Sucedió la “guerra sucia” en Venezuela (abril de 2013), con un final de violencia opositora golpista en la noche del 14 de abril de ese mes. En Argentina una campaña de permanentes denuncias falsas antigubernamentales, destinadas a sembrar duda, sospechas e incrediulidad sobre funcionarios y la figura presidencial,en este caso con la incorporación de extrema violencia de género contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en programas de TV, radio y diarios tuvo destinado a influir sobre las elecciones legislativas de junio pasado, entre otras acciones no menos graves y violentas.
En Chile más recientemente, ambién la injerencia mediática hizo su juego, con marcadas sutilezas. Una serie de organizaciones gubernamentales trabajaron también para debilitar a la candidata preferida la ex presidenta Michelle Bachelet favorecida por el efecto dinamizador de la lucha estudiantil que demandó educación gratuita y cambios en una sociedad que aún permanece bajo la sombra del ex dictador Augusto Pinochet, agazapado en diversas estructuras. Las marchas estudiantiles, fuertemente reprimidas, crearon las condiciones de un remozamiento gracias a una marea juvenil, que desbordó los estancamientos políticos y despertó a sectores dormidos de la sociedad. El triunfo de Bachelet fue contundente (casi el 47 por ciento de los votos,) seguido lejanamente por el oficialismo aunque no alcanzó para ganar en primera vuelta.
En Chile más recientemente, ambién la injerencia mediática hizo su juego, con marcadas sutilezas. Una serie de organizaciones gubernamentales trabajaron también para debilitar a la candidata preferida la ex presidenta Michelle Bachelet favorecida por el efecto dinamizador de la lucha estudiantil que demandó educación gratuita y cambios en una sociedad que aún permanece bajo la sombra del ex dictador Augusto Pinochet, agazapado en diversas estructuras. Las marchas estudiantiles, fuertemente reprimidas, crearon las condiciones de un remozamiento gracias a una marea juvenil, que desbordó los estancamientos políticos y despertó a sectores dormidos de la sociedad. El triunfo de Bachelet fue contundente (casi el 47 por ciento de los votos,) seguido lejanamente por el oficialismo aunque no alcanzó para ganar en primera vuelta.