18 oct 2010

Todo sobre el 17 de octubre de 1945

Norberto Galasso
"...Las muchedumbres agraviaron el buen gusto y la estética de la ciudad, afeada por su presencia en nuestras calles.

El pueblo las observaba pasar, un poco sorprendido al principio, pero luego con glacial indiferencia". (Diario Crítica, 18/10/45).



Primera semana de octubre del ’45.
Durante los primeros días de octubre se agrava la tensión política. El día 5 se decreta la clausura de la Universidad y fuerzas policiales desalojan violentamente a los estudiantes de los centros de estudio, produciéndose más de dos mil detenciones. En las refriegas entre estudiantes y grupos de la Alianza Libertadora Nacionalista, muere un joven reformista: Aarón Salmún Feijoó.
Por su parte, la Secretaría de Trabajo continúa con sus medidas avanzadas: la sanción del laudo gastronómico -prohibiéndose la propina por razones de dignidad- implica no sólo un aumento salarial sino la intervención de los delegados gremiales en la información contable de los restaurantes.
Génesis del 17 de octubre La embajada norteamericana -el 2 de octubre- comunica al Departamento de Estado que es "necesario llegar hasta las últimas consecuencias", si bien conviene evitar "medidas coercitivas si éstas pueden ser reemplazadas, con éxito por la paciencia", quedando aquellas "como última instancia para cuando quede demostrado que la tendencia actual del pueblo argentino a resolver el problema por su cuenta haya fracasado en alcanzar sus objetivos".

Mientras, en Campo de Mayo, algunos altos oficiales, tomando como excusa las relaciones sentimentales de Perón con la actriz Eva Duarte, descargan su animadversión contra él, originadas, en muchos casos, en la declaración de Guerra a Alemania. Precisamente, en esos días, circula la versión de que la designación de Oscar Nicolini- el 5 de octubre, como Director de Correos y Telecomunicaciones- obedece a la presión de Eva Duarte.

Esta cuestión opera como detonante en algunos sectores militares, hondamente trabajados ya por la gran prensa, así como por la campaña desarrollada por Braden.

Incluso oficiales de alta graduación, de Campo de Mayo, filiados al nacionalismo -hasta ese momento, coincidentes con el coronel Perón- manifiestan su desagrado.

7 de octubre El General Avalos visita a Perón para informarle que el nombramiento de Nicolini ha caído muy mal en Campo de Mayo y que debería ocuparse de que esa designación quede sin efecto. El coronel le contesta que está cansado de imposiciones y que está dispuesto a renunciar.

8 de octubre Perón cita a jefes militares a su despacho y les informa acerca del planteo que le han hecho el día anterior: "...De un tiempo a esta parte vengo observando que Campo de Mayo llega hasta el Ministerio con verdaderas imposiciones... Primero, impusieron el alejamiento del interventor de la provincia de Buenos aires (Bramuglia), luego, la eliminación de la subsecretaría de Informaciones y Prensa y también se realizó.

Ahora exigen la renuncia del señor Nicolini, nombrado por el Presidente de la Nación, a propuesta del ministro del Interior. Yo no estoy dispuesto a intervenir para que renuncie, prefiero irme a mi casa".

La conversación deviene en altercado por lo cual el Gral.

Avalos propone asumir la representación de Campo de Mayo y mantener un encuentro privado con Perón.

Producido éste, Avalos le informa al coronel que para resolver el diferendo, presentará el retiro y que no hará nada que perturbe la tranquilidad del país.

Disuelta la reunión, Perón informa lo sucedido al presidente Farrell. Pero en la noche se efectúa una nueva reunión en Campo de Mayo y allí se produce el amotinamiento.

La mayoría de oficiales designa al Gral. Avalos para que a la mañana siguiente entreviste al presidente y le exija la renuncia de Perón a todos sus cargos.

9 de octubre En la mañana, Avalos cumple su misión. Farrell lo escucha y deciden de común acuerdo una visita a Campo de Mayo para conversar con los jefes sublevados. En el Ministerio de Guerra, Perón recibe la propuesta de varios jefes adictos para reprimir a los amotinados, pero se niega -por ahora- pues ésa es una decisión del presidente. Se disponen aprestos en varias guarniciones para el caso de que Farrell decida reprimir.

En Campo de Mayo, Farrell intenta disuadir a los jefes más exaltados, pero no lo consigue. La guarnición mantiene sus exigencias, por lo cual el presidente concluye por ceder. A las 17 y 30 horas, los generales Von der Becke y Pistarini entrevistan a Perón, en el ministerio de Guerra, para informarle que Farrell considera conveniente su renuncia.
Perón recuerda: "Entonces, llamé a mi ayudante de campo y le dije al Jefe de operaciones, que detenga todo movimiento de tropas y que retornen a sus cuarteles, tráigame papel para escribir mi renuncia...

El Gral. Pistarini me dijo que era mejor que dijera que renunciaba por el llamado a elecciones que se había decidido ya, que me retiraba para actuar desde fuera del gobierno. Le contesté: mi General, no interesa la causa más que a mí. Y escribí: Excelentísimo señor presidente de la Nación: renuncio a los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión con que vuestra excelencia se ha servido honrarme" y firmé.

La entregué al Gral. Pistarini y le dije: Se la entrego manuscrita para que vean que no me ha temblado el pulso al escribirla. Se había cerrado un capítulo de mi vida. Di gracias a Dios por haberme permitido hacerlo sin sacrificar una sola vida en holocausto de la irreflexión o el apasionamiento".

Al mismo tiempo, por documento aparte, el coronel solicita el retiro de la institución. "Al faltarme el apoyo militar, decidí retirarme".
En esa tarde, el gran estanciero y dirigente conservador don Antonio Santamarina, visita al Secretario General del Partido Comunista -Victorio Codovilla- en la Penitenciaría, informando, a la salida, a los periodistas del penal: "Le he dicho a Codovilla que de un momento a otro ha de producirse el estallido que aguardamos. Estamos apurados por obtener su libertad porque él puede orientarnos".

En la noche, el ministro del Interior -Dr. Quijano- comunica que el gobierno ha resuelto convocar a elecciones generales para el mes de abril de 1946 y que el coronel Perón ha renunciado a todos sus cargos, pues se había comprometido a dejar sus funciones a partir del momento en que se produjese la convocatoria electoral.

Conjuntamente con este comunicado en el que se intenta disfrazar la verdad de lo ocurrido, las radios informan que han renunciado dos jefes militares adictos a Perón -los coroneles Filomeno Velazo y Domingo Molina- a la jefatura y subjefatura de la Policía Federal.
Esa misma noche, Perón permanece en su departamento de la calle Posadas en compañía de Evita, Mercante y algunos oficiales que se acercan a pedir información y a brindarle su solidaridad. "Todo esto es cosa del tanito de Villa María (Amadeo Sabattini) -señala el coronel-. Lo ha enloquecido a Avalos. Le prometió la vicepresidencia y ese irresponsable ha jugado el destino de la revolución".

Además, le señala a Roberto Pettinato: "No haga nada. Ha terminado todo, por el momento. Ahora, hay que esperar el curso de los acontecimientos". A la misma hora, a pocos kilómetros de allí -en el campo de deportes del Sindicato de Cerveceros, en Quilmes- se lleva a cabo una reunión de dirigentes y militantes sindicales. Son alrededor de 70.

De esa reunión, sale la designación de varios gremialistas- entre otros, Luis Gay, Alcides Montiel, Ramón Tejada y Juan Pérez- para que visiten al coronel, a la mañana siguiente y se informen de lo ocurrido, para trazar la táctica adecuada. 10 de octubre de 1945 Al mediodía, el grupo sindical entrevista a Perón, en su departamento. Allí se decide la realización de una concentración frente a la Secretaría de Trabajo y Previsión para que Perón se dirija a los trabajadores, al abandonar el cargo. Se ignora quién propuso ese acto, que habría de alcanzar suma importancia en el antagonismo vivido durante esos días. ¿Fue una propuesta de los delegados obreros a Perón, según el recuerdo de Gay?. O, por el contrario, ¿fue una sugerencia de Perón que los delegados asumieron con entusiasmo?.

Difícil saberlo, pero lo cierto es que el acto se realiza en condiciones muy particulares: a) se convoca para el mismo día, no dando tiempo al enemigo para orquestar su respuesta; b) se obtiene, a través de una gestión realizada por Mercante, la transmisión por la red oficial de radios, lo cual indicaría cierta complicidad del presidente Farrell. En la tarde, alrededor de 70.000 trabajadores se nuclean en torno a la Secretaría de Trabajo, desde donde habla el coronel, por altoparlantes y en conexión con la radio oficial.

En su discurso, Perón anuncia que deja dos decretos firmados, a favor de los trabajadores. Uno de ellos, establece un nuevo régimen de asociaciones profesionales- otorgándoles autonomía, entre otros derechos- y el otro, un aumento de sueldos y salarios, implantación del salario móvil, vital y básico y participación en las ganancias.
Sostiene, además: "Deseo manifestar, una vez más, la firmeza de mi fe en una democracia perfecta. Dentro de esa fe democrática, fijamos nuestra posición incorruptible e indomable frente a la oligarquía. Pensamos que los trabajadores deben confiar en sí mismos... No se vence con violencia, se vence con inteligencia y organización. Por ello, les pido que conserven una calma absoluta y cumplan con lo que es nuestro lema de siempre: del trabajo a casa y de casa al trabajo...

Tranquilidad y calma es lo que necesitamos para seguir invencibles. Y si un día fuese necesario, he de formar en sus filas para obtener lo que sea justo. Mientras tanto, que sea la calma y la tranquilidad lo que guíe los actos de los obreros para que no se perjudique esta magnífica jornada de justicia social. Pido orden para que sigamos adelante nuestra marcha triunfal, pero si es necesario, algún día pediré guerra".

El discurso provoca fuerte irritación. Algunos jefes militares se sienten engañados por Farrell y Perón y exigen la remoción del presidente. Otros, como el mayor Desiderio Fernández Suárez -once años después responsable de la masacre de José León Suárez- reacciona con más furia y parado sobre una mesa del círculo Militar proclama: Hay que matar a Perón. También el General Manuel A. Mora, en la Escuela Superior de Guerra, juzga necesario "organizar un plan de asesinato".

Esa noche, Perón vuelve a reunirse en la calle Posadas, con oficiales de su confianza. El coronel Juan Giordano recuerda que Perón le dijo que si los obreros salían a la calle podía desencadenarse una guerra civil. "¿Qué hacemos para evitarlo? le pregunté. Perón nos dio la siguiente directiva: -Pónganse de acuerdo con jefes y oficiales de la causa, para que las unidades militares de la Capital reciban a los obreros que salgan a la calle y coordinen con ellos la forma de operar.

El resto de las tropas de San Martín y El Palomar deben evitar que Campo de Mayo marche hacia la Capital. "La Razón" informa, esa misma noche: "Al conocerse la noticia de la renuncia de Perón, suben las acciones de los ferrocarriles en la Bolsa de Londres. También suben en Nueva York otros valores colocados en la Argentina".
11 de octubre de 1945

En la mañana del jueves, ya está en Buenos Aires el Dr. Amadeo Sabattini, caudillo de la Intransigencia Nacional del Radicalismo, de Córdoba, quien viene a entrevistarse con el Gral. Avalos. Arturo Jauretche intenta convencerlo de que asuma el gobierno: "Yo sé que Avalos le entregaría el gobierno a usted. Si se lo ofrece, tómelo. Y llévelo a Perón con usted. Sáquelo a flote. Y aún, si el Ejército quiere enterrarlo, hágale un entierro de seis caballos. Pero no se ponga en contra de este hombre que representa un nuevo espíritu. Concilie ese nuevo espíritu con el viejo del radicalismo intransigente y va a salir adelante... Que hable por radio un hombre que represente al radicalismo, por ejemplo, Elpidio González. Que diga que el Ejército ha resuelto que ningún militar puede ser candidato. De ese modo, usted, desde arriba, hará el proceso que Perón quería hacer. Es la última oportunidad que tal vez le da a usted la Historia, personalmente. Y la oportunidad tiene una sola trenza".

Sabattini aprueba la propuesta, en principio, pero luego conversa con dos miembros del Comité Nacional y finalmente, le contesta a Jauretche:
-El Comité Nacional ha resuelto que se debe entregar el poder a la Corte y... yo acato esa resolución".
Jauretche le responde:
-Sepa, Dr. Sabattini, que la oportunidad ha pasado al lado suyo y usted no la agarró por la única trenza que tiene. Ya no hay otra alternativa para el país que Perón o la oligarquía. Nosotros, nos vamos con Perón. No le extrañe que el pueblo haga lo mismo... Hemos jugado a la vieja política la última carta que era usted. Y usted no ha entendido. Usted está terminado políticamente y me despido con dolor porque nunca más lo volveré a ver. Ese día, Perón le comunica al Gral. Avalos, ahora ministro de Guerra, que "a fin de esperar mi retiro, he solicitado licencia y desde la fecha me encuentro en la estancia del Dr. Subiza", en San Nicolás. Sin embargo, junto con Eva, se traslada a la localidad de Florida, a la casa de Elisa Duarte.

12 de octubre

En la mañana, Perón y Eva se trasladan a una isla del Tigre, a una casa que les ha ofrecido Rodolfo Freude, hijo de un poderoso empresario alemán. Mercante lo despide y luego marcha a una reunión con veinte dirigentes gremiales... "Fue el primer intento- señala Félix Luna- de organizar alguna reacción a favor de Perón". "Aluvión zoológico"

La creencia popular es que aluvión zoológico fue la forma despectiva que la oligarquía calificó a las masas populares que se volcaron en Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. La realidad es más terrible y patética: el dicho fue invento del diputado radical Ernesto Sanmartino, el 23 de mayo de 1946, para referirse a los legisladores peronistas, donde había muchísimos obreros, que accedían como mayoría a la cámara de diputados nacionales.

Por su parte, los opositores al gobierno militar-y en especial, a Perón- movilizan sus fuerzas. Ya el día 11, se han concentrado diversos grupos civiles frente al Círculo Militar donde se discute la salida a la crisis. Pero este viernes 12 de octubre, afluye más gente, que se asienta en Plaza San Martín.

En el interior del Círculo, altos jefes militares intercambian ideas con políticos de diversos partidos (desde los socialistas Alfredo Palacios, Américo Ghioldi y Carlos Sánchez Viamonte hasta conservadores como José María Paz Anchorena, Adolfo Bioy y Bernardo Houssay pasando por radicales como José María Cantilo y Ernesto Sanmartino).
Afuera: "un público selecto -según "La Prensa"- formado por señoras y niñas de nuestra sociedad y caballeros de figuración social, política y universitaria, jóvenes estudiantes que lucían escarapelas con los colores nacionales, trabajadores que querían asociarse a la demostración colectiva a favor del retorno a la normalidad".

Armando Cascella describe de este modo ese llamado "picnic oligárquico": "Fiesta campestre, con señoras y señoritas de la clase ’bien’, sentadas en las capotas de sus lujosos automóviles, o en rueda sobre el verde césped de ese aristocrático paseo, en amable y entusiasta tertulia ’democrática’ mientras los mozos del Plaza Hotel y de otras proveedurías vecinas, ayudados por jóvenes galantes, iban y venían presurosos, con las bandejas cargadas de copetines, de botellas de champagne y suculentos sándwiches de pollo, de pechuga de pavita y de caviar’"20.

Un dirigente stalinista -Rodolfo Aráoz Alfaro- recuerda aquella escena: "En el Círculo se sucedían las reuniones... Nosotros, en la plaza, pronunciábamos discursos, exigiendo la rendición incondicional del gobierno... Las consignas eran de furiosa oposición al conjunto de las Fuerzas Armadas, con lo que contribuíamos a unificarlas contra nosotros"21.

Desde los balcones del Círculo, el almirante Vernengo Lima intenta persuadir a los manifestantes que reclaman "el Gobierno a la Corte": "Si bien la Corte Suprema de Justicia es una tabla de salvación para el país, éste tienen instituciones armadas y el pueblo tiene la obligación de respetarlas". Pero desde los verdes canteros rugen gritos de desaprobación: ¬Militares no! ¬El gobierno a la Corte! ¬Militares al cuartel!

El almirante insiste: -El país debe confiar en que el Ejército y la Armada honestamente le propicien un gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo". Se renuevan los abucheos: ’Son todos iguales’... ’Está mintiendo’... El Almirante se indigna: Usted no tiene derecho a dudar de la palabra del Almirante Berengo Lima... Desde la plaza, gritan: ’Habla como Perón’... Ante semejante comparación, el Almirante hierve de ira y rechaza lo que considera una afrenta: ¬Yo no soy Perón!...El griterío le dificulta continuar la exposición, pero alcanza informar que "Todos los culpables de este estado de cosas serán castigados, comenzando por Perón...". "Durante más de diez horas -recuerda Juan José Real- esta concentración de apellidos ilustres, de jóvenes universitarios y de militantes comunistas, reclamó la entrega del poder al alto tribunal y se desgañitó cantando un estribillo con música de la marcha radical: "Adelante, ciudadanos/ Adelante, sin cesar/ No queremos dictadura/ ni gobierno militar". María Rosa Oliver testimonia: "...Los comunistas, al contrario de los anarquistas, inflexibles y líricos, se habían unido para ganar la guerra a todos los que perseguían el mismo fin (a esto se llamó browderismo’, en Estados Unidos), lanzando la consigna ’vencer al fascismo’. Por serles fieles, no tuvimos reparos en aceptar el apoyo abierto del nuevo embajador norteamericano Spruille Braden. Ese día estuve puntual, a las 9 de la mañana, en plaza San Martín... Desde donde estoy no llego a oír lo que en sus arengas dicen el radical, el conservador, el comunista, el socialista y el demócrata progresista. A todos los aplauden por igual.

Terminado el aplauso, un solo clamor: Gobierno a la Corte... Me acerco a Jerónimo Arnedo Alvarez (uno de los principales dirigentes del Partido Comunista) y le pregunto si este es el pueblo con que contamos. Me asegura que los obreros empezarán a llegar después de las cuatro. Alentada, decido esperar... No me cabe duda: los asistentes a este acto pertenecemos a una clase social definida... Pasadas las cuatro.. miro y miro sin ver llegar lo que espero. Gente nueva afluye a la plaza, pero no es obrera".

Esa misma tarde, Farrell, después de conversar con Vernengo Lima, decide la detención de Perón argumentando que se tata de una medida de seguridad pues su vida corre peligro. Sin embargo la decisión consiste en llevarlo preso a un buque de la Armada, lo cual podría indicar que la decisión le ha sido impuesta por el Almirante.

Poco después, el Jefe de Policía coronel Mittelbach se dirige a Tres Bocas, en el Tigre, para apresar a Perón. Mientras, esa noche, la policía dispersa a los manifestantes de Plaza San Martín, produciéndose graves enfrentamientos, de los cuales resulta muerto un médico, militante de los grupos opositores al gobierno. 13 de octubre A la una de la madrugada, en el Tigre, Mittelbach le comunica a Perón que tiene orden de trasladarlo a un buque de guerra. Perón se niega a acompañarlo argumentando que no quiere ser sacado de su jurisdicción y solicita que se comuniquen con Farrell para modificar la orden, al tiempo que él se traslada a su departamento de la calle Posadas, donde esperará novedades.

Alrededor de las dos y media del sábado 13, el subjefe de policía -mayor D’Andrea- se presenta en dicho departamento y se traslada, con Perón, en carácter de detenido, a la cañonera "Independencia", para tomar rumbo hacia la isla Martín García. Mercante los acompaña y recuerda la despedida: "Perón susurró unas palabras recomendándome a Eva y luego, suelto y natural, subió la pasarela. Me quedé mirándolo desde abajo. De pronto advertí que el marinerito que montaba guardia a mi lado, estaba llorando. Por su rostro morocho corrían las lágrimas silenciosamente. Entonces sentí una enorme tranquilidad y supe con claridad total que íbamos a ganar la partida".

Lo sucedido indicaría que el Gral. Farrell ha cedido frente a la presión del Almirante Vernengo Lima y del Gral. Avalos. Ambos jefes se reparten transitoriamente las carteras del gabinete, mientras el presidente encomienda al D. Juan Alvarez -hombre de la judicatura- la reorganización ministerial.

"Crítica" titula : "Perón ya no constituye un peligro para el país". En la noche del 13 de octubre, el profesor Juan Fentanes, nuevo secretario de Trabajo y Previsión, se dirige a los obreros por radiofonía intentando disipar inquietudes acerca de la pérdida de conquistas sociales, aunque manifestando su convicción de que el Estado no debe cumplir papel relevante en los conflictos laborales "pues obreros y patrones deben resolver directamente sus problemas".

Entre sus primeras medidas, se informa que se ha declarado feriado "no pago" al día 12 de octubre.

En la tarde de ese mismo día, Perón le escribe una carta al presidente Farrell manifestándole la injusticia de que es objeto, especialmente porque "si me encuentro detenido a disposición del Poder Ejecutivo, creo tener los derechos elementales que me acuerda la ley".

Señala, asimismo, que no sabe de qué se lo acusa y que "hubiese preferido ser fusilado por cuatro viejos montañeses y no pasar por lo que estoy pasando", en jurisdicción militar y peor aún, bajo la custodia de los hombres de la Armada.

Además, le solicita a Farrell que acelere su trámite de retiro del Ejército. También le escribe a Eva, carta que lamentablemente no se ha encontrado hasta ahora. Una tercera carta va dirigida a Mercante : "... Me hace mucha gracia que algunos creyeran que yo me iba a escapar. Son unos angelitos pues si lo hubiera querido hacer, tenía diez embajadas con amigos que me hubieran acogido con los brazos abiertos. Ellos olvidan que yo soy un soldado de verdad y que si no hubiera querido entregarme, hubiera sido otro el procedimiento que habría seguido. Con todo, estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí y de haber evitado toda violencia. Ahora, he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave... Le encargo mucho a Evita, porque la pobrecita tiene sus nervios rotos y me preocupa su salud. En cuanto me den el retiro, me caso y me voy al diablo. Saludo a todos los amigos y en especial al "peronismo"... Querido amigo. Usted es de los excelsos, por eso vivirá amargado pero con una conciencia feliz. La conciencia es la madre del alma, por eso nos adormece con una canción de cuna cuando está pura y limpia".

Con respecto a esta declaración de "me caso y me voy al diablo", algunos suponen que fue un momento de agotamiento y de hastío por parte del coronel.

Otros, como Fermín Chávez, sostienen que se trata de una maniobra para confundir al enemigo, en conocimiento de que todas sus cartas serían leídas por sus carceleros antes de ser remitidas.
14 de octubre

"La Epoca" informa que el planteo de los dirigentes políticos de entregar "el gobierno a la Corte" significaría la asunción, como presidente, del Dr. Roberto Repetto, "gran amigo de Robustiano Patrón Costas y de otros fuertes empresarios azucareros del Norte" 31. Transcribe, asimismo, una declaración del Comité Centro y Constitución del Partido Comunista: "Por la entrega del poder a la Suprema Corte y un ministerio de conciliación nacional. Pueblo de la Capital: las bandas nazifascistas juntamente con su policía gestapista y con la complicidad del Gral. Avalos, han ametrallado a mansalva al pueblo de Buenos Aires congregado en la Plaza San Martín, en el día de ayer.

Numerosos muertos y heridos constituyen el saldo de esta vandálica represión -sin precedentes en la historia argentina- contra toda la ciudadanía que exige la entrega del Gobierno a la Suprema Corte y la constitución de un ministerio de Unidad Nacional, donde estén representados todos los partidos políticos antifascistas, el movimiento obrero independiente, el estudiantado y todos los sectores económicos y sociales, civiles y militares de la Nación que aspiran al retorno inmediato de la normalidad constitucional.

No hay solución política actual a espaldas del pueblo. Pueblo argentino: No intimidarse. Salid a la calle y aplastad a los nazis y pistoleros peronianos". Ese mismo día 14, el Gral. Avalos visita a Victorio Codovilla en el Departamento de Policía. Pocas horas antes de que el dirigente stalinista recuperase la libertad, Avalos mantuvo una larga plática con él, de la cual sólo trascendió esta información: "El dirigente comunista habría dicho: - Hemos cometido un error en no haber apoyado antes a este gobierno. Temo que ya sea tarde. Rodolfo Puiggros se refiere a esta entrevista y comenta que, por supuesto, "al decir este gobierno, Codovilla se refería al que representaba Avalos, es decir, que para el secretario general del Partido Comunista los militares dejaban de ser nazifascistas por el mero hecho de haber detenido a Perón.

A su vez, otro dirigente del mismo partido da fe de su vocación "democrática" visitando al otro gran enemigo de Perón, el jefe de la Armada: "Con un grupo de personas- recuerda Rodolfo Ghioldi- fuimos a ver al almirante Vernengo Lima al ministerio y me permití decirle: - Pero, ustedes van a ser derrocados pasado mañana; la policía está en las mismas manos, la policía no deja que los sindicatos hagan asambleas, persigue gente que quiere luchar y salir a la calle, les está metiendo palos y llevándola a los calabozos... Me dijo que estaba equivocado y como yo insistiese, se comprometió a comunicárselo al Gral. Avalos".

Mientras, en Martín García, Perón escribe dos cartas. La primera, al Gral. Avalos, donde afirma que "soy todavía un oficial superior del Ejército en actividad y desconozco el delito de que se me acusa... por lo cual solicito quiera servirse ordenar se realicen las diligencias del caso para esclarecer los hechos y de acuerdo a la ley, disponer en consecuencia mi procesamiento o proceder a resolver mi retorno a jurisdicción y libertad, si corresponde".

La segunda es una nueva carta a Eva, caracterizada por las expresiones cariñosas hacia su compañera. En lo que atañe al aspecto político, afirma: "... Hoy he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos... ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida...Te encargo le digas a Mercante que hable con Farrell para ver si me dejan tranquilo y nos vamos al Chubut los dos....Trataré de ir a Buenos Aires por cualquier medio, de modo que puedes esperar tranquila y cuidarte mucho la salud.
Si sale el retiro, nos casamos al día siguiente y si no sale, yo arreglaré las cosas de otro modo, pero liquidaremos esta situación de desamparo que tú tienes ahora...Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y se que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto y lo publicaré cuanto antes, veremos entonces quien tiene razón...".

Este proyecto de alejarse de la acción pública- aunque, al mismo tiempo, anuncia su decisión de escribir un libro para continuar la lucha- constituiría, según algunos ensayistas peronistas, un nuevo intento de despistar a quienes revisasen la correspondencia. Sin embargo, parece más razonable entenderlo como una actitud propia de quien se encuentra detenido, traicionado por sus camaradas de armas y cuando aún no se ha producido la reacción popular en su defensa.

A media tarde de ese día 14, llega a Martín García el capitán-médico Miguel Angel Mazza, quien desde hace años atiende la salud de Perón. Mazza le trae la siguiente información, que le envía el coronel Franklin Lucero: "Según Lucero, había que contar con tres generales: Sosa Molina, Solari y Urdapilleta. El Ejército del interior no podía estar con Campo de Mayo... La famosa Escuela de Guerra, termómetro de la reacción en el Ejército, estaba ahora dividida y se balanceaba a favor de Perón".

Acerca de los obreros, Mazza le informa que "el mayor Estrada estaba en contacto con Alcides Montiel y que se trabajaba secretamente". Mazza y Perón conversan extensamente y convienen en plantear -tomando por base unas radiografías de años atrás- que el clima húmedo de la isla daña seriamente su salud, reclamándole a Farrell que disponga su traslado a la Capital.

15 de octubre

El Dr. Mazza entrevista al presidente Farrell y le entrega su informe acerca del deterioro de la salud de Perón, "lo cual obliga imprescindible e impostergablemente a un examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario". Farrell asiente, en principio, a la solicitud, pero envía a Mazza para que formule la misma petición ante el ministro de Guerra, Gral. Avalos.

El médico sabe que su argumento es un arma poderosa: las Fuerzas Armadas no pueden cargar con la responsabilidad, frente al pueblo, de que Perón enferme gravemente, con peligro de muerte, a causa de su detención, la cual, según los informes oficiales, procura protegerlo ante amenazas contra su vida. Horas después, ya en su consultorio, Mazza es citado por el Alte. Vernengo Lima quien opone reparos a lo que considera demasiada buena voluntad de Farrell.

A la Armada le disgusta la posibilidad de flexibilizar el control sobre Perón y además, mantiene dudas acerca de la veracidad de la información médica. El traslado de Perón provoca diversas reuniones y tarda en definirse. Mientras, el Dr. Juan Alvarez continúa parsimoniosamente sus gestiones dirigidas a constituir el nuevo gabinete.

Los diarios recogen versiones de que se recurr
http://www.telam.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=201066&id=381805&dis=1&sec=1