20 ago 2010

Amarga despedida para una retirada sin gloria Por Kim Sengupta *

DESPUES DE SIETE AÑOS DE OCUPACION, LAS TROPAS DE COMBATE DE ESTADOS UNIDOS SE FUERON DE IRAK
Por la noche y por sorpresa, sin desfile ni despedidas, las tropas de combate se replegaron a Kuwait. Casi la mitad del ejército de ocupación abandonó Irak, pero una fuerza de más de 50.000 efectivos quedó para cuidar los intereses de EE.UU.
No hubo una despedida grandiosa. Siete años y cinco meses después del comienzo de una de las guerras más amargamente divisorias de los tiempos modernos, las fuerzas de combate estadounidenses que quedaban abandonaron Irak.
La última patrulla de 362 vehículos militares y 1820 soldados comenzó a retirarse de Bagdad justo después de la medianoche. Retomaron la ruta que ya habían transitado en el momento de la invasión. Las tropas de la cuarta brigada de ataque y de la segunda división de infantería, muchos de ellos veteranos de la más feroz insurgencia del país, salieron por el valle del Eufrates hacia Kuwait.

El movimiento ocurrió dos semanas antes de lo planeado. El cronograma se había mantenido confidencial, en un intento de evitar los ataques de los rebeldes en la vulnerable columna que estaba abandonando el país. Una fuerza de unos 56 mil hombres permanecerá en el territorio para tareas de entrenamiento, pero ésos también partirán para fin de año.
La administración de Barack Obama siguió a sus predecesores republicanos e insistió en que la operación llevada a cabo por el general David Petraeus tuvo éxito al reducir significativamente la violencia y posibilitó la retirada. Sin embargo, la partida comenzó dos días después de que un hombre bomba se autodetonara en Bagdad, matando a 61 personas e hiriendo a otras 123 que habían estado horas haciendo cola para sumarse a las fuerzas armadas iraquíes. Julio fue el mes más sangriento desde mayo de 2008, con más de 500 asesinados. Las cifras dadas por el jefe del ejército, el general Babaker Shawkat Zebari, advirtieron que los americanos se están yendo demasiado pronto.
Algunos de los soldados abandonaron el país en avión. Pero se decidió que también debería haber una retirada terrestre, en parte como gesto simbólico. Cuando los vehículos empezaron a andar, el coronel John Norris, el jefe de la brigada, gritó: “Operación Libertad iraquí, llegó la hora. Esta es una misión histórica”. Los soldados respondieron con un grito de guerra y el coronel asintió con la cabeza. “Se están yendo como héroes”, dijo. “Quiero que vuelvan a casa con orgullo en sus corazones”, agregó.
Pero para la mayoría de los soldados estadounidenses hubo alivio ayer por dejar una guerra en la que cayeron 4415 camaradas. Mientras se iban en sus vehículos de ataque por las calles oscuras, los uniformados recordaban sus experiencias: Faluja sitiada, las batallas en la ciudad de Sadr, los enfrentamientos callejeros en Karbala, aquellos que no volvieron a casa.
El especialista Clinton J. Clemens tenía 18 años cuando entró en 2003 en Irak. “Estaba muerto de miedo. Recuerdo haber cruzado la frontera y después de quince minutos tuvimos nuestro primer contacto. Era la primera vez que disparaba”, trajo a su memoria. Dos meses después, a bordo de un portaaviones, el presidente George W. Bush cantó victoria con una bandera que decía “Misión cumplida” y que flameaba detrás de él. Pero Clemens ahora tiene 26 y múltiples viajes por Irak en su haber. El especialista cuenta cómo un año después de su llegada estaba bien consciente de que la guerra no estaba por terminar, ya que los sunnitas estaban conformando grupos armados para atacar a las fuerzas norteamericanas.
Durante la partida, hubo atisbos de humor por parte de los soldados. “Ese Saddam escondió bien las armas de destrucción masiva”, dijo uno. La excusa dada para la invasión, el supuesto arsenal nuclear, químico y biológico, ha sido otro punto para las bromas entre los norteamericanos y sus aliados británicos. El sargento Shaw Sedillo fue categórico: “No me pueden poner de mal humor, me estoy yendo a casa”. El sargento Dennis Hill fue lacónico: “Me estoy yendo a Afganistán”.
La amenaza de bombas terrestres persiste. Las partes más riesgosas de la ruta fueron limpiadas, los helicópteros Apache volaron por encima. Cuando pasaron por el distrito 9 de Bagdad, uno de los soldados en el carro de ataque repetía “Rapsodia Bohemia”, la canción de Queen. “Mamá, recién asesiné a un hombre; puse un arma en su cabeza; apreté el gatillo, ahora está muerto. Mamá, la vida recién ha comenzado; pero ya me he ido y he tirado todo a la basura”, cantaba. Al acercarse a la frontera con Kuwait, los soldados entonaban: “Nada importa, nada me importa”. Cuando salió de su vehículo en Kuwait, Thomas Smith dijo pensativo: “Más arena, más temperatura. Pero al menos nadie nos dispara por aquí. Me pregunto cómo es el clima en Kandahar”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.