30 sept 2010

Las consecuencias de la soberanía Por Aldo Ferrer


Aldo Ferrer
En la actualidad, la Argentina ha logrado remover las restricciones externa y fiscal. Esto configura una realidad económica radicalmente distinta a la del pasado, es decir, una nueva economía argentina. Es ahora posible sostener los equilibrios macroeconómicos en los pagos internacionales y las finanzas públicas, con recursos propios. Esto proporciona autonomía y fortaleza para resistir tensiones como, por ejemplo, una crisis mundial de gran escala como la actual, sin que la economía nacional descarrile. Estos hechos fueron destacados en la reunión de AEDA (Asociación de Economistas para el Desarrollo Argentino), celebrada el 20 y 21 de septiembre de este año.
En mi presentación en la reunión de AEDA destaqué que al haberse logrado la gobernabilidad de la macroeconomía, la Argentina recuperó el ejercicio de su soberanía y que este hecho tiene importantes consecuencias. Recordemos, en primer lugar, cómo se recuperó la gobernabilidad de la economía argentina.
En la mayor parte del siglo pasado, desde la década de 1930 hasta la debacle del 2001/02, la economía estuvo sometida a dos restricciones: la externa y la fiscal. Los problemas se agravaron a mediados de la década de 1970, cuando comenzó el aumento incesante de la deuda externa. En ese escenario, el país quedó subordinado a los criterios de los mercados y las condicionalidades del FMI y se redujo radicalmente la libertad de maniobra de la política económica. En los últimos años, se ha producido un cambio radical en el comportamiento de la economía argentina. Desde la salida de la crisis del 2001/02, en el transcurso de esta primera década del siglo XXI, los pagos internacionales vienen operando con un elevado superávit en el balance comercial y en la cuenta corriente del balance de pagos. Ambos registran ocho años consecutivos positivos, hecho iné­dito en la historia económica del país. Al mismo tiempo, la drástica reducción de la deuda externa y la cancelación de la pendiente con el FMI permitieron encuadrar los pagos dentro de límites manejables con recursos propios.

La solución de la cuestión externa facilitó resolver la restricción fiscal derivada de los déficit crónicos de las finanzas públicas. En el mismo sentido, contribuyeron el aumento de la recaudación tributaria y la incorporación, en la esfera pública, de los recursos del sistema previsional, que constituyen parte principal del ahorro interno. Estos hechos demuestran que la restricción fiscal puede ser, también, un problema superado.

Sobre estas bases el Estado recuperó la gobernabilidad de la economía y, consecuentemente, el ejercicio soberano de la política económica. ¿Cuáles son las consecuencias? Entre las principales, las siguientes:

Reaparición del Estado. Al recuperar la conducción soberana de la economía nacional, el Estado puede, simultáneamente, sostener los equilibrios macroeconómicos e impulsar el desarrollo económico y social. En la nueva realidad, la política económica tiene suficiente fortaleza para desplegar su política económica atendiendo al interés nacional sin su­bordinarse a la dependencia del financiamiento externo y, consecuentemente, al monitoreo del FMI. Este hecho tiene repercusión política interna. Tradicionalmente, grupos económicos importantes asociados a la especulación financiera y al statu quo de la estructura productiva existente promovieron la vulnerabilidad macroeconómica para paralizar la capacidad decisoria del Estado y evitar el riesgo de la adopción de políticas transformadoras.

La dependencia del FMI y de sus condicionalidades eran una garantía de la impotencia de las políticas públicas. Buena parte de la conflictualidad política actual se deriva del rechazo de influyentes grupos económicos y de opinión a la recuperación de soberanía. Es decir, a la reaparición del Estado como un protagonista decisivo en el proceso económico como, por cierto, sucede en todas las economías modernas y, particularmente, en las emergentes de mayor desarrollo. Hace ya muchos años que sostengo que los criterios del FMI y los mercados son instrumentos de las visiones e intereses locales asociados a la estructura productiva del país periférico, inequitativo y dependiente.

Las ideas económicas. Las restricciones externa y fiscal influyeron en las ideas económicas en nuestro país. El enfoque ortodoxo sustenta en tales restricciones la dependencia inevitable del país del financiamiento externo y, consecuentemente, del monitoreo de los mercados y del FMI. En consecuencia, serían imposibles, en la Argentina, políticas nacionales de desarrollo al estilo, por ejemplo, de la de los Tigres Asiáticos y China. En otros términos, nuestro país sería “estructuralmente” impotente para proponerse y ejecutar con éxito un proyecto nacional de desarrollo, abierto e integrado al mundo, en el ejercicio soberano de su política económica. La realidad actual demuele los fundamentos del imaginario neoliberal de un sistema subordinado a restricciones, externa y fiscal, supuestamente insalvables y, consecuentemente, al monitoreo externo.

En contra de la visión neoliberal, se han sumado la catástrofe que produjo en la Argentina y, poco después, la monumental crisis mundial desatada por las políticas de ese cuño. Estos hechos debilitaron la credibilidad y el marco de referencia de la ortodoxia criolla. Por las mismas razones, se advierte el impulso actual del pensamiento heterodoxo en el debate sobre la situación económica y el desarrollo del país.

Seguridad jurídica. La remoción de las restricciones fiscal y externa y la consecuente recuperación de la gobernabilidad de la economía sienta las bases indispensables para la sustentabilidad macroeconómica de los contratos. Como lo demuestra reiteradamente la experiencia argentina, los contratos sólo son cumplibles si las condiciones macroeconómicas lo permiten. Como lo anticipó el Grupo Fénix en septiembre de 2001, bajo el régimen de la convertibilidad, basado en el incesante aumento de la deuda externa y los desequilibrios macroeconómicos, la seguridad jurídica era inexistente. Actualmente, la sustentabilidad macroeconómica viabiliza la seguridad jurídica afianzada, al mismo tiempo, en un sistema político constitucional con división de poderes.

Estabilidad y crecimiento. Por último, la gobernabilidad de la economía y el ejercicio de la soberanía viabilizan políticas de desarrollo de largo plazo y erradicar la volatilidad que caracterizó la evolución de la economía argentina. El sostenido crecimiento desde la salida de la crisis y la rápida recuperación del receso de 2009 sugieren, en efecto, que la economía argentina puede estar en un sendero de crecimiento de largo plazo con baja volatilidad.

Los señalados cuatro efectos de la soberanía son conquistas que deben y pueden ser fortalecidas afianzando el desarrollo del país sobre la movilización de su talento y recursos propios y la solidez de los equilibrios macroeconómicos.

* Director editorial de Buenos Aires Económico