11 mar 2011

Esa mujer, ese discurso Por Eduardo Anguita

(TELAM)

Fue una pieza oratoria impresionante. En un escenario cargado de significaciones. La apertura de las sesiones ordinarias del Congreso Nacional puso sobre el tapete que la Presidenta no sólo es la mejor candidata para un nuevo período sino algo muy ligado a su capacidad de comunicar y despertar confianza en los ciudadanos. Está muy preparada, como estadista y en el plano emocional, para afrontar este momento de la vida argentina. Y ambos aspectos –su capacidad de administrar el rumbo del país y el de transmitir sentimientos en el momento más difícil de su vida– convierten a ese primero de marzo en un día muy especial para una Argentina que todavía sigue apostando al sueño de una mayor justicia social.
El senador por Santa Cruz Nicolás Fernández dijo a quien escribe estas líneas que entró al recinto con una gran sensación de angustia. Y que tuvo que pasar un rato hasta darse cuenta que la ausencia de Néstor Kirchner era algo que, en ese momento, se le hacía a él mismo difícil de digerir. Qué sería entonces para Cristina, quien daría un minucioso balance de gestión y haría propuestas para los últimos meses de su mandato presidencial sin su compañero e iniciador de esta nueva etapa del país.
La Presidenta habló nada menos que cien minutos sin parar, apenas si alcanzó a tomar un poco de agua. Alguien hacía notar que un mozo pasaba con la jarra llenando los vasos y salteó el de ella. Así como quedará para la historia cuando, el 25 de mayo de 2003, desde ese mismo lugar Néstor dijo: “No he venido a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”, retumbará en el futuro la importancia de una frase de ese medular discurso de Cristina: “A la Casa de Gobierno no la manejan las corporaciones”. Ambas afirmaciones podrían ser tomadas como retórica de ocasión si no reflejaran –con siete años de diferencia– dos cuestiones clave que hacen a la vigencia de un proyecto político. Porque una y otra afirmación son la savia de un proceso popular, transformador, soberano. Néstor, aquella vez, con un país quebrado, endeudado y empobrecido, habló de una voluntad que se puede ver coronada no sólo con los logros de gestión (el endeudamiento externo superaba una vez y media el PBI y ahora es menos de un tercio y la desocupación cayó de 20% a 7%, por tomar dos ejemplos fuertes), sino con algo del orden de lo cualitativo: esto fue gracias a la acción política de un gobierno democrático que se hizo cargo de deudas históricas y que no cedió a las apetencias de los grandes intereses privados ni a los grupos de poder tradicionales. Una muestra palmaria de cómo el contenido y el estilo tienen que ver es cuando anunció la decisión del Ejecutivo de enviar un proyecto de ley para poner límites a la extranjerización de las tierras sin desalentar la inversión. Esta Presidenta afirma soberanía sin necesidad de estridencias. Por ejemplo, pasó desapercibida para la prensa la publicación, días pasados, en el Boletín Oficial de una resolución del Instituto Nacional del Reaseguro (Inder) de impedir a las compañías aseguradoras buscar sus reaseguros en compañías que no estén registradas en la Argentina. El presidente de Allianz en Argentina, el norteamericano Edward Lange, puso el grito en el cielo y dijo (ver La Nación del 27/2) que ni en Venezuela se hacía semejante cosa. Sin embargo, Lange no tuvo problema en reproducir el argumento del Gobierno: “Quieren que queden unos pesos en el país”. Nadie echó a Lange ni le cerraron la compañía, pero tampoco en el Inder se movió un florero por la estridente lengua de Lange. Del mismo modo que las grandes compañías cerealeras deben aceptar que los inspectores de la Afip empiecen a poner en negro sobre blanco esta tradición de “triangular” exportaciones de soja y girasol a empresas radicadas en Uruguay, que en vez de consumidor es también productor de esas oleaginosas. Algo que los cráneos que se dedican a cubrir economía en los medios privados tienen terror de decir, porque están colonizados mentalmente. No están esclavizados como buena parte de los trabajadores rurales, sino que están sometidos a esa fuerza reaccionaria de la costumbre de no tomar ni siquiera el riesgo de publicar las evidencias de los negocios sucios de las poderosas transnacionales que comercializan granos.
En clave de Cristina. La Presidenta, ese martes al mediodía, estaba fresca, tranquila, distendida. Hoy es la expresión más cabal de un tejido político social que recupera lo mejor de la cultura política popular. Quien escribe estas líneas había sentido una viva impresión de las palabras de Cristina en agosto del año pasado ante la selecta Cámara de Comercio de Rosario. Allí, a un par de cientos de empresarios de caras rígidas y trajes caros, les dijo en la cara que los niveles de evasión tributaria y de informalidad en el trabajo eran altísimos. Lo hizo en un tono calmo. Vale la pena recordarlo porque después de eso se incrementaron las inspecciones en los establecimientos agrícolas y los allanamientos en oficinas de las cerealeras. Es decir, no sólo no negoció un ápice, no sólo puso en marcha los dispositivos de control sino que se los advirtió con valentía y buen tono. Ahora dijo que mandará un proyecto de modificación de la ley penal tributaria para “enviar a la cárcel a los evasores” y reclamó el tratamiento del proyecto ya enviado sobre el trabajo rural (¡para derogar el actual firmado por José Alfredo Martínez de Hoz!). Esa mujer, vestida de negro y cargada de dolor, pero suficientemente fresca, tuvo la picardía a flor de piel como para pedirle a Julio Cobos que hiciera callar a “su gente” que coreaba el nombre del vicepresidente como candidato a 2011 (eran efectivamente sus empleados de despacho que cumplían la orden de candidatearlo para octubre). Esa mujer pudo valerse de la operación de Clarín que había titulado en tapa que sus allegados craneaban una Cristina eterna, tuvo la sensibilidad para hablar de la finitud y poner en clave humana, de simple mortal, el trabajo de presidir los destinos de un país. Pero también como para ironizar sobre su propio poder (“si ni me votan el Presupuesto, ¿cómo voy a estar pensando en 2015?”). Para terminar, un simple detalle. Debe tomarse nota de la decisión de poner en órbita no policial la confección de documentos y de hacerlo sin negociados. Pero no sólo por lo saludable de eso. El sentido último de entregar documentos es que las mujeres que a partir del 1º de mayo puedan inscribirse en la ampliación de la asignación por hijo a las embarazadas tengan su documento. Sin él, los anuncios no entran en la microfísica del poder. Soberanía no sólo es que el tema del endeudamiento externo no haya sido parte de la agenda de esos 100 minutos excepcionales de política. Soberanía es que las deudas internas ocupen la agenda de cada ciudadano. La frescura de Cristina es que su vínculo con el pueblo es natural. No le cansa ser presidenta. Sabe cómo hacerlo y cuenta con el respaldo mayoritario. Ese es el presente. El futuro –parafraseando al gran argentino latinoamericano Ernesto Guevara– es nuestro.
• TEXTUALES
Hemos completado, argentinos, en estos 200 años de historia, el crecimiento económico con inclusión social más importante de nuestros 200 años de historia, los números, los indicadores claros, que no son solamente números como entidades abstractas matemáticas, reflejan magnitudes y reflejan realidades, con un crecimiento, el año pasado, de la actividad económica, del 9,1%, superando la crisis económica más importante que se tenga memoria y también concluyendo la etapa iniciada por él del desendeudamiento más importante de que se tenga memoria en la República Argentina.
El crecimiento de las reservas del Banco Central de la República Argentina –no hay que olvidarse nunca de esa última parte, que es el Banco Central de la República Argentina– había tenido un promedio del 11,8% de crecimiento entre el 2003 y el 2010, lo que nos llevó a batir récords constantemente. Sin embargo, el récord histórico de crecimiento de reservas –no basada en dólar financiero sino en dólar comercial– lo obtuvimos el año pasado, el 2010, con el 13,4% de crecimiento de las reservas llegando, en el día de ayer, a 52.350 millones de pesos.
Lo paradójico es que el año de mayor crecimiento de las reservas se dio precisamente en el primer año que utilizamos las mismas para pagar la deuda y no solicitando crédito externo para seguir endeudándonos.
El otro día, la Ministra de Seguridad daba los índices de reducción de homicidios dolosos. Ese mismo día o al otro día creo que mataron en distintos episodios a tres personas. Una tragedia, pero eso no quita que si uno compara los índices de homicidios dolosos con otras partes del mundo, inclusive con nuestra propia historia entre el año 2002, que era del 9,2 por cada 100 mil habitantes y en el 2008, que es la última, estábamos en el 5,8, que hay que bajarlo y que si hoy a la tarde alguien tiene la tragedia de perder la vida en un hecho delictivo, no modifica el índice. Lo que sí muchas veces pasa es la utilización publicitaria.
Déjenme decirles que esta Presidenta en tres años de gestión proporcionalmente ha hecho vetos por el 0,70 por ciento; solamente superada en menor cantidad de vetos por el presidente Kirchner, que fue del 0,68, y el período Alfonsín que fue del 0,83. El período donde más se vetó fue durante el año 2002, que fue de 6,92 vetos. Pero además, y como sé que hay una fuerza política muy importante y con representación aquí que tiene el Gobierno de la Ciudad, en realidad el récord de récords lo bate el Gobierno de la Ciudad, con el 9.28 por ciento de vetos en la Capital.

Otras notas

  • El jueves pasado, después de 26 años de ausencias, un presidente argentino pisó la Bolsa de Comercio de Rosario. Un edificio monumental enclavado en el vértice de una ciudad por la que pasa el comercio granario del país y en el que se afincan los operadores de las multinacionales transgénicas. La soja es a este poder económico lo que los diamantes al África. En números: se exportaron en el país 8.500 millones de dólares y los derechos de exportación fueron de 2.700 millones. Gran parte de eso se voceó en el recinto de “la Bolsa”.
  • A riesgo de confundir el vacío emocional con los espacios de construcción de poder, parece importante hacer un rescate enfático de uno de los grandes legados que dejó Néstor Kirchner. Ya se naturalizó la idea de que Néstor fue un gestor impresionante de subordinar la economía a la política. Sin embargo, dicho así puede dejar la sensación de que los números se acomodan a la voluntad o los deseos de un colectivo político o de un líder popular.
  • Los cobros de exportaciones de bienes que ingresan al BCRA registraron en junio el máximo mensual desde su creación en febrero de 2002. Las reservas del Central llegaron a su máximo histórico y superaron los U$S50.810 millones, fogoneadas por una liquidación récord del sector exportador de oleaginosas, cereales y aceites.
  • Luego de que en su brevísimo período presidencial Adolfo Rodríguez Saá declarara la cesación de pagos de la deuda externa, a partir de la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada la Argentina inició un verdadero proceso de desendeudamiento externo. Ese camino iniciado en 2003 permite que en la actualidad los compromisos financieros internacionales sean totalmente manejables en el contexto de una economía robustecida. Como lo muestra el gráfico que acompaña este recuadro, la deuda externa argentina pasó de representar el 151% del PBI en 2001 al 41% en 2009.
  • En los próximos días, ingresarán al Congreso dos proyectos que, con matices, buscan reformar la Carta Orgánica del Banco Central con la intención de que su función no sea sólo garantizar la estabilidad monetaria, sino también reorientar el crédito hacia la producción y la generación del empleo. Una de las iniciativas corresponde al diputado del Frente para la Victoria Héctor Recalde, quien el martes pasado la sometió a la aprobación de la Confederación General del Trabajo y la presentará esta semana en la Cámara.
  • Hoy no me resulta sencillo escribir. La emoción da rienda suelta a la tristeza, pero estoy convencido de que no es lo que Néstor Kirchner, un trabajador incansable, esperaría de nosotros para este momento.
    Kirchner era un gran hombre. De una voluntad inquebrantable. Un político distinto. Un hombre de sentimientos y definiciones fuertes, inclaudicable en sus convicciones, tenaz en sus ideales.