28 nov 2009

Los límites de la economía primario exportadora Por Aldo Ferrer

En la primera nota vimos cómo la convergencia de las consecuencias mundiales de la Revolución Industrial con la concentración, en pocas manos, de las mejores tierras de la región pampeana, agravó las debilidades heredadas de la densidad nacional. Los grupos locales imperantes adoptaron la ideología del librecambio, el pensamiento “céntrico”, según Prebisch.
La temprana simplificación de la estructura productiva basada en la actividad primaria, el consecuente subdesarrollo industrial y la creciente concentración de la población y la producción alrededor del Puerto, impidieron la emergencia, a escala federal, de actores sociales, económicos y políticos asociados a la transformación de la producción y el empleo. Esto mismo frustró los procesos de acumulación fundados en la gestión del conocimiento y debilitó la construcción democrática desde las mismas bases del sistema económico, a diferencia de lo ocurrido en los otros grandes “espacios abiertos” del Nuevo Mundo y Oceanía.
Eminentes voceros industrialistas, como Vicente Fidel López y Carlos Pellegrini, propusieron el desarrollo de las “industrias naturales” (manufacturas, como los textiles, basadas en la transformación de productos primarios). Ni siquiera esta visión parcial del desarrollo industrial, pudo resistir la avalancha de la economía primario exportadora. La insuficiencia de sectores generadores de rentabilidad y empleo, distintos de la producción primaria y las actividades conexas, impidió el surgimiento de empresarios, clases medias y trabajadores, asociados a una estructura diversificada y compleja y, por lo tanto, portadora de un proyecto de desarrollo nacional.
En consecuencia, el librecambio era el credo de los grupos dominantes pero, también, de la mayor parte de los otros sectores sociales. Los partidos opositores, radical y Socialista, compartían la propuesta. Cuestionaban los aspectos distributivos del sistema y el fraude, pero no sus bases fundacionales. En consecuencia, la política arancelaria tuvo sólo propósitos de recaudación, sin objetivos persistentes, a lo largo del tiempo, de sustitución de importaciones y desarrollo industrial. A menudo sucedió lo contrario a través de la “protección negativa”, con mayores aranceles para las materias primas que para los bienes terminados. En ese contexto, eran inconcebibles otras medidas promotoras del desarrollo industrial. En el mismo escenario mundial, los Estados Unidos aplicaron las mayores barreras arancelarias de la época y, Canadá y Australia, fomentaban, por ese y otros medios, su temprana industrialización.
Por la misma razón, la Argentina padeció crónicamente de la “enfermedad holandesa”. Es decir, de tipos de cambio compatibles con la rentabilidad de la producción primaria (determinada por la extraordinaria dotación de tierras fértiles de la región pampeana) pero insuficientes para el desarrollo de las otras actividades sujetas a la competencia internacional. En un sistema subindustrializado, las variaciones de la paridad de la moneda repercutían directamente, sobre la distribución del ingreso, entre los productores y exportadores de bienes agropecuarios y el resto de la sociedad. En tales condiciones, la devaluación del peso no abría espacios de rentabilidad propicios a la inversión en la industria. Simplemente, transfería ingresos al sector exportador y encarecía los precios de los alimentos vendidos en el mercado interno.
La matriz estructural de la economía primario exportadora y la concentración del poder económico impidieron la diversificación de intereses y actores que, en definitiva, son el sustento de las sociedades abiertas e inclusivas, políticamente estables. La reforma política se limitó, entonces, a legitimar el poder a través de la Ley Sáenz Peña y a viabilizar el ascenso del partido mayoritario e Yrigoyen a la Presidencia, en 1916. Pero una sociedad dividida, sin mayorías estables con raíces de participación en la estructura productiva y portadoras de un proyecto viable de desarrollo, no resistió las consecuencias de la crisis mundial de 1930 y las tensiones internas.
Finalmente el 6 de septiembre de 1930 colapsó el componente institucional de la densidad nacional. Este hecho provocó la interrupción del proceso de acumulación de madurez de la organización política, inaugurado con la presidencia de Mitre (1862-1868). El problema se repetiría luego, durante el siguiente medio siglo.
El régimen conservador fue capaz de dotar al país de las instituciones republicanas y la división de poderes, afianzar la seguridad interior y preservar la unidad del territorio nacional, amenazada por las disputas de límite con Chile. Pero el Estado nacional y el sistema federal, fueron incapaces de impulsar las transformaciones desatadas por la Revolución Industrial, más allá del crecimiento de la producción y exportación de alimentos y materias primas agropecuarias. El alto nivel de ingreso alcanzado por la expansión rural permitió, sin embargo, sostener políticas públicas, principalmente, en la educación, que contribuyeron a la formación de las clases medias y un nivel cultural relativamente avanzado.
La estructura de la economía argentina quedo determinada por la convergencia de los acontecimientos, externo e interno, mencionados. La Argentina no era entonces un país subdesarrollado, en términos de ingreso per cápita. En 1930, el argentino era semejante al de Australia y Canadá y superior al de diversas economías europeas.
Pero el sistema productivo de la época fue un obstáculo insalvable para la formación de una economía moderna, autocentrada y abierta al mundo, capaz de gestionar el conocimiento en todo el frente de las transformaciones impuestas por el avance de la ciencia y la tecnología. El crecimiento del sistema fue liderado por las exportaciones agropecuarias. Hacia 1914 se exportaba más del 50% de la producción primaria. A su vez, el capital extranjero cumplió un papel decisivo en el financiamiento público y en las cadenas de valor. Mientras que la producción de las estancias y las chacras provenía de emprendedores locales, el transporte por los ferrocarriles, el comercio internacional, la banca, los frigoríficos y gran parte de la infraestructura de servicios públicos pertenecía a empresas extranjeras.
La Argentina fue, en la época, uno de los países mas extranjerizados del mundo, como volvería a serlo en la década de 1990. El nivel de la producción, el ingreso y el empleo, quedó así determinado por la evolución de la economía mundial. Sobre la base de esta experiencia, años más tarde, Raúl Prebisch elaboró su tesis de la vulnerabilidad del desarrollo subordinado bajo el modelo centro-periferia.
Estos hechos impidieron poner tempranamente en marcha procesos de acumulación que endogenizaran las fuerzas transformadoras del cambio tecnológico y ganaran, respecto del resto del mundo, suficiente autonomía para sostener el proceso de transformación. Diferencia notable con la experiencia de Canadá y Australia, países que, con menor población que la argentina, lograron, tempranamente, la integración de sus estructuras productivas, con un desarrollo simultáneo del agro y la industria y un protagonismo decisivo de los intereses vernáculos en el desarrollo y control de las cadenas de valor. La causa principal de la diferencia radica en la fortaleza relativa de las respectivas densidades nacionales, hecho particularmente notable habida cuenta de que, esos dos países, eran formalmente dependencias del Imperio Británico y la Argentina una república independiente.
A comienzos del siglo XX, comenzó a agotarse la fase expansiva de la economía argentina desencadenada por la Revolución Industrial. El auge de la economía primaria exportadora se inició alrededor de 1860 y concluye con la guerra mundial, en 1914. En ese período, de poco más de medio siglo, la población aumento de 1,4 millón a 8 millones de habitantes, la red ferroviaria pasó de 10 kilómetros a 36.000 kilómetros y la superficie explotada de cereales y oleaginosas de 100.000 hectáreas a 20 millones de hectáreas. En el mismo período, el producto per cápita aumentó al 2% anual; la población, al 3,5%; las exportaciones, al 7%, y el PBI total, al 5,5%, entre los más altos del mundo. Desde 1914, hasta el final de la etapa, en 1930, las tasas se redujeron al 0,8%, 1,6% , 4% y 2,4%, respectivamente.
La declinación entre ambos subperíodos obedece a dos motivos principales y, otra vez, uno de origen interno y, otro, externo. Este último obedece al estallido de la Primera Guerra Mundial y al fin del Segundo Orden Mundial (1800-1914) y de la hegemonía británica. El primero, se vincula con el hecho que, hacia la época del Primer Centenario, dada la tecnología empleada, se estaba agotando la expansión de la frontera agraria, con la puesta en producción de producción de las tierras más fértiles de la región pampeana y, en las regiones, de las destinadas a la vid, el azúcar, el algodón y otros cultivos industriales. De allí en más, la producción debía aumentar por el incremento de los rendimientos vinculados con la incorporación de tecnología antes que la ampliación de las superficies explotadas. La incorporación de tierras entonces marginales también dependía de la aplicación de nuevas tecnologías, pero este proceso recién tendría lugar en la segunda mitad del siglo XX.
El modelo primario exportador comenzaba a “quedarle chico” a la Argentina cuando el país festejaba el Primer Centenario y era preciso impulsar el demorado proceso de industrialización. Sobrevivió, aletargado, las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y las turbulencias de los años ’20. Fue en esa etapa que floreció la democrática de los gobiernos radicales. Exactamente, en 1930, con la gran crisis económica mundial, se derrumbaron la democracia y la ilusión del desarrollo centrado en la explotación de los recursos naturales, carente, por lo tanto, de capacidad de gestionar el conocimiento y acumular. La Argentina enfrentaba los desafíos de los nuevos tiempos con la fragilidad histórica de su densidad nacional.
Aldo Ferrer
Director Editorial de Buenos Aires Económico
http://www.elargentino.com/nota-67295-Los-limites-de-la-economia-primario-exportadora.html