Bernardo Kliksberg
La OIT ha observado además un alarmante crecimiento del número de niñas utilizadas en estas tareas. Forman parte del trabajo infantil, esa forma de trabajo esclavo que está combatiendo activamente. Calcula que más niñas menores de 16 años trabajan en esta área que en cualquier otra categoría de trabajo infantil. Se estima que 175.000 niñas menores de 18 años son empleadas domésticas en América Central, y más de 688.000 en Indonesia.
Los salarios de las empleadas domésticas tienden a ser menores que los de las mujeres en cualquier otra área. Por otra parte, es difícil que trabajadoras aisladas en hogares privados puedan llegar a negociaciones colectivas.
El problema está ampliamente generalizado. Un reciente editorial del New York Times analiza la situación de las 200.000 mujeres que trabajan en servicio doméstico en la ciudad. Considera que son vitales para ella, y enfatiza que “es una cruel injusticia que mientras las nannies y cuidadoras hacen posible que las parejas de profesionales puedan balancear su trabajo y su familia, ellas no tienen normalmente tiempo para estar con sus propias familias cuando afloran enfermedades o accidentes”.
Hay salidas. Uruguay ha sido reconocido mundialmente por la legislación de avanzada que viene dictando tratando de igualar los derechos de las trabajadoras domésticas a los de los trabajadores formales. El 50% ya se halla plenamente registrada y formalizada frente a un 15% promedio en América latina. La ley reconoce el salario mínimo, el descanso semanal, la maternidad, las vacaciones, la protección por despidos, y el país es uno de los primeros que está pagando seguro de paro a empleadas domésticas. En la Argentina, en iniciativa pionera, se ha promovido su registro mediante incentivos fiscales para sus empleadores, y ha aumentado notablemente el número de las formalizadas lo que les da acceso al seguro público de salud, y al seguro previsional.
En Brasil resumiendo los grandes temas de discriminación, y violación de derechos humanos que están en juego, el Gobierno, la Federación de Trabajadoras Domésticas, y OIT, y Unifem, lanzaron la campaña "Respeto y dignidad para las trabajadoras domésticas: una profesión como cualquier otra".
Es hora de restituir derechos en todo el continente en este tema que dice mucho sobre la calidad moral de una sociedad.
* Autor con el Nobel Amartya Sen del best seller Primero la gente (7ª edición, Temas)