coordinada entonces por Kirchner y expresado en la Declaración de Buenos Aires de los jefes de Estado de la Unión.

Ahora, la UNASUR decidió en su reunión de Quito cubrir el cargo vacante dejado por el fallecimiento de Kirchner con una Secretaría General pero de ejercicio alterno, en dos turnos de un año cada uno, por parte de los cancilleres de Colombia, la experimentada diplomática María Emma Mejía, y de Venezuela, el veterano político Alí Rodríguez, en ese orden y a partir de abril de 2011.

Pero, sobre todo, con los gobiernos de Colombia y Venezuela conducidos actualmente por fuerzas políticas con diferencias ideológicas marcadas, esta fórmula de ejercicio alterno de la Secretaría General es fruto de una actitud auténticamente democrática que aprecia las diversidades dentro de un destino regional común, la misma que mantuvo Kirchner durante su corta pero intensa gestión en el bloque.

La decisión de alternar la Secretaría General coincidió además con la firma del tratado consultivo del bloque regional que oficializa la personería jurídica internacional de la Unión de Naciones Suramericanas, cobijo político de más de 300 millones de ciudadanos de la Argentina, Uruguay, Bolivia, Chile, Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Paraguay, Ecuador, Surinam y Guyana.

Siete años han pasado desde el nacimiento de la Conferencia Sudamericana de Naciones, en 2004. La UNASUR nació para profundizar los compromisos postulados por la OEA y recrear la acción política de la región como un todo. Y ha dado ya las primeras pruebas de que todo aquello que pueda ser resuelto a nivel regional no tiene por qué ser resuelto a un nivel superior global.

En un mundo de tsunamis financieros impiadosos para países vulnerables que luchan con otros en desarrollo para encontrar equilibrio en las relaciones internacionales y en los organismos multilaterales que las expresan, la política ha sido el arte que ha hecho posible con la UNASUR pagar una antigua deuda de integración sudamericana.

Sí, como mostró Kirchner, la política puede ser capaz de pensar un futuro de paz y justicia, un porvenir mejor para generaciones que ni siquiera conoceremos, entonces queda mucho por hacer y la obra que él empezó en la región debe ser continuada sin descanso y en esa misma dirección.

*Embajador argentino ante las Naciones Unidas.