Los más de treinta comités populares en el país hacen todo: controlan a la policía, velan por los valores de la revolución, protestan por la suciedad. Una autogestión.
Entre El Cairo y Alejandría hay la distancia de la historia: espacio y tiempo, 2008, 2010, dos fechas que desembocaron en la revolución de 2011 en la plaza Tahrir y, hoy, en el enjambre de vida y proyectos y principios que, a pesar de todos los esfuerzos de la junta militar en el poder por hurtar los ideales de la revolución, se encarnó en decenas de comités revolucionarios, partidos políticos nuevos, grupos laicos, comités populares y movimientos de jóvenes que pasaron del espacio virtual de Internet a la acción en la calle. Pero la historia empezó en la pantalla, en 2008, cuando un joven estudiante, Ahmad Maher, decidió lanzar el Movimiento 6 de Abril a través de Facebook en apoyo a la huelga general de los obreros del algodón de Mahala el Kubra, una de las grandes ciudades industriales situadas en el delta del Nilo. Exito inmediato en un país con 17 millones de personas conectadas a Internet (20 por ciento de la población) que siguieron la consigna de Ahmad Maher: “Hacer de Egipto un país digno y construir el zócalo de un gobierno democrático”.