28 mar 2010

Protagonistas de su propio destino Por Patricio Griffin * Presidente del Inaes

Uno de los objetivos centrales de este Plan es que la mayor cantidad de gente tenga trabajo como el modo más digno de recibir un ingreso, pero también es necesario que aprenda por sí misma a organizarse socialmente, y eso es algo característico del movimiento cooperativo 
El "modelo"  impuesto desde 1976 y hasta la última crisis, fue la expresión del Consenso de Washington que instauró la apertura indefensa de la economía a la competencia internacional, siguiendo los lineamientos que se impusieron en todos los países dependientes. Se implantó un cóctel que mezclaba una receta variable de apertura bancaria, rebajas arancelarias, tipo de cambio falso, altos intereses y eliminación de los resortes básicos de un país industrial, al mismo tiempo que se imponía la desaparición del papel del Estado. En ese modelo de economía concentradora, el empleo es simplemente la variable fácilmente ajustable, de una ecuación de creación de beneficio privado. Por tanto se requiere una tasa "lógica" de desempleo, que sirva para presionar sobre los salarios, de modo tal que garantice un permanente aumento de los beneficios.
Cuando una sociedad decide romper esa lógica siniestra, se encuentra con que las consecuencias del "modelo" persisten "estructuralmente" en el tiempo. No basta con romper con la receta del consenso neoliberal, para conseguir que las fuerzas de la producción y el ahorro nacional solucionen por si mismas las consecuencias del desastre.
Cuando un país abandona por muchos años la economía del trabajo, queda un escenario de "exclusión" (que son personas y familias excluidas de la participación en la educación y la producción), cuya recuperación e integración requiere un gigantesco esfuerzo social.
Este esfuerzo social de "integración" de los excluidos, es una necesidad colectiva de la sociedad toda, y no solo de los propios excuídos.- Los sectores "incluidos" no pueden resolver los problemas de desarrollo social y mejora de la calidad de vida general, sin "integrar" a los "excluidos estructurales".
Esta "integración" social, productiva, humanista, impresicindible para el desarrollo humano en Argentina, es el soporte conceptual del Programa de Inclusión Social con Trabajo.  Como siempre rescata la ministra Alicia Kirchner, estamos convencidos de que el trabajo es el mejor antídoto contra la exclusión.
Uno de nuestros objetivos centrales es que la mayor cantidad de gente tenga trabajo como el modo más digno de recibir un ingreso, pero también necesitamos conseguir que aprenda por si mismo a organizarse socialmente, y eso es algo característico del movimiento cooperativo.
El cooperativismo proporciona un acceso al trabajo con igualdad de oportunidades, y son precisamente estas entidades empresarias sin fines de lucro individual, las que permiten unificar el esfuerzo y el ingreso que brinda el trabajo, con los principios democráticos que son la base de la cooperación, la participación igualitaria y la gestión transparente.
Está claro que no hay inclusión social sin trabajo, y por eso atacar el núcleo duro de la pobreza con programas de trabajo de carácter asociativo, garantiza que la gente que nunca tuvo experiencia laboral ni práctica social de funcionamiento dentro de un equipo de trabajo, sea "integrada", social y laboralmente. Nos encontramos ante un gigantesco Plan de integración y capacitación laboral y productiva, desarrollado por el Estado con una política integral, comprendiendo educación, salud, integración social, y capacitación laboral, que tiene por protagonistas principales, a los propios excluidos.
La economía solidaria no es una "economía de pobres", sino un modelo de creación de riqueza más eficiente y democrático que el Estado, y más justo, participativo y distributivo que la empresa privada. Por eso el Estado puede y debe promover la cooperación y la producción comunitaria, asegurando que las empresas solidarias sean capaces de comportarse como agentes económicos, es decir con eficiencia suficiente como para crecer y consolidarse en el tiempo.
En los procesos de crisis más importantes que hemos vivido en la historia del país, la Economía Solidaria fue uno de los actores más importantes para sostener el desarrollo local. Durante la crisis de 2001, cuando los bancos, los supermercados y otras empresas multinacionales huyeron con sus cajas fuertes a cuestas, las mutuales y cooperativas argentinas se organizaron para mantener la liquidez del sistema, para hacer frente a la necesidad con cuasi monedas, con producción local, fortaleciendo sus cadenas de valor, y alcanzaron la fuerza necesaria para continuar brindando servicios a sus asociados y a la comunidad. Y esto fue así porque por su naturaleza asociativa y participativa, tienen un profundo compromiso con la comunidad.
Las Cooperativas y Mutuales no deben solamente servir para dar respuesta en épocas de crisis o ser complementarias de un modelo económico lucrativo e inequitativo del que debe recoger las migajas. Por el contrario, deben disputar espacios económicos, sociales y políticos, en una sociedad que las necesita, y para eso es fundamental entender a la economía solidaria como un proyecto estratégico, distributivo, justo y democrático, condición de viabilidad para un Proyecto Nacional inclusivo e integrador.
http://www.elargentino.com/nota-83808-medios-123-Protagonistas-de-su-propio-destino.html